Afiche promocional de la película
Por
Isa Molina
Corresponsal La Moviola
Brasil
Juan Zapata, cineasta colombiano, paisa de pura cepa, nacido en Medellín el 18 de Agosto
de 1977 y radicado en Brasil desde inicios de 2004. Trabajo por varios
años como periodista y productor en Medellín y Bogotá. Realizó el curso
de extensión en Realización Cinematográfica en Bogotá en la Universidad Jorge
Tadeo Lozano en 1999. Posteriormente viaja a Cuba y estudia en La Escuela
internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV) en 2001 y 2003
donde realiza Fidelidad un documental que habla sobre el
sentir Cubano en uno de los espacios más emblemáticos de la isla: El
Malecón, este documental realizado entre 2003 y 2004, participó de
diversos festivales de cine y llevó el premio Walter
da Silveira en el Festival de Bahía (Brasil) en 2005, siendo una de las
primeras co-producciones entre Colombia-Brasil.
Juan también realizó los documentales Quinta Bienal do Mercosul (2005),
En Branco (2007), La Danza de la Vida (2008), Acto de vida (2010), Ley de
la mujer (2010), Caçador de Cachoeiras (2011). Actualmente produce los
documentales El Camino del
Elefante, Sustantivo Femenino e Historias de Frontera, que por cierto es el
primer largometraje documental que gana el premio Santander Cultural en el sur de
Brasil.
También
realizó trabajos como director y guionista en las series de TV Historias Extraordinarias y Na
trilha dos Ríos entre
2006 a 2001 para la RBS TV/Red Globo
Su primer largometraje de ficción es Simone (2013), historia que realmente no es
cien por ciento ficcional, al contrario tiene una fuerte carga de documental.
Este film ya fue lanzado en el circuito comercial de países como México,
Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Bolivia y prepara lanzamiento en el segundo
semestre en Uruguay y Argentina. Participó hasta hoy en 19 festivales
Internacionales, entre ellos Mar del Plata, San Francisco (FRAMELINE), e
recientemente ganó la Mención Especial en el principal festival temático de
Argentina, LIBERCINE.
Trabaja con su productora y distribuidora Zapata Filmes (fundada en 2007) y recientemente
asumió el cargo de Director
del IECINE (Instituto
Estatal de Cine) en Brasil.
Isa Molina: Juan, desde cuando surgió ese
interés por el cine, y por qué desde siempre ese interés enfocado
particularmente en el cine documental?
Juan Zapata: El cine fue algo claro a los 17 años. Desde
los 12 años ya era un amante del séptimo arte, era mágico para mi ver
películas en casa de amigos (en los famosos Beta o VHS) allá… en mi barrio
Belén en Medellín. O de ir a aquellos esplendidos cines como el Odeón 80, Capri
o Las Américas. Muchos de esos cines no existen más. Era un ritual secreto que
a veces disfrutaba solo. A los 17 años vi un filme que me afecto bastante del
argentino Eliseo Subiela, me sentí identificado en su narrativa, su estructura
y más que nada en su poesía. Fue la primera vez que me dije: Yo quiero hacer
eso.
Siempre escribí, es algo que me acompaña y me ayuda a
canalizar lo que vivo. Y los medios de comunicación eran una pasión más
próxima. Cine era algo muy distante y utópico así que comencé a trabajar con
radio en 1996, TV (desde cargar cables hasta ser reportero) entre 1997 y 98 y
fue en Bogotá que, con un gran maestro llamado Mauricio Gutiérrez comencé a
hacer realidad ese deseo de Cine estudiando y realizando mi primer y peor
cortometraje de la historia estudiantil. Sin embargo, como amé el crear y
realizar. En la época trabaje como periodista, el periodismo me dio la base
para entrar al documental pues nunca conseguí ser neutral ante la información y
fue natural que eso evolucionaria a historias más elaboradas.
En algún momento me sentí perdido con ese periodismo,
más en una época de extremo sensacionalismo en la TV Colombiana y decidí
confrontar de vez el sueño de cine en Cuba en 2001 y desde ahí nunca más paré.
El documental tiene una esencia de realidad que
consigue sorprenderme constantemente, ya hice varias ficciones para TV y con
SIMONE entendí que mi esencia siempre va a ser esa. La realidad te proporciona
elementos infinitos y te enseña a adaptarte a las circunstancias, aprovecharlas
de la mejor manera. Pero hacer cine va más allá de un simple género y eso se
entiende con el tiempo. Hoy me siento preparado para abordar cualquier
propuesta y me instiga la idea de explorar más géneros, como lo estoy haciendo
con los nuevos proyectos.
I.M: De donde surgieron las ideas para
tus documentales, como es tu proceso creativo?
J.Z: No existe un padrón de creación de ideas. Fidelidad
nasció en 2001, después de conocer Cuba, la forma en cómo este país y esa
experiencia en la escuela afectaron mi vida me instigaron para crear un
documental sobre ese pueblo maravilloso. Comencé a hacer un filme sobre las
playas cubanas que son canciones, pero después de un huracán me quede sin el
acceso a esas playas. Estando en la Habana pasaba mucho tiempo en el Malecón en
las madrugadas, era punto de encuentro y fue en el improviso que comencé a
caminarla, conversar con las personas y descubrí ahí el documental.
Curiosamente la Danza de la vida y Acto de Vida
nascieron en medio de churrascos y conversas con amigos. SIMONE fue más
complejo pues fue en un set de Tv que descubrí la historia de esta mujer y fue
la primera vez que sentí que el documental no sería la herramienta adecuada
para contar su historia y fue ahí que entré en la ficción de una forma directa.
El proceso creativo es algo que defino más como un
estado de espíritu, de abertura emocional, una mezcla de honestidad personal
con lo que se es y se quiere junto a algo crónico que nos acompaña en este
trabajo que es la capacidad de observación y análisis de nuestro entorno. Esa
mezcla de elementos siempre trae una consecuencia, sea idea, historia, escena,
cuento, poesía, siempre genera algo.
I.M: Cuanto tiempo estuviste viviendo en Cuba y que
sensaciones te dejó ver tan de cerca la sociedad y el estilo de vida cubano?
J.Z: Pase
dos meses en 2011 y otros dos meses y medio en 2003.
Es imposible visitar ese país maravilloso y no ser
afectado por el, por la alegría y humanidad de sus habitantes. Me cuestionaba
la alegría de ellos ante una situación tan difícil como la que pasaban, quería
contagiarme de esa alegría y entender su búsqueda de libertad simbólica. Mi
vida se divida en un antes y después de ese primer encuentro con ese país y más
aún con lo que la escuela de cine te da. Es una isla dentro de la isla, donde
felizmente comprendí que mi camino era este, donde deje de tener un sueño
solitario, donde “encerrado” con otros 15 apasionados entendí que nunca más
haría algo diferente a eso.
Mucho de eso se traduce metafóricamente en FIDELIDAD.
Cada uno busca su libertad a su manera. Mi libertad esta en crear, fue gracias
a Cuba que legitime eso.
I.M: Que
te llevó a Brasil? Cuando fuiste, ya planeabas quedarte viviendo allá?
J.Z: Me vine a Brasil porque estando en cuba me enamoré
de una Brasilera, vine atrás de ella. No tenía la menor idea de donde quedaba
Porto Alegre y nunca había pasado por mi cabeza vivir en este país. Fue un
acaso maravilloso que toma sentido a cada año acá.
I.M: Como
fue tu adaptación como extranjero abriéndose campo en el cine de un nuevo país,
de una nueva cultura y de un nuevo idioma?
J.Z: No es fácil ser extranjero, especialmente en un
país tan proteccionista como este. Son pocos los extranjeros que trabajan
comercialmente acá, contados en la mano. A pesar de que fueron muchas las
puertas cerradas y mucha prevención y predisposición de la gente del mercado
acá tuve suerte de contar con personas queridas y abiertas a trabajar proyectos
en conjunto. Mis primeras películas fueron todas con la empresa Estação Filmes,
y hasta hoy hacen parte de mis proyectos. Para mí el idioma fue algo difícil
y creo que después de 10 años aun siento que es un proceso que será eterno el
”adaptarse”.
Parte de esa dificultad como extranjero me obligo
a crear mi mercado de trabajo más en América Latina y eso me dio un valor
que hoy me permite estar un poco más tranquilo con el proceso profesional y
personal generado en estos años en Brasil.
I.M: Que tan
batalladora ha sido la experiencia de hacer cine en Brasil, alguna vez sentiste
limitaciones por ser extranjero?
J.Z: El hecho de querer hacer cine ya te impone
limitaciones, especialmente en América Latina, es de las primeras cosas que se
deben asumir coherentemente. No ha sido fácil desarrollar una carrera acá, por
cuestiones culturales y de mercado. El sistema cinematográfico en Brasil es muy
proteccionista y cerrado, pero con mucho potencial, tal vez más de lo que el
mismo mercado percibe.
Los primeros años quise volver a Colombia por lo menos 2
o 3 veces por mes!. Pero enfrente el proceso como un desafío y decidí ir
explorar nuevos mercados sin perder el foco en Brasil. A los pocos, comencé a
darme cuenta de que ser extranjero me daba referencias en mi trabajo que
resultaban interesantes para el mercado y los trabajos asignados en la época
tenían que ver con fronteras, intercambio…. con un deseo del Brasil abrirse más
a otros contextos Latinos. Hago parte de ese movimiento y creé un modelo de
empresa con esa perspectiva. Fue mi salvación y mi fuerza para persistir en
continuar acá.
Estar lejos de mi familia y amigos de infancia, eso lo
más las difícil hasta hoy, y es un precio alto.
Las limitaciones son naturales y comunes a quien quiere
y decide vivir fuera de su país. Tal vez el cine es la herramienta que me
permite estar más cerca de esas personas y que duela un poco menos la
nostalgia.
I.M: En
cuanto a la captación de recursos para tus películas, tengo entendido que has
recurrido a métodos de captación y distribución innovadores, podrías hablarnos
un poco de eso?
J.Z: Creo mucho en los procesos alternativos. Captar
recursos como extranjero es una de las mayores limitaciones que tengo acá.
Siendo así generé modelos de negocio con multiplataformas desde 2007 que me
permitieron ser de los primeros a explorar formas de financiamiento con
entidades como TERRA y otros. Es aquella teoría de que si no existe lo creas y
fue algo natural entendiendo que el modelo de distribución mudó desde hace
mucho tiempo.
A cada filme invento algo para experimentar en cuanto a
producción o distribución, si no renuevas y creas algo personalizado para tu
proyecto peligra que él sea más uno en el mercado.
SIMONE es uno de los primeros filmes hecho en América
Latina con sistemas de crowdfunding y eso nos abre hasta hoy puertas. Las
plataformas han crecido y es para mí un placer que en cuanto más el filme se
vea más satisfacción tengo. Considero nuevas plataformas los cineclubs, la
piratería, los circuitos itinerantes entre otros. No es solo salas de cine, TV
o internet. Renovar lo que creemos al respecto de distribución va hacer con que
nuestras historias sean vistas, especialmente en este momento en que este
nuestro cine del continente ha ganado un posicionamiento y un valor que nunca
antes tuvo en su historia. Es una felicidad hacer parte de ese momento.
I.M: Como
fue tu desarrollo como cineasta en Brasil, que te llevó a hacer parte ahora del
IECINE (Instituto Estatal de Cine) en un
cargo tan importante?
J.Z: EL nombramiento en el cargo fue una sorpresa. Yo
venía asesorando al instituto en los últimos años pero nunca imaginé que me
ofrecieran esta posibilidad, especialmente porque nunca un extranjero ocupo
este cargo. No tengo, ni tendré un perfil político. Pero dado el excelente
trabajo del director anterior y mi proceso de asesoría se temía que con la
salida de él no se pudiera dar continuidad a los objetivos del instituto, que
son objetivos que desde la empresa venía trabajando estos años:
internacionalización de los procesos cinematográficos, intercambio y creación
de mercados.
Ha sido un reto grande, estoy desde abril y el
aprendizado ha sido grande. Creamos nuevos fondos para producción, renovamos el
festival de Gramado y a los pocos integramos al mercado y sus instituciones.
Espero que a mi regreso al mercado el panorama sea más concreto y que facilite
a quien vise un mercado internacional la inserción al mismo. Creo mucho en este
estado y su fuerza cinematográfica, al final es el tercer polo de producción
del país y me siento parte de su renovación.
Sobre ser cineasta, creo que estoy lejos de ese crédito.
No me siento cineasta, me siento realizador. Ser cineasta es algo que se
conquista con los años, con muchos filmes. No por tener un hijo sos papa y
mucho menos por hacer algunos filmes sos cineasta. Espero algún día tener la
suficiente experiencia para sentir propio ese título.
I.M: Como
fue que surgió Simone y por qué a pesar de tener mucho de
documental, terminaste haciendo una historia ficcional basada en hechos reales?
J.Z: SIMONE fue la primera historia que llego a mi vida
que no pude hacerla a través del documental, aunque lo intenté… la misma
historia exigía una estructura narrativa ficcional. Cuando comencé a
entrevistar a la dueña de la historia Simone Telecchi en 2006 percibí que su
capacidad histriónica hacía con que fuera poco creíble su historia. Me parece
que fue una evolución natural por algunas experiencias que estaban llegando a
mi vida. El guión vino a mi cabeza rápidamente y fue así como el mismo se
impuso como ficción. Aunque siempre va a existir algo de documental en lo que
hago. Necesito esa verdad que el documental me da para poder transitar en las
narrativas. Sea en técnica con los actores, sea en propuesta estética o de
cámara, el documental es mi constante y mi polo a tierra en el proceso de
producción.
Igual, vienen muchos documentales y muchas ficciones por
ahí… quien conozca mi trayectoria y guste de documental encontrara un valor a
más en estas propuestas.
I.M: Como
fue tu proceso en el trabajo con actores, en esta nueva incursión en cine
ficción? Tuviste dificultades?
J.Z: Ninguna dificultad. Fue un placer enorme y fue
demasiado especial el proceso. Nunca pensé que la protagonista fuera otra
persona, era para mí una obligación que la misma Simone se interpretara. Ella
intentó evadir esto, pero no sería el mismo film sin ella. El trabajo con el
actor inicia desde que lo escoges y el motivo por el cual lo escoges. A Roberto
Birindelli lo escogí viéndolo en una película que había hecho en Argentina, en
una escena una de sus miradas en una escena me transmitió lo que quería del
personaje Pedro. Natalia Mikeliunas fue la situación más mágica de todas.
Trabajé durante dos años con una actriz Mexicana para prepararla para ese
personaje y por un triste corte de recursos de un patrocinador a último momento
ella quedo por fuera del proyecto a dos semanas del rodaje. Roberto en su
generosidad me mostro varias opciones de actrices conocidas por él y ella llamo
la atención, pero por su poca experiencia y su perfil más de modelo la
descarté de la selección. Unas horas después, por casualidad, vi un
clip (el único trabajo de ella audiovisual) y quedé encantado con su mirada en
una escena también.
Inmediatamente le mandé el guión y al día siguiente ella
me escribe diciéndome que le había encantado el guión, especialmente la soledad
de su personaje. Ella captó en una lectura la esencia del personaje y
curiosamente pasaba por conflictos similares a los presentados en el guión.
Inmediatamente fue confirmada en el elenco es la revelación de la película.
Con los actores siempre usé técnicas documentales en su
trabajo, siempre tuvieron libertad de crear y proponer y experimentamos escenas
que invitábamos en el clima de la grabación. Fue delicioso trabajar así pues
testamos teorías mutuas y creamos en conjunto teniendo la base del guión y
adaptando la vida de ellos a la historia. Eso potencializó la parte el
performance y me dejó satisfecho.
I.M: En
el futuro podríamos esperar que incursiones todavía más en cine de ficción? O
prefieres seguir trabajando en documental?
J.Z: Sin duda, ya estoy escribiendo un nuevo guión
llamado 2037 y con el productor asociado en España que participó de SIMONE se
hará una producción en conjunto ficcional en Barcelona, de donde acabo de
regresar y de reunirme para discutir sobre este nuevo proyecto. Igual el cine
para mí no se divide entre documental y ficción, ambos son cine y será normal
transitar entre esos géneros, incluso animación.
I.M: Tienes
algún mensaje que quieras dejar para los jóvenes cineastas colombianos?
J.Z: Estoy admirado con la fuerza del cine colombiano,
con esa nueva generación que me hace querer ver un cine renovado y fortalecido.
Eso es consecuencia de una persistencia de quienes quieren contar historias
sumado a la persistencia de las políticas culturales y cinematográficas
generadas en estos 10 años. Sin persistencia es difícil sobrevivir a este
universo del cine. Y espero que esos jóvenes simplemente nos sorprendan y
aprovechen ese nuevo momento del cine de nuestro país.
Una estrategia: pensar en nuevas formas de que vean lo
que hacemos, la distribución es el pilar que más debe ser trabajado.
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