AVATARES DE GUERRA

Por Oscar Romero

Colaborador de La Moviola

Quise comenzar con alguna frase pomposa pseudoecoligista sobre esa extraordinaria tierra que J. Cameron bautizó en Avatar como Pandora, pero un insólito día en los premios de la Academia y después de perder en una requisa mis gafas 3d dentro de un camión de la PM, caí en picada de la luna del planeta Polifermo y me transformé en un Hurt Locker . La base militar finalmente destruyó PANDORA.

Ya me lo había advertido Augusto Bernal con humor acido en conferencia sobre juguetes ópticos, insistiendo en el engaño visual que los espectadores tuvimos con Avatar, pero los descomunales efectos visuales (que ya tienen estatuilla) me hipnotizaron por completo, hay que ser justos y dejar claro que Avatar es un filme ideal, con muchos antecedentes (Terminador, la trilogía de Matrix y por supuesto Extrange Days de 1995), que logró equilibrar a nivel dramático las vicisitudes de un conflicto bélico y la ambición capitalista, revestido en un discurso fílmico planteando la dualidad: Imperialismo y Biodiversidad.

La atmosfera tóxica de aquel planeta fantástico terminó por asfixiarme en un país donde la biodiversidad esta relegada para los biólogos, los tratados y consignas ecologistas, Avatar lejos de ser una película en pro del medio ambiente, sorprende con un argumento contundente, sospechosamente tan bien elaborada y puesta en tres dimensiones, la típica lucha de héroe esta vez en un escenario único que nos recuerda que hoy ( y no en el futuro) tenemos un planeta único y la necesidad de conectarnos con él de manera diferente a las lógicas capitalistas impuestas por los afanes del mercado entre los hombres, las minas han proliferado alrededor del planeta, la guerra por los recursos comenzó hace pocas décadas y las reservas mundiales están en manos de los explotadores transnacionales.

Un presupuesto de 237 millones de dólares y otros 150 millones más en marketing me hicieron dudar de las cualidades intrínsecas de la película, antes de plantearnos un verdadero conflicto dramático, Avatar evidencia una premisa del capitalismo salvaje envuelta lujosamente en efectos especiales, en un planeta que no es el nuestro, los nativos de pandora( Ná´vi) no san tan diferentes a nuestros indígenas del Amazonas, las tribus de Africa Subsahariana y la India.

Una vez salí de mi propio Avatar pude ver a la guerra despojada de dragones y tierras flotantes, el cine no puede ser solo entretenimiento, la guerra es en nuestro planeta y los mismo millones de dólares que sirven para salvar a un sinnúmero de personas en el mundo siguen siendo utilizados para distraer con las imágenes-luz nuestro propio conflicto. Hoy la montaña sagrada de los dongia Kondh (nativos de la India) está a punto de ser explotada por la empresa británica Vedanta Resources tras un mineral llamado Bauxita, los nativos han pedido a Cameron su intervención, pero obviamente el Director no ha querido pronunciarse al respecto, romper la barrera de los 2.000 millones de dólares en recaudación ( barriendo su propia marca con TITANIC) no le permite dirigirse a estas minúsculas poblaciones que ni salas 3d han podido ver.

Dejo el culto de estas películas a los pesados nerds- cinéfilos adictos a viajes a las estrellas y planetas ajenos al cosmos que propician nuestro apocalipsis. No me olvido que aquí en Colombia los indígenas UWA todavía resisten a las multinacional OXI por no dejar derramar la sangre de la tierra sagrada (pétroleo) entorno a la serranía del Cocuy, también llena de uniformados pedantes e irrespetuosos con estos legados ancestrales, la tercera dimensión es la nuestra y aún sin gafas podemos percibirla.