Fotografpìa de James Natchwey
Por
Marley Cruz
Colaboradora habitual La Moviola
“Cuando me pregunta la gente joven siempre digo lo mismo: lo más importante es fotografiar desde el corazón, cosas en las que crees”
Samuel Aranda
Pintar con luz se ha puesto de moda.
La industrialización causó un cambio en la sensibilidad del mundo, la rapidez, la inmediatez de la información, los medios de transporte, la producción en serie entre otras tantas cosas efectúa un viraje en la historia, y en la forma como se cuenta la misma. El arte y las formas de representación de estas cosas, por tanto, también cambió. La fotografía y el cine han sido testigos de estos acontecimientos y las posibilidades que se han logrado con estas son enormes.
El arte se ha vuelto popular, y en ello la fotografía tiene mucho que ver, pues es con su nacimiento que se da una nueva manera de representar las vivencias. Hoy podemos ver al hombre moderno descubriendo la luz por medio de un visor, como si fuese el hombre en las cavernas descubriendo el fuego.
Al estar la fotografía de moda, también lo está hablar del tema. La escritora Neoyorkina Susan Sontang nos plantea en su libro Sobre la fotografía varios puntos que son importantes a la hora de hablar de la importancia de la fotografía en la sociedad actual.
Nos dice la autora que “La fotografía se ha transformado en una diversión casi tan cultivada como el sexo o el baile”. No faltan muchos flashes a la hora de partir el ponqué, no falta la fotografía que demuestre el yo estuve ahí. Esto pasa muy comúnmente en los viajes turísticos; ahí Sontang nos hace una profunda reflexión al respecto: las personas coleccionan imágenes para demostrar en sociedad lo que hacen o dejan de hacer. Es absolutamente necesaria a fotografía de la persona levantando la pica en las minas de Zipaquirá, o un primer plano con la muralla China de fondo, para demostrar que se está en condiciones de tomarse el mundo y apropiarse de él por medio de las imágenes. A veces pareciera que se deja de vivir la realidad directamente por vivirla y verla través de un obturador.
La fotografía como diversión es un sentimiento que pasa por el común de la gente. La gran variedad de imágenes que circulan a diario es un tema digno de tratar. Las imágenes pierden su poder cuando su tema es saturado y se da un fenómeno como en el porno: hay tantas imágenes hechas se pierde el efecto ritual y el propio impacto que estas tienen en la sociedad. Se hacen más imágenes que las que verdaderamente somos capaces de ver y analizar. Se suben a las redes sociales más imágenes de las que en verdad podemos compartirnos.
En un tiempo histórico, en donde la imagen es explotada al máximo y en donde cada uno es poseedor de sus propias imágenes, ¿Existe la fotografía como profesión seria? ¿Cuál es el futuro de la fotorreportería? ¿Tiene una posición moral quien está detrás de la lente?
Las personas que se dedican a la fotografía son conscientes y preocupadas al respecto de lo esta significa. No en vano Pedro Meyer en su conferencia en Fotográfica Bogotá 2011, nos hablaba de que hay que preocuparnos por reciclar las imágenes, y hacer las fotografías que en verdad no estén hechas. Otros veteranos como el Colombiano Abdú Eljaiek me decía que lo verdaderamente importante para fotografiar es lo bellamente estético. Y otros menos curtidos por la lente, como el ganador de premio World Press Photo Samuel Aranda, nos dice que lo más importante es fotografiar desde el corazón, cosas en las que crees. Sea cual sea el planteamiento que propongan, todos parecen coincidir en que la validez de la fotografía como trabajo artístico o periodístico, lo verdaderamente importante es la intención pensada y reflexiva.
No en vano hay dos frases que circulan en la red a modo de reflexión crítica al respecto: “El fotógrafo aficionado piensa en el equipo, el profesional en dinero y el Maestro en la luz” ó “Decir que una cámara saca bonitas fotos es como decir que una guitarra toca bonitas melodías” La fotografía pareciera dividirse mínimo en dos: en la fotografía piñatera, y en la fotografía con sentido crítico social.
La autora nos dice: “Aun cuando a los fotógrafos les interese sobre todo reflejar la realidad, siguen asechados por los tácitos imperativos del gusto y la conciencia” Con ello nos indica que la posición moral de quien está detrás de la lente determina el valor simbólico en la imagen y en la sociedad. De ahí la importancia de la responsabilidad ética de los reporteros gráficos.
Pasa con la Reportería gráfica que como diría Sontang que “Hay situaciones en las cuales el fotógrafo debe optar entre una fotografía y una vida” Hay fotógrafos de la línea de fuego que han dado su vida por una imagen, es el caso de una de las fotógrafa de la guerra civil española: Gerda Taro, quien murió en el campo de batalla, legándole al mundo un pedacito de esa realidad tan terrible de la guerra. Y hay otros como el estadounidense James Nachtwey, cuyas imágenes están cargadas de violencia, y para hacerlas se ha visto expuesto a cantidad de peligros de la guerra.
Al hacer fotografía uno le imprime el carácter moral a la imagen, estas pueden ser tan peligrosas como balas, una imagen puede condenar o exonerar de la muerte a alguien. No es un misterio que la fotografía es utilizada por los medios represivos para el subyugamiento y la censura de los bandos opuestos. Eso lo puedo ver simplemente cuando se hacen fotografías de los tropeles en la Universidad Distrital, la paranoia de los encapuchados no es infundada, se supone que es ese el motivo del uso de su capucha, para poder proteger su rostro y el de sus familias de las cámaras.
Se supone que el fotógrafo no interviene en la escena, es solo un ente fantasmal que se encarga de tomar registro de lo que pasa. Pero a veces esto puede tornarse de manera diferente. El reportero de El Tiempo Jorge Parga, durante la tragedia de Armero en el año 1985, estaba haciendo fotografías desde un helicóptero, ya que era absolutamente imposible poner pie en tierra, el lodo y la lava todo lo consumía. Estaba concentrado en hacer una serie sobre unos cadáveres sobre el fango, cuando de repente vio el cuerpo de un niño, de cuatro años aproximadamente, le pareció una buena toma y empezó a disparar. Después de algunas fotografías el niño empezó a moverse y con ello una vida fue salvada en medio de la tragedia. Guillermo Páez le debe su vida a una serie de fotografías.
El no intervenir a veces resulta inútil, pues sea a corto plazo como le pasó al reportero de El Tiempo, o a largo plazo, como es el caso de la bandera Rusa sobre un edificio Alemán en la segunda guerra mundial, siempre hay una intervención, se quiera o no. Esta puede ser física, ideológica y hace parte de la percepción que el mundo tiene de los sucesos.
Así vemos que la fotografía puede pasar de ser un Piccolo divertimento, cuya calidad e impacto social puede variar dependiendo quien la registre y quien tenga la capacidad de leerla. La fotografía hace parte del entorno social en que nos movemos, no son lineales, pero nuestra vida cronológica sí lo es. En conclusión la fotografía tiene la capacidad de ser una ventana a la memoria de quien la mira.
2 comentarios:
sobre la reportería gráfica o fotoperiodismo: http://asaltovisual.blogspot.com/2012/10/documental-reinventando-el.html
MUUUCHAS GRACIAS ANDRES!!!!
CCLM
Publicar un comentario