Por
Angela Salguero Tavera
El fue a dar una vuelta con su cámara, a recorrer las huellas de la memoria, a oler los aromas de la infancia, infancia perdida entre caminos y arboles que hablan después de callar bajo soles y sombras…
Una actuación perfecta, Mises en scenes del amor cautivo entre miradas y brazos de pasta dura. Maniquíes que crean mundos ficticios tan verosímiles como el mismo atardecer que los vio actuar como la noche que los durmió o como la nieve que los enfrió, pero que no helo su corazón de madera tallado a mano por el carpintero, el mismo que creo a pinocho, ¿Algo mas ficticio que eso?.. Diario encuentro de ficciones…
Bernard Faucon entendía asuntos como el homoerotismo, la manipulación, el modelaje y los cuartos de amantes, todo como un perfecto simulacro de la acción, representando una realidad obviamente subjetiva, realidad que mostraba tal como El la quería ver, capturando momentos aparentemente espontáneos, momentos eternizados, congelados en el tiempo, la imagen, la realidad siendo manipulada, transmitiendo, comunicando y haciéndonos sentir.
Entren en su mundo, sean parte de su puesta en escena y viajen hasta el lugar en donde los barquitos de papel flotaban, donde el columpio era el cohete a la luna y donde el árbol se transformaba en casa para fumar un poco al lado de la cama mientras mama no estaba.
www.bernardfaucon.net
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