FESTIVAL IBREOAMERICANO DE TEATRO 2014: UN VIAJE ALREDEDOR DE UNA MESITA DE TE.



                Fotografía parcial de la instalación La Maqueta del Dante de José Alejandro Restrepo
                                                         de  Andrés Romero Baltodano 



Por
Andrés Romero Baltodano.




Delfines sin escuela, cepillos que se mueven como si fueran a una fiesta de disfraces sin permiso, lunas de papel (sin los ojos de Tatum O’neal) humanos con tres brazos que se debaten entre un poema y una cuerda floja alrededor de sus cuellos, imágenes que solo se materializan en la mente de algunos y algunas que creen en el teatro como un espacio donde lo imposible es lo real y lo real lo imposible. Trece versiones atrás los espectadores del Festival Iberoamericano de Teatro hemos deambulado por mil espacios y palabras, gestos y barcos ebrios o blancanieves en tránsito hacia la antropología, cada vez que vemos venir como un Godzila trashumante el festival,alistamos nuestros ojos como nuestras almas para volver a enfrentar la creatividad humana convertida en una puesta en escena en salas pequeñas o claras o callejones de la memoria que nos traen a la mente las calles de Naguib Mahfuz…


La versión número catorce comenzó con una decepción al enterarnos que las obras tenían una clasificación absurda (nos gustaría saber quién determina esta velada “censura”) entre obras denominadas  “familiares” a las cuales podrían acceder niños (de un abanico pírrico y lánguido) cuando muchas de las obras podrían perfectamente ser vistas por ojos infantiles y si lo reflexionamos mas es un gran error que los niños no puedan acceder a las obras porque si no formamos públicos entonces en el futuro quien será su público? (es una pregunta suelta para que quede como reflexión inicial).


Pero arranca el viaje.
Y son muy variadas las opciones para quienes amamos el teatro y se nos antojan  como diferentes cangrejos en un hábitat del mar caspio.

La que inaugura nuestra avanzada es La Consagración de la Primavera montada por la compañía de Shen Wei dance Arts  y es increíble como la permanencia de la música hace que solo nos acordemos que la pieza fue compuesta por el joven Igor cuando fue llamado por los maravillosos ballets  de Serge  Diaghilev a principio de siglo justo antes de que comenzara la gran guerra y para que el inmenso Nijinsky hiciera su coreografía. Esta versión de Stravinski en manos de la compañía americana se caracterizó por su apuesta minimalista, su interesante puesta geométrica y una forma de enfrentar la “primavera” , desde las inflexiones y las insolencias de cuerpos que se movían  como en un naufragio de lágrimas. Precisión, matemática y una limpieza total en los movimientos hicieron de esta función un interesante abrebocas para lo que se vendría como una serpiente sin ojos.

Continuamos este largo y placentero viaje (que no es como el de Fernando Fernán Gómez a “ninguna parte”) en la búsqueda de un azul imposible como los de Yves Klein y cuando el escenario se apaga y aparece una mujer en escena y los tonos son de línea de mar de horizontes de colores, la sombra de Susan Sontag nos cobija desde el más allá con la adaptación del texto de Henri Ibsen: La Dama del Mar con el grupo  SESC-Bob Wilson de Brasil. Hablar de Wilson es infinito ya que es un artista multipropósito que ha transitado por las artes plásticas, la fotografía y por supuesto el teatro con una propuesta en general poética y minimalista.

Chile esta vez trajo al festival una propuesta muy interesante a partir de la novela del escritor francés contemporáneo Regis Jaufrette Historia de Amor (1998) y sobre ese trepidante texto aparecen dos actores que hablan del amor y el desamor que se estaciona uno de ellos en el asesinato cobarde y cruel, en un puesta en escena poética y que nos lleva al interior de un comic gigante donde los actores son parte de las viñetas y el recurso  se extiende de manera magistral acompañado de las palabras que van cruzando el cielo y que se van atornillando en los oídos de los espectadores. La adaptación de la novela tiene la dramaturgia de Monserrat  Quezada y Juan Carlos Zagal (quien dirige el grupo). Algunos se preguntan cine-teatro? Comic-teatro-cine?? simplemente otra vía para llevar a escena palabras, gestos e ilusionismo maravilloso.


En La Veritá una historia dirigida por el ya viejo amigo del festival Danielle Finzi (de quien en números pasados publicamos apartes de sus apreciaciones en las charlas con los directores que nos ofrece amablemente el festival) que toma  como punto de partida un telón encontrado que fue pintado por Dalí,  anécdota que   hubiera dado para que tal vez Jane Teller convirtiera el telón en un pensamiento azul o que Ítalo Calvino lo doblara en pedazos para ser consumido por pequeños carnívoros… aquí el telón parecía más un “gancho publicitario” que atraía con la fama y el marketing de Gala a muchos y entonces llega la pregunta era el telón o la obra, la obra tapaba al telón? El telón a la obra? Y al final vemos un montaje estéticamente bonito con los aislados números de circo a que nos tiene acostumbrados el Circo de Eloize pero sin mayor fondo o tesis.


Eurípides  siempre será una provocación y en su Medea , sus universos y micro mundos escritos han sido la tentación para quienes han realizado sus puestas en escena para teatro de muñecos, danza, teatro robótico, etc… transitar por sus escritos es hacer un peregrinaje alucinante por el amor, el dolor o la codicia del corazón, en esta oportunidad nos llegó una versión con “aroma” gay (un poco sin sentido) pero con una carga dramática de su protagonista Alma Prica que traspasa los sudores y las tensiones dramáticas. Interesante puesta en escena sobre ese fragmento de campo que podría estar recortado de las “espigadoras” de Millet, con una soledad apabullante y un cuerpo de ballet masculino más como un adorno homoerótico que con una verdadera participación actoral o dramática, el montaje lo dirige Thomaz Pandur  con la dramaturgia de Livija Pandur que además es reforzada con un impresionante trabajo de video projection al fondo del escenario realizado por Dorijan Kolundzja / Galería 12+  que asume una magia  y una aparición de imágenes profundamente sublimes  que se deshacen ante los ojos de los espectadores y se disuelven entre algunos de los actos tiernos o violentos que aparecen en escena cabe destacar la lírica y bella escena del asesinato de los hijos de Medea (a quien Pandur resuelve situar como dos adolescentes que imitan los gemelos).


Jon Fosse es de aquellos dramaturgos contemporáneos que resume lo post moderno con lo íntimo y desarrolla no fabulas a partir de historias, sino pedazos de huellas, murmullos, mujeres que se asoman en una ventana sobre un paisaje inexistente. Sombras de Fosse y May-Brite Akerholt se caracteriza por la sequedad poética el grupo De Ultvaltgte acentúa esta sequedad más desde el minimalismo que desde la precariedad en escena estos rostros de los niños y sus textos siempre como grandes faroles humanos que traen recuerdos envueltos en gaza, que se miran, se oprimen mezclados con estos personajes de fantasmagoría real personificados en estos ancianos que deambulan como zombis nórdicos, como sombras de lo que fueron, como cascarones de cuerpos que a veces están en la niebla o en las sombras macabras de sus propias vidas dejadas atrás hace varios lustros. Bello, estático y contundente montaje Noruego.


Needcompany ya había estado por estas heridas tierras y su paso por el festival había sido impecable. Sus puestas hipermodernas, su música profunda, la dirección de  Jan Lawuers como uno de los más punzantes  y profundos directores contemporáneos hacían preveer un delicioso plato para comensales que aprecian este tipo de propuestas. Esta vez la Need le encomendó la dirección de Esta puerta es muy pequeña (para un oso)  a la coreógrafa Grace Ellen y fue como si todos los terremotos hubieran caído sobre el escenario mostrando una obra de una liviandad que rayaba por momentos con el mas pésimo vaudeville. Montaje  de entretenimiento para tontos “muy tontos” parecía un stand up comedy viral de estos que ahora pululan en nuestras carteleras llenos de pelotas de letras y frases de doble sentido creadas por publicistas hambrientos de taquilla. El desorden y sinsentido en la puesta en escena , su vacuidad manifiesta, sus actuaciones sin fuerza y más emparentadas con cliches de teatro extremadamente comercial que persigue no la construcción de un personajes sino la imitación de un rol social  que haga reír,  fueron para este viajero del festival una carga engorrosa y pesada un punto mas negro que el septiembre de los secuestradores de Múnich. Error garrafal traer una obra de tan poquísima calidad a un festival que ya tiene unas bases sólidas y unos espectadores educados por el cincel de un Robert Lepage , Hamlet Machine, Slava Polunin o Ushio  Amagatsu.


El Hand Spring Puppet dirigido por el artista multifacético William Kentridge y con la maravillosa dramaturgia de Jane Taylor  en esta oportunidad nos trajo su Ubu y la comisión de la verdad   un valiente, político y bello retrato de la violencia desde los procesos denominados actualmente de restitución, recuperación de memoria, reconciliación, etc. que mezclaba el proceso real político del odioso Apartheid (instaurado desde 1948) y que según Kentridge  aún subsiste en Suráfrica con el luminoso texto de Alfred Jarry que precisamente ahonda sobre el poder y sus colmillos sucios, sobre el gobernar y los gobernados, sobre las familias que se perpetúan. El texto de Alfred  Jarry fue estrenado en el Teatro de L´Ouvre en París en  1896 recibiendo protestas y vítores de la opinión dividida en el teatro (ellos mismos no sabían que pronto iluminaría el horizonte el teatro de la crueldad) la puesta asume la historia desde la dualidad de los actores que recrean una escenografía modular y muy puntual con el trabajo de unas grandiosas marionetas que toman vida como cuchillos sin tregua que se erigen desde su aparente forma inerte en magníficos monstruos de hombres azules que atacan, niñas que hacen barquitos de papel y esperan besos como pequeños hielos en sus labios.


Los testimonios del texto que mezcla Taylor con el de Jarry son reales y proceden de una investigación profunda que se hizo en la comisión de la verdad (por momentos nos llegaba a la cabeza el punzante y doloroso documental “The Act of Killing” de Joshua Oppenheimer o nuestros oscuros procesos al respecto) limpia, demoledora con la ayuda de las hermosas animaciones en tinta de Kentridge que recoge los diseños originales del Ubú egocéntrico dibujado por el propio Jarry, el agua de tinta, las tinas, los animales fantásticos hacen de esta versión de Ubú politizada y documental un eterno viaje al país y al árbol de la memoria, ese que aquí no nos podemos quitar ya que al parecer la tragedia de la sangre se multiplica cada día mas bajo el manto de silencio de tantos.


La última estación de estos fragmentos de viaje alrededor de una mesa de te, fue la obra de Finlandia Partir La obra transcurre sobre cambios de escenografía y proyecciones multimedia creando cierto universo más externo que imperativo poético, técnicamente es impecable pero tal vez falta aquello que hace que la reflexión nos empuje al ascensor de las palabras dichas y no dichas, de los actos del cuerpo, de las despedidas, de los ojos que se cierran como en el bello video del grupo Opale donde esta mujer cambia de color en su rostro.


Partir parecía mas un ejercicio técnico de aquellos que uno ve en los protocolos de uso de algún tipo específico de películas, donde en el video van mostrando características de la película misma y vemos el rostro opaco cuando se usa con cierta luz, brillante si se usa tal filtro o sea es mas un desempeño técnico con una pavorosa falta de ideas de fondo, que permitan que cuando  vemos el rostro de la actriz se nos caiga París entero o retomemos la ternura.


Y para terminar este viaje vale la pena también hablar de la inclusión esta vez en el festival de un proyecto de instalación permanente que fue planteado en el denominado monumento a los Héroes (vale la pena recordar que fue planeado por aquel ser infausto para nuestra historia llamado Laureano Gómez) por el artista plástico José Alejandro Restrepo que denominó: Maquetas para el Dante  donde los espectadores subíamos por la parte externa del monumento y entrábamos en sus entrañas donde los videos de José Alejandro se estrellaban contra las paredes de ese “estómago” vacío de hormigón. La alusión a la Divina Comedia y el descenso a los círculos del infierno, la aparición de un Pablo Escobar video, una versión de Hamlet y su atmósfera opresiva, hacen de esta instalación un trabajo que se desplaza desde la memoria hasta los juicios y permite varias elaboraciones alrededor de ella.


Termina este pequeño recorrido por algunas de las obras que vimos en el festival. En la generalidad es un buen balance contradiciendo al columnista Manuel Drezner quien justo hoy que escribo este articulo publica una especie de diatriba en el periódico El Espectador contra lo que el denomina teatro experimental (hay que recordar que en el arte nada es experimental sino son variables creativas) y lo culpa del alejamiento del público de las salas (tal vez tiene razón en que el público venía muy mal acostumbrado pensando en repetir dramaturgos y obras y que la timidez de salir de la zona de confort como público no es la más adecuada) por el contrario creo que los festivales entre mas propositivos cumplen mejor su papel porque no hay que confundir el enjambre de la denominada cartelera (realizada pensando en target específicos y donde vemos desde basura pura hasta sainetes de quinta o “obras para niños” llenas de ositos y ternuritas propias de la infancia de los años cincuenta) con la programación de un festival que debe tener como norte la diversidad y no la repetición de los cinco mal llamados “clásicos” que tal vez son interesantes pero es que el teatro no solo lo escribió Moliere sino Vietnamitas sin ojos, hondureños con las manos vacías, colombianos amordazados, yemeníes con sed.








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