"ALTIPLANO" : UNA EVOCACION A LA CONQUISTA Y SUS CONSECUENCIAS
Afiche Promocional de la Película
Por
Catalina Insignares
Gustavo Rojas
Estudiantes Medios Audiovisuales
Especial para La Moviola
¿A
dónde nos lleva el camino por el que transitamos? ¿Cómo es que cada paso que
dimos ayer ha supuesto la construcción de un camino que entre la certeza y la
duda nos ha traído al ahora? La causa y consecuencia son dos factores que en la
trama lineal de Altiplano (2009) se
acoplan a la perfección como una suerte de engranajes de reloj que al ritmo del
minutero poco a poco va consumiendo su tiempo en la pantalla.
Grace
es una fotógrafa que tras ser víctima de la violencia en Irak ha vuelto a casa
con estrés postraumático y ni siquiera en su hogar logra sentirse completamente
a salvo. Se mantiene en una constante depresión que la hace vulnerable y
frágil. La vemos por primera vez en la secuencia de la guerra: un plano medio
en el que avistamos a un personaje que se esconde tras la lente de una cámara
reflex con el dedo temblándole sobre el obturador. Sabemos que nos está viendo
a través del lente, lo que no sabemos es que es lo que ella ve desde este
mismo, de esta manera lo que sucede con nosotros se convierte a este punto en
un completo enigma; a continuación la cámara nos propone un travelling circular
para poder revelar nuestra situación como espectadores, de tal modo empezamos a
ver la situación en la que ella se encuentra, vemos a sus agresores pero sobre todo
a quien apunta y sostiene el arma; tras un par de segundos el arma es
disparada, Grace obtura, los agresores huyen, ella empieza a gritar, por un
instante creemos que esta lastimada, que ha recibido la descarga, que ella
morirá, el traveling se completa y delante de ella no vemos nada más que un
paisaje árido y desolado.
La
fotografía y el arte de esta secuencia nos mantienen en una bruma constante que
refleja en conflicto de Grace y lo “oscuro” y nebuloso que será para ella ese
momento guardado en su memoria y en la película fotográfica de su cámara. Se
mantienen tonos tierra dentro de la paleta de color de esta secuencia que dan
inicio a esa transformación del personaje que pasa de encontrarse en medio de una
guerra con toda su estabilidad emocional (reflejándolo con unos colores
cálidos) a quebrantarse casi de inmediato con una paleta fría, tendiendo a los
azules en el resto de la película.
En
paralelo los directores nos trasladan al otro lado del mundo, en un pueblo
ficticio del Perú, el contraste es total y completo, violencia y religión, las
viejas costumbres de los indígenas del nuevo mundo sobreviviendo a un arraigado
cristianismo que lleva allí desde la época de la colonia, sin embargo lo que
llama la atención es la fácil mixtura creada entre las representaciones del sol
y la luna quienes son (o fueron) deidades milenarias para estas culturas y
quienes de hecho le hacen antesala a la estatua de la Virgen María. Por primera
vez vemos una sorpresa cultural que se nos revela a modo de instantánea, de una
manera fluida y verosímil. Y entonces entendemos poco a poco que entre el aquí
y el allá propuesto por esta historia habrá un continuo choque de conflictos
que acercaran ambos hilos de la trama a un punto de convergencia.
Por
causas fortuitas esta Virgen en su pedestal termina vuelta añicos ante el
terror de las mujeres del pueblo, entre las que se encuentra Saturnina, nuestra
segunda protagonista, la representante de un mundo puro y virgen que se
expondrá a la gracia de la conquista junto con todas las desgracias que esto le
acarree. La fe se quiebra desde el inicio de la película y para los habitantes
del pueblo es un mal presagio, vemos a la virgen caerse y seguido vemos un
plano del mercurio brotando del suelo alrededor de la Iglesia, vemos a los más
chicos botarse al suelo en slow motion para tocar aquel líquido, vemos mujeres
llorando desconsoladas por el rompimiento de la Virgen. Todas estas imágenes
significan la pérdida de la esperanza, el acecho del mal o de algo siniestro
que promete hacer daño y traer lágrimas.
Altiplano narra las historias de
estas dos mujeres que en principio no tienen nada en común pero cuyos destinos
trazaran dos líneas parabólicas en las que sus rumbos (aunque no sus vidas)
estarán destinados a encontrarse. De esta manera este filme haya su común
denominador con referencia a la línea argumental que sus propios creadores han
desarrollado en el resto de sus proyectos.
Peter
Brosens y Jessica Woodworth tienen una estética narrativa en la que decantan el
peso de la historia en cada paso que dan al construirla, usan la filosofía del
camino como fin a la hora de ficcionar pero convierten al mismo tiempo ese
camino en el fin mismo; los espectadores se ven muy de repente hasta el cuello
en un drama que propone puntos de reflexión profunda con respecto a la forma en
la que tanto los entornos como las mismas personas que lo llenan influyen en la
vida de cada individuo.
Lo
interesante de este filme es que contiene una gran cantidad de referentes
simbólicos que vistos en perspectiva (y también en proporción) conforman una
versión a escala de lo que fue la vida del continente americano antes, durante
y después de la conquista; podríamos recomendar más de un visionado para poder
verla desde varios de estos puntos críticos.
También
se agradece la representación de una de tantas consecuencias que esta conquista
le llevo al viejo mundo, pues tiempo después de todos los daños y perjuicios
que esta colonización y explotación del nuevo mundo se vio acabada, sus
posteriores protagonistas se desplazarían a un continente en cenizas para poder
entender porque tantos hombres murieron, ¿Por qué siguen muriendo hoy en día?
¿Será por el oro? ¿Por qué más riquezas?
Esta
historia contiene todos los elementos y todos los personajes muy bien
compactados, tan bien compuestos están sus versos visuales que hasta la
naturaleza que generalmente es solo un personaje, aquí se subdivide en varios.
Los residuos tóxicos que deja la minería, en este caso el mercurio, son y
fueron elementos desconocidos para las poblaciones aborígenes que admitieron su
belleza pero nunca pudieron reconocer su valor aunque siempre supieron que lo
tenía. El mercurio se vuelve de esta manera en un antagonista infiltrado, todos
sabemos que es un villano, pero también se aprecia la forma en la que estos
nativos ignorantes de las consecuencias que este elemento les causa, lo
convierten también en un elemento para la adoración, lo hacen una forma de pago
penitenciario divino, un trueque con la deidad de los cielos a cambio de algo
de reciprocidad. También vemos este mismo caso con el hielo.
La
tragedia Shakesperiana se entreteje en tres actos, la preparación de la novia y
reconocimiento del ser amado, vemos a la mujer con su corrillo de madrinas
viendo al futuro y anhelándolo, la vemos en su vestido añorando que la
reconstrucción de la Virgen se lleve lo más rápido posible porque sin ella no
podrá contraer matrimonio, posteriormente viene el nudo, la despedida de su
amado hacia los glaciares porque el agua de glaciar es agua bendita, pero el
guion es hábil y a su vez en esta misma escena vemos la preparación de la
tragedia, el hombre de espalda camina alejándose a través del puente colgante
que se tambalea a cada paso que da, de repente se detiene y se vuelve, de su
nariz brota sangre; esta escena es especialmente bella porque combina elementos
tangibles como intangibles que le dan esa proyección metafórica, el escenario,
el paisaje, el colorido vestuario, la pasión de sus dos personajes, la
despedida, la forma en la que esta mujer le pide que no se valla y la
testarudez con la que este asume su posición. Al verlo sangrar sabemos que ese
puente que él recorre es el puente hacia el más allá, ella no lo volverá a ver
jamás.
Por
otra parte vemos a los médicos de la región, médicos que diariamente reciben
pacientes que se están quedando sin visión, si bien ellos tratan las
enfermedades de la población, hay que denotar que ellos tampoco saben a ciencia
cierta cómo es que se está produciendo la gran ola de ceguera masiva; la
intoxicación por consumo de agua con mercurio se expande y los médicos terminan
siendo víctimas de aquellos a quienes pretenden ayudar al ser el prometido de
Saturnina encontrado muerto.
La
muerte de este hombre se nos presenta por medio de una secuencia bastante
interesante cargada de simbolismo, en primer lugar lo vemos solo en los
glaciares, extrayendo un trozo de hielo para llevárselo a saturnina, allí vemos
como el consagra su esfuerzo a la virgen, los primeros planos de los objetos
expuestos en contraste con los planos abiertos del lugar nos regalan una
sensación de paz inigualable; el mercurio nuevamente es usado como prenda de
trueque divina, es un modo de pago. Una vez este se encuentra regresando lo
vemos atravesando un campo con hombres que visten máscaras; esta es la
representación de las almas, con este plano general los autores nos permiten
saber que como el destino de este hombre ha habido muchos otros más, después de
un par de segundos, la cámara hace un paneo hacia la derecha y es en ese
preciso instante cuando podemos ver a este hombre tirado en el suelo, la
tragedia ha llegado casi a su punto culminante.
La
larga espera de Saturnina en pro de la reconstrucción de la Virgen se ve
acompañada de una larga caminata también al campamento de los médicos. Sabemos
que estos no pueden ayudar a su madre porque no saben bien lo que le esta
sucediendo y sabemos que de esta manera los sujetos conquistados comienzan a
volcar toda su ira en quienes ellos creían que podían ser el remedio de sus
vicisitudes. Vemos en todo este fragmento de la película el inicio de la
revolución criolla y las guerras de independencia, guerras que se desatan
cuando aparece el primer muerto.
Altiplano es una historia bien
escrita y bien concebida de principio a fin porque logra una amalgama de dramas
individuales que conforman esta pequeña maqueta de la conquista, cuenta mucho
en un tiempo corto y lo hace a un ritmo pausado y sin afanes, esto es debido a
la habilidad de su fotografía y la versatilidad de sus secuencias, en las que
las que cada frame funciona en pro de la historia global de la misma manera que
otorga una postura individual del individuo. La tragedia de Saturnina se nos
presenta de una manera ágil y bien medida, con elementos simbólicos tanto en su
diseño de producción, dirección de fotografía e incluso edición; llama la
atención el contraste con el que tanto Saturnina como Grace asumen la muerte de
sus seres amados, la primera con un acto fallido de rebelión y posteriormente
optando por la muerte como la única forma de revelarse y la segunda
emprendiendo un camino de reencuentro espiritual para poder lavar los
remordimientos que lleva consigo y tal vez aceptar ese suceso que le marcó la vida.
Las dos historias se construyen y se complementan paralelamente y quizá por eso
su narrativa se siente tan bien decantada, pues vemos desde cada una de las
protagonistas un concepto de sensaciones que contrastan y a la vez se
complementan entre si.
Es
ese momento en el que ambos hilos convergen, un momento de la historia que se
da de hecho mucho antes de que Grace logre llegar al altiplano y es justo en el
que se nos revela la verdad sobre la secuencia inicial del inicio de la
película, vemos que la fotografía que ella tomo capturo el momento en el que un
hombre es asesinado, la luz ha iluminado la verdad que el traveling circular de
la cámara no nos pudo revelar del todo en principio, es una especie de
emulación de la traslación de la tierra alrededor del sol en la que sus
diferentes posiciones con respecto a la estrella iluminan unas partes más que a
otras.
Retomando
el tema de la reconstrucción de la Virgen, cabe resaltar que tanto el sol y la
luna seguirían el lento peregrinaje de su reconstrucción de inicio a fin según
las costumbres de los indígenas en esta población. Le otorgan cualidades
milagrosas el hecho de que sea un hombre ciego el encargado de reconstruirla y
dejarla como estuvo antes, y esta misma reconstrucción se vuelve una suerte de
hilo conductor, se convierte en una línea de tiempo que amalgama los caminos de
ambas mujeres, la una caudillo de su propia causa y la otra historiadora de la
suya. A medida de que esta Virgen se reconstruye las historias de estas dos
mujeres se deconstruyen, la fe se demora mucho en reconstruirse tal como se
demora la reconstrucción de esta Virgen.
Poco
a poco vemos cómo es que cada línea narrativa converge en un cuello de botella
en la que los carriles de la historia se van juntando, el plano en el que Grace
escucha uno de los videos de su esposo prometiéndole que al otro año si
visitarían el rio y si irían a hacer una que otra cosa denota las promesas que
nunca se volvieron realidad y que nunca lo harán, en cuanto a guión vemos como
este tipo de pequeños detalles le otorgan una carga dramática al personaje que
no puede soportar la idea de saber que todos los sueños e ilusiones han
desaparecido por completo y ella no entiende porque, así que a modo de duelo
emprende el peregrinaje para poder comprender como es que la muerte llega de
una manera abrupta y nos arrebata
nuestra vida a pedazos, los mismos pedazos con los que un ciego reconstruye una
estatua, una vida que ella quiere recuperar.
El
enigma de la muerte es un combustible de alto octanaje que dura carburando la
historia de inicio a fin, quizá para Saturnina sea algo ajeno pues ella en
principio está inmersa en su idilio de amor, pero para Grace resulta una
cuestión más interna pues todas sus noches en vela se centran en el hecho de
recordar que estuvo tan cerca de la muerte que pudo capturarla a través de su
cámara, que ese hecho le granjeo su nominación al Pulitzer y que para ella este
factor lo hace aun mas denigrante, sin dejar de lado el contraste que se hace
en la misma secuencia al verla escuchando uno de los videos que le enviaba su
esposo. Concluimos que es tan fácil capturar la muerte en un solo frame pero al
mismo tiempo resulta imposible devolver un ser a la vida con un millón de
ellos, al fin de cuentas la muerte es la nada y hasta el vacío entre un par de
estrellas se puede retratar.
La
edición de varias secuencia es llamativa en todo momento ya que envuelve a cada
personaje en una burbuja de emociones privadas, momentos previos antes de que
Saturnina despidiera a su hombre la vemos girando en el altiplano, feliz porque
sabe que su destino esta acordado, cuenta los días para que ese sueño del
cuento de hadas andino se convierta en realidad; posteriormente la vemos
suicidándose en frente de la misma cámara que el esposo de Grace dejo al
momento de su muerte, se graba ella misma bebiendo el mercurio y muriendo; en
este punto cabe resaltar el aumento de simbolismo de la película, la habitación
de Saturnina se abre, cada una de sus paredes parece caer y entonces vemos su
cuerpo interfecto en la cama y al fondo el paisaje árido y desolado del
altiplano, entendemos que los cuerpos se van, pero en ese basto altiplano las
almas permanecen, perduran y vuelven a la vida en el más allá. Ella se ha
convertido en un alma en pena, en una mártir. El velorio se nos presenta en
blanco y negro y la escena de traslación que antes vimos con Grace ahora la
vemos con Saturnina pero con elementos más contrastantes, ella está en primer
plano de cara al sol y muchas personas le rodean, sabemos que la rodean a causa
de su velorio, la cámara y ella empiezan un movimiento de traslación, un
traveling en el que tanto cámara y ella se mueven sobre un mismo eje y los
rayos de sol se desplazan a lo largo de su rostro, como si ella simulara ser la
luna que pasa de su estado de luna llena a luna nueva, es un viaje de la luz a
la oscuridad como forma de despedirse del viejo mundo, entretanto Grace
continua este mismo peregrinaje y llega a la misma tierra en la que este
altiplano que esta siendo explotado y perjudicado por mano extranjera esta
siendo modificado poco a poco, vemos como durante su camino hacia Turubamba el
alma de Saturnina se convierte simbólicamente en un elemento más que va por el
mundo.
Los
autores nos muestran esta secuencia guiñando el descenso de Lázaro al infierno,
un lugar en el que para poder salir tuvo que morir en primer lugar, el camino
se hace pesado a cada paso y Grace logra finalmente llegar a la plaza del
pueblo, mismo escenario en el que se presentaron los cuerpos de ambos hombres
amados. La clínica ya no es lo que fue antes, es solo un lugar desolado que se
llena de tierra y polvo día a día, y el sol y la luna siguen esperando a que la
virgen finalmente este reconstruida; al tiempo ellos mismos son testigos de
todo lo que ha sucedido en ese escenario central y sabemos que ellos dos juegan
un papel importante en el cuadro general del filme, pues muestran la posición
del espectador: un testigo omnisciente de la acción.
El
agua es otro de los hilos conductores de esta historia. Es por allí por donde
llegan las aguas envenenadas y es por esto que por allí se van las fotografías
enmarcadas de todas las víctimas mortales de este veneno. Saturnina se ve
entrelazada con el agua y su vestido de novia; esta agua le quitó su tan
anhelado sueño de casarse, es una traición divina el hecho de que el elemento
mas vital para la vida sea el causante de muerte, quizá el largo recorrido de
estas aguas con el vestido de saturnina sumergido en el signifique su
purificación. Vemos planos largos con un montaje lento que nos permite apreciar
las fotografías de todas estas personas navegando sobre un agua silenciosa y
calmada; nada se puede hacer en contra de los grandes, sólo queda resignarse.
La
temática principal de Altiplano nos
muestra a un pueblo que sufre las consecuencias de la llegada de una
multinacional que explota mercurio y envenena las aguas pero realmente esto no
es lo único de lo que habla la película. Nos presenta a dos personajes
femeninos que en medio de sus debilidades tienen coraje para superar las
adversidades que la vida les trae, mujeres valientes que nos dejan con el sabor
positivo del poder femenino como agente de cambio. Grace, la fotógrafa
documental carga con la culpa del asesinato de su guía en la guerra de Irak
pero finalmente logra cargar con el duelo de la muerte de su marido
enfrentándose a sus propios miedos al ir a una región de Perú que ella
desconoce y que se encuentra en guerra entre los campesinos de la región, el
ejército y la multinacional, para ella volver a este lugar es revivir su pasado
lo cual la hace verse como una mujer fuerte. Por el otro lado tenemos a la
campesina peruana Saturnina a punto de casarse con un hombre de su pueblo que
termina envenenado por la contaminación de las aguas de la región en la que
vive. Saturnina y en general las figuras femeninas de esta región luchan
incansablemente (luego de la muerte del prometido de Saturnina) por hacer
justicia a la muerte de los hombres que han muerto por la misma causa. Ellas
son las principales líderes de este movimiento en contra de la multinacional y
son las que pelean en mayor cantidad. Saturnina se suicida prefiriendo morir en
sus propias manos que en manos de gente desconocida y sin honra. El personaje
de Saturnina es la ejemplificación de la figura femenina potente, superior,
aguerrida capaz de desafiarse a sí misma hasta la muerte dejando claro que
muere porque ella lo decide y no porque los demás puedan decidir sobre su vida.
Estos dos ejemplos, entonces, nos concluyen que en esta película la presencia
femenina es fundamental a nivel mundial. Mujeres de diferentes culturas luchan
por superarse a sí mismas y por elevar sus voces en contra de lo que no
consideran justo; la película nos habla sobre el feminismo y la lucha del poder
de la mujer en el mundo pues las dos llevan cargas diferentes que soportar pero
que finalmente convergen en el mismo punto y que se solucionan de maneras
distintas pero importantes desafiando sus creencias, miedos, principios y
culturas.
En
la película vemos reflejado lo
mencionado anteriormente. Por composición distribución piramidal en los planos
nos damos cuenta de su superioridad, los vestuarios que destacan a las dos
mujeres de los demás personajes que aparecen, sus miradas hacia la derecha (en
la mayoría de encuadres) mostrando su lado benevolente y poderoso nos
demuestran que la temática del feminismo en esta película es poderosa.
Altiplano
es una película resultante de una co-dirección entre Peter Brosens y Jessica
Woodworth (Belga y Estadounidense respectivamente). La película fue realizada
en el año 2008 y estrenada en el año 2009. Estos dos directores ya habían
realizado otra película a modo de co-dirección llamada Khadak en el año 2006 en Mongolia que trata sobre un joven nómada y
su pueblo en tiempos en donde una plaga hace posible la realidad de acabar con
el nomadismo. La película también se desenvuelve en un entorno minero, en este
caso de minería a cielo abierto y también hay una crisis en el pueblo en el que
el joven Mongol vive. Esta película ganó 20 premios alrededor del mundo.
El director
Peter Brosens nacido en el año 1962 trabajó durante 13 años en Mongolia con
varios proyectos. Él visitó Perú en 1984 e hizo un trabajo de campo amplio
sobre la integración de los asentamientos de invasión en Lima. Vivió y trabajó
dos años en Guayaquil, Ecuador donde hizo un estudio de migración de los Andes
(1988 a 1990) y en el 92 hizo una investigación sobre las formas epidémicas de
suicidio protesta en las regiones centrales ecuatorianas. Realizó un documental
titulado El camino del tiempo (1992)
y este es uno de los resultados de toda su investigación en esta región
latinoamericana. Desde el año 1993 hasta el año 1999 co-dirigió y produjo una
trilogía Mongol de documentales que recibieron veintitrés premios, fueron
seleccionados en mas de cien festivales y distribuidas por todo el mundo.
Por otro
lado Jessica Woodworth nacida en 1971 estudió literatura en Princeton y Teatro
clásico en Oxford. En el año 1994 trabajó en televisión Parisina y vivió en
Hong Kong. Realizó un documental titulado The
virgin diaries realizado por haberse ganado una beca para realización. Este
documental fue producido por Peter Brosens y fue nominado en el Fesival de cine
de Amsterdam en el año 2002. La trayectoria de esta directora es realmente
corta, su vida cinematográfica comenzó en el año 1999 con un documental
titulado Urga Song, las siguientes tres producciones que realizó han contado
con la presencia de Brosens.
Actualmente
estos dos directores tienen una productora independiente en Bélgica para la
realización de cortometrajes llamada BO Films.
La
película Altiplano se estrenó en la
competición Critics’ Week del Festival de Cannes en el año 2009 pero fue
realizada durante el año 2008. Esta película da cuentas de la investigación
profunda que realizó Brosens en Latinoamérica en especial el derrame de
mercurio en Choropampa en el año 2000 en donde 151 kilos de mercurio líquido de
la minera Yanacocha fueron derramados en 27 kilómetros de la vía que atraviesa
esta comunidad. La empresa minera ofreció recompensa a los habitantes de la
región, por cada kilo que recuperaran de mercurio se les daría 100 soles.
Muchos niños salieron a las calles a juntar lo que más podían en baldes.
Alrededor de 750 personas quedaron con secuelas por la intoxicación de
mercurio. La empresa pagó indemnizaciones y pavimentó las calles. Las
indemnizaciones que le dieron a la población de Choropampa les quitaba la
oportunidad de ejercer acciones penales en contra de la minera. En el año 2008
la Dirección Regional de Salud de Cajamarca tomo muestras de los suelos de
Choropampa y concluyeron que 7 de 18 viviendas estaban aún contaminadas con
mercurio, grandes porcentajes de pobladores de la región seguían presentando
dolores de cabeza, visión borrosa, fatiga, mareos y otros síntomas asociados al
envenenamiento con mercurio. La evaluación médica realmente nunca se realizó
por falta de sanciones penales y por los acuerdos de más del 95% de la
población afectada de manera privada con la empresa.
Estos
hechos nos explican el porque la película se realizó en Perú y como el contexto
social de la película esta estrechamente ligado a este suceso histórico. La
intensión de la película se basa en generar reflexiones en el espectador a
partir de un hecho real que se ficciona en la película y que pone en juego la
ética empresarial y humana y la falta de responsabilidad sobre hechos que
afectaron a muchos seres humanos. La intensión de los realizadores más que
alzar la voz es permitir al espectador reflexionar.
La
película también busca visibilizar las poblaciones patrimoniales de la región
latinoamericana que se ha visto perdida por la llegada del mundo moderno y
globalizado a nuestras sociedades en donde dejamos pasar por alto hechos que
atentan en contra de nuestra naturaleza pero ni siquiera nosotros mismos nos
damos cuenta de ello.
Altiplano
(2009) es la penúltima película realizada por estos dos directores, si nos
fijamos en la biografía de ellos se entenderá que son personas que siempre han
estado ligadas a la parte documental e investigativa del cine, es por esto que
se realiza un previo y profundo estudio antes de la realización de la película
en cuestión. La película es filmada en Bélgica y Perú; ganó premios en muchos
festivales independientes como el Festival internacional de Bangkok, el Lucania
Film Festival, El festival de cine europeo de Virton, el Festival internacional
de cine Tofifest entre otros. La última
película de esta dupla se titula La
quinta estación (2012).
Otro de
los sucesos importantes en la película es el hecho de que Grace, fotógrafa de
guerra, se encuentre en Irak y que el suceso que haya marcado su vida haya sido
ver como asesinaban a su guía frente a sus ojos porque ella tenía una cámara en
mano. Esta guerra comenzó en el año 2003
con la justificación de que en Irak se estaban produciendo armas de
destrucción masiva lo cual aparentemente afectaba y amenazaba la seguridad
nacional de Estados Unidos de manera directa.
La
reportería gráfica ha sido una herramienta fundamental en el desarrollo de las
guerras a lo largo de la historia pues es lo único que logra mostrar lo que
ocurre y que la televisión no muestra por intereses privados o simplemente por
censura. Los fotógrafos en la guerra de Irak (y consideramos que en general en
todas las guerras) siempre han puesto por encima de ellos mismos y de su
integridad física y psicológica su trabajo y su pasión con la capacidad de
llegar hasta a estar en peligro de muerte o simplemente morir. Los reporteros
de la Guerra de Irak buscaban siempre ir más allá para permitirle al mundo ver
desde nuevos puntos de vista la guerra; esta ha sido catalogada como la guerra
más mortífera para los periodistas con relación a las demás guerras de la
historia del mundo. Los periodistas no sólo se vieron afectados permaneciendo
en el lugar del conflicto si no también fuera de él. En el año 2010 se habían
registrado 230 muertes de personas relacionadas con los medios, el 87% de ellos
eran iraquíes.
La luz
que nos da este conflicto es muy importante para la película pues en ella se
especifica un conflicto importante que sufre una de las dos protagonistas del
filme en donde existe en ella la contradicción de poder ser famosa y salir a la
luz después de haber ganado uno de los más importantes concursos de fotografía
documental a nivel mundial y su dolor y culpabilidad por haber sido la causante
del asesinato de su compañero y amigo Iraquí. Es imperativo mencionar que las
dos situaciones de las dos protagonistas se entrelazan porque surgen de
conflictos que, además de ser fuertes a nivel social, se ligan con el corazón y
con sentimientos profundos y humanos; son dos situaciones de guerras
diferentes, de lucha y presencia que terminan convirtiéndose en las
adversidades que se atraviesan victoriosamente.
Ambas
son expuestas a un estado de soledad interna que las deja paralizadas y que a
la vez después de un tiempo les impulsa a seguir adelante, les brinda
convicción y tenacidad pero sobre todo
el valor de emprender cualquiera que sea el camino que decidan recorrer, muy
largo o muy corto.
Esta
película se nos presenta como un desglose de situaciones fuertes que
condicionan la vida humana y son los sentimientos y el poder de los mismos.
Como nuestros sentimientos y vivencias pueden hacernos fuertes o débiles y
encaminar nuestras vidas hacia un punto determinado. El cine realizado por estos
dos directores es un cine de introspectiva a la vida humana y las emociones que
nos mueven, a irrumpir en ese espacio privado que nos forma o deforma, lo hacen
como Tarkovsky que se centra en los conflictos internos para navegar a través
de los mundos de sus personajes.
La
historia logra un climax que eclipsa y logra detalles de poética narrativa que
conmueven como la piedra que le es regalada a Grace para que condense en ella
todos sus dolores y remordimientos y que al llegar al final se su camino abandona
en el agua, esa misma agua con la que se consagran ceremonias en nombre de Dios
pero que a la vez se ha llevado y llevara muchas vidas en la continuidad
hipotética de esta ficción.
CIBERGRAFÍA
Libros marcados, la otra literatura y otros crímenes. (a propósito de una exposición)
Tarjeta de invitación a la inauguración de la exposición
en la Galería de Artes Landivar Ciudad de Guatemala.
A propósito de esta exposición Jorge Carro L. nos comparte su presentación.
Por
Jorge Carro L.
Ciudad de Guatemala
(Guatemala)
Al igual que mi paisano Víctor Hugo Ghitta. Periodista, secretario de Redacción del
diario La Nación (de Buenos Aires), cuando era adolescente husmeaba en librerías de viejo en busca de
ejemplares que tenían a veces dedicatorias personales y anotaciones en los
márgenes. Era (soy) un “husmeón” de libros...
Eran
(son) piezas extrañas, porque por lo menos yo,
rara vez me desprendo de un libro que me ha sido dedicado o en cuyos
márgenes he dejado impresiones, comentarios y hasta puteadas. En esas líneas
escritas a mano, a veces con letra incomprensible, he intentado hablar con los
libros.
En
ocasiones firmo con mi nombre y dejo
escribo una fecha que me recuerda el tiempo en que nació mi amistad con ese
libro. También he anotado y anoto junto al texto, comentarios que en algunos
casos pueden ser como una crítica o dan
pistas acerca de mi modo de pensar. Estas notas suelen dar testimonio de
criterios compartidos entre el autor y yo. En ocasiones develan mi carácter
obsesivo, cuando debajo de mi firma y de la fecha, escribo: "Empiezo a transitar su lectura un lluvioso sábado a las 15:30”
Durante toda mi larga vida, firmo en las primeras páginas como un modo
de gritar a los potenciales ladrones que ese libro es mío y casi siempre
escribo comentarios iniciando una inacabada conversación que suelo retomar al
releer el libro y que me permiten, en no en pocas ocasiones, avergonzarme de
las ingenuidades y errores cometidos por mi insolencia de lector de tiempo
completo.
Esta,
acaso conversación del lector con un libro, se llama “marginalia”. –palabreja
que se refiere a lo que se escribe en los márgenes y cuya autoría se debe
al poeta romántico inglés, Samuel Coleridge.
Heather
Jackson, profesora de literatura en la Universidad de Toronto, publicó en 2002
un ensayo “Marginalia: Readers Writing
in Books”, con el que estableció una genealogía que va de De Quincey a
Graham Greene, es decir del 1700 al 2000... De semejante tarea pudo extraer
varias conclusiones. Entre ellas, que no
siempre estuvo mal visto marcar libros, ni siquiera cuando fueran ajenos. Y al
parecer, es a Coleridge a quien se atribuye el
latinismo “marginalia”, plural de “marginale”: lo que se anota en los
márgenes.
Cuenta Jackson – según Lucas Mertehikian (periodista y licenciado en
Letras por la Universidad de Buenos Aires) -
que las anotaciones de Coleridge se habían vuelto tan famosas que sus
amigos le pedían que les marcara sus libros antes de leerlos. Esta costumbre no
incluía sólo a Coleridge, pues hasta mediados del siglo XIX era una costumbre
habitual marcar los libros antes de regalarlos, algo que hubiese escandalizado
seguramente a cualquiera de nosotros.
¿Qué
pasó después de 1850 para que este hábito cayera en desuso? Según Jackson, la
principal razón fue la expansión de unos cancerberos bibliotecólogos de una red
de bibliotecas públicas, que iniciaron
su lucha contra las marcas de los lectores. En el sitio web de la Biblioteca de
la Universidad de Cambridge, una de las principales fuentes de consulta de
Jackson, los potenciales lectores son advertidos acerca de lo que se puede y no
se puede hacer con los libros. El título del apartado cuarto es elocuente: “Marginalia y otros crímenes”, con lo
cual es posible que sea cierto que puede
hacerse un juicio al lector.
Justamente pensé en esta costumbre mía, cuando leí que en
el MALBA (Museo de Arte
Latinoamericano de Buenos Aires ) se inaugurada el ciclo "Libro marcado” e
hice mías algunas historias de Víctor Hugo Ghita (publicadas en “La Nación”, el
pasado domingo 7 de junio ( http://www.lanacion.com.ar/1799518-libros-marcados-la-otra-literatura ) como una amiga suya, recientemente divorciada,
le había contado a la salida de la exposición, todavía conmovida por el uso que
ella misma había hecho de la marginalia, la víspera de la mañana en que puso fin a una
relación matrimonial de veinte años.
El
cuento de la amiga divorciada dice que una
“noche, cuando ya los
desencuentros no tenían vuelta atrás, se despertó de madrugada, bajó al living
de su casa en puntas de pie, buscó una lapicera y, en la somnolencia de ese
abrupto insomnio, acometió la tarea de firmar aquellos libros que deseaba
retener como si fuesen propios. Puso su nombre en unos cien ejemplares
esenciales, modificando ligeramente el trazo de su escritura y estableciendo al
azar fechas apócrifas de las últimas dos décadas. Confió en que su marido,
menos atento que ella a los detalles de la vasta biblioteca matrimonial, no
recordaría el origen de cada volumen. Esa colección personal fraguada en la
penumbra de esa remota madrugada está hoy en su casa de soltera.”
Ghita recuerda también el día en que
una compañera de redacción tenía sobre su escritorio un ejemplar de “París
no se acaba nunca,” la estupenda novela de Enrique Vila-Matas, en cuyos
márgenes había anotaciones hechas con dos escrituras distintas: tanto ella como
su marido habían dejado sus impresiones en distintos pasajes de ese texto que
leyeron al mismo tiempo.
Hace
muchos años, durante mi segundo divorcio, permítanmelo recordar, me senté
frente a libros, fotos y discos que estaban cuidadosamente descansado en los
blancos anaqueles de la biblioteca y
decidí no dividir las aguas: los libros, las fotos y los discos quedarían para nuestros hijos.
Horas después en un avión que me alejaba de ella y de mis hijos, de mi gato y
de mis libros y discos, lloré. Esa escena selló mi relación con una mujer que
me permitió amarla y compartir más de una década juntando libros, discos y
recuerdos
El
tiempo no ha derrotado las marginalia
que escribimos en los libros ni en nuestras vidas.
Los
invito a tomar algunos de los libros de la Red Landivariana de Bibliotecas y
gocen leyendo las conversaciones que algunos conocidos lectores, mantuvieron
con los libros que estaban leyendo. Libros que, en muchos casos, ayudan a
nuevos lectores a comprender la obra que tienen en sus manos...
Jorge Carro L.
9 de junio de
2015
Las Lágrimas de Mnemosine: Revisión al Monumento a las Victimas de la operación Génesis de Ejército Colombiano en Cacarica, Chocó
Monumento a las victimas en Cacarica (Chocó) . Foto Jorge Mata
Por
Giovanna Faccini
Docente Medios Audiovisuales
Especial para La Moviola
“Lo que hoy ufano y desafiante es,
será mañana huesos y ceniza./ Nada dura por siempre, ni el mármol ni el metal”
Andreas Gryphius
Manos
que salen del muro como pidiendo socorro, sus posiciones son variadas, pero no
así su gesto; son manos rígidas, tumefactas, que dejan un hálito patético en la
atmósfera; son manos de hombres, mujeres y niños que parecen implorar desde el
más allá que se haga justicia, que sus almas no descansarán a menos que se
restituya a los que vivos los lloran; son manos que hablan de manera individual,
y sin embargo construyen una síntesis dolorosa de lo que es capaz la maldad de
los hombres.
Los
monumentos, como la música que se lee tanto en la partitura como en la melodía,
conllevan un texto, sin embargo, su significado solo existe en nuestra interpretación
(Manguel,2000. Pág. 269). La anterior es la mía, glosa que pareció dictada de los labios de
Mnemosine[1],
pues el recuerdo de aquellos que sin merecerlo, encontraron la muerte, también
es mi recuerdo, hacen parte de mi historia y sin embargo, no alcanzan las
palabras para describir lo indescriptible, tratar de darle una explicación a
los hechos violentos que diariamente ocurren en mi país es nulo y sin embargo,
el lenguaje es lo único que tengo para
soportarlo, tal como lo hacen las piedras con las que la memoria se hace
concreta, “no hay monumento ni obra conmemorativa que no lleve tácitamente
la inscripción: recuerda y reflexiona” (Manguel, 2000 pág. 269 ).
Lo
más importante del monumento a las víctimas es la historia de la cual deviene,
pero no está sujeto a nuestra memoria, conmemora un acontecimiento visto en la
prensa o la televisión, que con su poder de simular la realidad, se nos
presenta tan lejano como una historia de
ficción. El monumento no recuerda la historia de dolor que vivió ese poblado
inserto en la cuenca del Río Cacarica, es una lectura que se le atribuye menos
al monumento que al espectador.
Es
por esta razón que en el siguiente escrito trataré de realizar una revisión
cercana a dicho monumento y entender por qué ningún monumento puede hacer leer,
en toda su magnitud, todo el horror y dolor de
un acontecimiento histórico como
el acaecido en Cacarica el 24 de febrero
de 1997 cuando la brigada 17 de Ejército Nacional, con bombardeos aéreos para enfrentar al frente
57 de las FARC, dio comienzo al desarraigo de más de 10.0000 afrocolombianos de
los ríos Cacarica, Salaquí y Truandó, obligados a dejar sus pertenencias y la matanza de 85 personas, implementando diferentes aparatos
de muerte, muchos de ellos en presencia de sus
hijos, quienes tuvieron que ser testigos de vejámenes y torturas. A toda esta barbarie le llamaron Operación
Génesis. ” (Orejuela, 2008, pág. 4).
I
A
diferencia de los monumentos a los mártires, dedicados a representar a los
héroes que se destacaron en la defensa de alguna ciudad, las víctimas [2] no
eligieron su destino, fueron atormentadas con las atrocidades de un verdugo,
carecen de culpa, “no fueron castigadas, fueron asesinadas y torturadas por la
sola razón de existir; cómo podríamos hallar algo que represente el recuerdo de
la maldad, de una maldad sin razón, sin límites, sin propósito?” (Manguel,
2000,pág 274). La memoria negativa
nos remite a lo negativo de lo que memoramos, que usualmente es repugnante,
despreciado o rechazado. Sin embargo, ese repudio también significa que la memoria se “cierra al recuerdo y rehúsa
reconocer lo negativo: es decir, reprime, hace que se eluda el pasado y que se
aporte olvido” (Koselleck, 2011, pág. 53).
Esta
ambivalencia acerca de la memoria, nos
lleva a la pregunta acerca de los crímenes, que en la historia humana han
dejado una estela dolorosa y sangrante junto a los recuerdos, venganza, castigo
y expiación. Los monumentos a las
víctimas se esfuerzan en gran medida por impedir el olvido, sin embargo es un
intento difícil de sostener pues preservar cada detalle del pasado es
francamente imposible. Casi siempre se recurre a ellos como promesa por que las
generaciones nuevas no olviden los desmanes, matanzas, violaciones, etc… y con
el objetivo de prevenir futuras barbaries.
Los monumentos dignifican a los muertos, buscan
sosegar a los deudos y sirven como lugares de reflexión y de alguna forma como
estrategia que busca hacerle frente a la falta de conmemoraciones oficiales. Es
la voz de aquellos que han quedado y quieren plasmar en la consciencia colectiva
un “nunca más”, es el punto de partida para cuestionarse, pues los monumentos
fungen como eco de la atrocidad y evoca a las víctimas en la piedra.
En
algunos monumentos de gran tamaño que se han encontrado en lugares de las
antiguas civilizaciones, se ha olvidado qué
es lo que conmemoran, qué simbolizan, qué victoria evocan o qué pérdida
dignifican. En ese espacio vacuo de memoria, autoridad y referencia, surge un
espacio que figura lo que se ha ido y nos recuerda la crudeza, con lo que se
espera, nunca más vuelva a ocurrir.
El
monumento pone al visitante en un escenario; por más simple que este sea, rompe
las relaciones con lo habitual, hace que emerjan preguntas sobre los
acontecimientos que conmemora; no obstante la experiencia sigue siendo
ficcional, valiosa si, pero como símbolo. El monumento nos conmueve, registra
un momento cruel, de implacable atrocidad y se propone honrar a las víctimas; sin embargo, no alcanza a representar el horror de una sola
de las violaciones, vejámenes, torturas y muertes. “El horror
no se puede leer en toda su magnitud. El suceso en sí es su propio monumento”.
(Manguel, 2000, pág. 263. )
II
En
febrero de 1997, bajo el mandato del presidente Ernesto Samper y la comandancia
del general Rito Alejo del Rio, la brigada 17 del Ejército Nacional y con el
apoyo de grupos paramilitares, llevaron a cabo
la Operación Génesis; obligaron a diez mil personas a abandonar su territorio. Muchos fueron
torturados y asesinados u obligados a presenciar actos viles a sus parientes o
vecinos. Presenciar por ejemplo, cómo
mataban a sus hijos o los desmembraban para jugaban fútbol con sus cabezas.
La
operación fue diseñada con el pretexto de dar alcance a la guerrilla de las
FARC; sin embargo, en varios documentos de Amnistía Internacional, y la página
de la Organización Selvas[3], se
afirma que la razón de la incursión no fue contrainsurgente sino con el ánimo
de despejar el área para la producción agroindustrial de palma africana, es
decir, que la verdadera preocupación era la tierra y no la guerrilla (Amnistía
Internacional, 2002).
Estas
comunidades ubicadas en el departamento del Chocó fueron desplazadas a Turbo y
otras tuvieron que cruzar la frontera con Panamá; los que se dirigieron a Turbo,
fueron recogidos por la policía y llevados a un coliseo deportivo donde vivieron por tres años en condiciones
deplorables; los que huyeron a Panamá
fueron alcanzados por la guardia
panameña y repatriados a una isla en la costa pacífica en la bahía de Cupica.
Los
sobrevivientes se organizaron, nombraron líderes comunitarios que los
representaran ante el gobierno con el propósito de dialogar. Algunas ONGs como
Iglesia Intereclesial de Justicia y Paz, defensora de los derechos humanos,
sirvieron de apoyo para organizar los puntos esenciales que se debían abordar
con el gobierno y también como acompañamiento permanente para evitar más
asesinatos; de esa manera crearon un pliego de peticiones conformado por varios
puntos, de los cuales se destaca la reparación moral: “Que se hiciera público
que el gobierno había sido el responsable del desplazamiento, así como editar
un libro y construir un monumento donde reposaran todos los nombres de las
personas que habían sido asesinadas en el desplazamiento” (Orejuela, 2008. Pág.
5)
Con
el objetivo de construir memoria histórica
y de visibilizar lo que ocurrió, las víctimas levantaron dos monumentos que
para las comunidades es de significado profundo pues se erigen como
reconocimiento a lo sucedido. En Bahía Cupica se hizo un monumento en
septiembre del año 2000 antes del retorno,
el cual fue construido para dejar constancia de lo vivido en ese lugar,
y del anhelo para el reencuentro con los familiares desplazados en Turbo. Esto
fue posible gracias a la donación de la ONG holandesa PAX.
Amnistía
Internacional Holanda respondió al clamor de las víctimas y le pidió a una
artista holandesa que hiciera un diseño de manera voluntaria. Amnistía pidió
que una parte se hiciera en un festival,
por lo que mucha gente podría unirse a la toma del monumento y mostrar su
solidaridad. La idea de cientos de manos que trabajan juntos fue el inicio del
proyecto. Las manos de holandeses y chocoanos se unieron en una pared ahora de
pie en el pequeño pueblo de Nueva Vida en medio de la selva. En la parte
posterior de la pared, la gente de la Comunidad de Paz escribió un poema.
Dicho
monumento fue construido por las
víctimas en la zona humanitaria de Nueva Vida en marzo de 2001 cuando decidieron
retornar a sus tierras en Cacarica. Esa memoria, hecha concreto reclama hoy
Verdad, Justicia y Reparación, “las de los contenidos construidos por la
comunidad, no el vaciado por el discurso oficial para dar piso legal a la
impunidad de los crímenes de lesa humanidad” (Comisión Intereclesial de
Justicia y Paz, 2004).
III
El
monumento (Ver anexo) construido con los fondos donados por la ONG PAX,
comprende una pared y una escultura. Las medidas de la pared (Ver figuras 1 y
3) son 623x40x300cm; tiene varias manos en posiciones variadas (Ver figura 4) y
con la palabra Respuesta. En la parte trasera de la pared hay un poema que
dice: “Ayer nos desplazaron, nos asesinaron, nos desaparecieron. Ayer y hoy
estamos juntos al lado de las manos del mundo resistiendo a la muerte y a la
impunidad” (Ver figura 2)
En
frente de la pared se ve una figura humana de cerámica (352x147x110cm), que
trata de ponerse de pie, pero está atado; trata de liberarse de esta posición a
la que se vio obligado a estar por sus verdugos, simbolizando su situación, su
lucha por sobrevivir, lo que representa el orgullo, esperanza y consuelo
(Jabli, s.f). Los habitantes, hombres adultos, mujeres, incluso niños, ayudaron
a construir el monumento.
El
monumento es obra de la artista holandesa Salwa Jabli, el cual incorpora los
moldes de cientos de manos de ciudadanos holandeses y miembros de la comunidad
del Cacarica, expresando así la solidaridad internacional con las víctimas de
violaciones de derechos humanos y en particular, con las comunidades retornadas
del Cacarica, aunado al proceso de resistencia de CAVIDA[4]. “La
experiencia fue increíble”, manifiesta la artista en su página web y dice que no
se puede contar con palabras. “Sin usar la violencia, la comunidad lucha por la
paz, pidiendo a ambas partes que los dejen fuera del conflicto. Su territorio
es neutral. Yo fui testigo de su
belleza, su dignidad y su pobreza (Jabli, s.f)
"Este
monumento simboliza la atención con la cual la comunidad internacional acompaña
la situación de esta población civil, que ya ha sufrido demasiado por haber
sido forzosamente desplazada y por ser víctima de amenazas y de graves
violaciones, por parte de grupos paramilitares aliados con las fuerzas de
seguridad colombianas y de las fuerzas guerrilleras", declaró Amnistía
Internacional, llamando la atención de los bandos en conflicto, para que respeten el derecho de la población
civil a la vida y a no ser involucrada en el conflicto. (Amnistía
Internacional, 2002).
IV
Al
revisar la poca información que hay sobre el monumento, se puede decir que más
que un monumento a las víctimas es un monumento a la solidaridad. El personaje
frontal representa a las víctimas, su cansancio y desesperación por salir de la
calamidad; las manos del muro lo animan a
levantarse, y no solo son las manos de organismos internacionales sino
de los mismos habitantes.
Sin
embargo, surge la pregunta sobre el tema central del monumento; la respuesta estaría en los
mismos constructores, en las víctimas de
la Operación Génesis quienes dentro del pliego de peticiones al estado para su
reparación y restitución, pidieron erigir momentos a la memoria de sus
familiares y amigos; víctimas del ataque militar, tal como lo comenta Orejuela en el recuento de
los hechos; sin embargo, el estado nunca respondió a este clamor; de esta
manera, la aseveración de Koselleck acerca del holocausto nazi: “El monumento
debería ser inaugurado por la nación artífice de los asesinatos masivos y no
por las víctimas supervivientes” (Koselleck, 2011, pág. 139), cobra vigencia en la realidad nacional y apoya la
teoría de monumento a la solidaridad internacional y el desinterés del gobierno
en la realización del monumento como forma de reparación.
En
nuestro país, la política de la memoria
se encuentra escindida de los grupos sociales y étnicos en conflicto, los
desplazados y víctimas pasivas de la
violencia. Toda la política de reparación de las víctimas se concentra en una restitución monetaria pero
sin tener en cuenta que el dinero nunca podrá reparar el daño hecho; al ser
desarraigados de su territorio, las comunidades afrocolombianas han perdido su
identidad, todo aquello que los ancla a su pasado y a sus prácticas
ancestrales. Bajo este panorama surge la pregunta de si son posibles formas de
memoria consensuadas, colectivas.
La
memoria mediática no es suficiente por más que los mass media ocupen vastos
espacios de percepción social. “La estructura de la memoria pública
mediática, vuelve comprensible que la
cultura secular (obsesionada con la memoria)
se vea poseída por el miedo, el terror y el olvido” (Huyssen, 2002, pág.
9); miedo que en nuestro país esta articulado con las miles de desapariciones,
masacres y desmanes muchas veces perpetuadas por el mismo estado. Los sepulcros
son importantes como fuentes de memoria, sin embargo, cuanto más esperamos recordar a raíz del márquetin
de la memoria, mayor es el riesgo y la
necesidad de olvidar. Si bien es cierto que se han realizado monumentos a las víctimas,
estos son de carácter colectivo, como si así se borrara la historia de las
historias colectivas pero que obedecen a situaciones y contextos diferentes.
La
función que cumple la cultura de la memoria, es la de transformar la
experiencia temporal, consecuencia del impacto de los medios sobre lo que
percibimos; sin embargo la museificación reconoce la pérdida de identidad
nacional y confía en su compensación,
que según Huyssen, no parece la excepción sino la regla. El ámbito político de
las prácticas de la memoria sigue siendo nacional, no particular, y esto tiene
implicaciones para la tarea
interpretativa pues las causas de los desplazamientos y asesinatos a lo largo y
ancho de nuestro país, no siempre concuerdan
en su historia, situación que impide que el estado se responsabilice por los
actos cometidos en el pasado.
Este
panorama habla de una amnesia – o anestesia- colectiva, de una falta de
capacidad para recordar y lamentar la
pérdida de consciencia histórica,
amnesia que de manera paradógica, esta relacionada con los medios, pues de la
mano con el boom de la memoria, está el boom del olvido. Según Huyssen, las
memorias comercializadas son memorias imaginadas y se olvidan más fácil que las
vividas. (Huyssen, 2002. Pág. 8). La memoria y el olvido son indisolubles en una especie de proceso psíquico del recuerdo [5]
V
En nuestro intento por contrarrestar el miedo o
el riesgo al olvido, nos apoyamos en la memorialización, que consiste en erigir
recordatorios públicos y privados, los cuales parten ya sea de lo que creó el
horror o de lo que inhibe llevarlo al recuerdo.
Esta maniobra está influenciada por los medios que dan vía a diversas
formas de memoria; algunas veces en forma de monumentos; otras, como fotografías,
pinturas, series de televisión, documentales y noticieros.
Para
Virginia Wolff, por ejemplo, las fotografías que llegaban a América de los
abusos de la autoridades españolas en la guerra civil , eran suficientes para acercar la realidad de un pueblo en
guerra, los cuerpos mutilados y los seres humanos irreconocibles provocarían en el público un rechazo absoluto
al enfrentamiento bélico; sin embargo, como señala Sontag , despolitizan el
enfrentamiento por cuanto las fotografías que señalaba Wolff, tenían por objeto
la solidaridad con la causa republicana, más que una oposición a la guerra. Con
este ejemplo podemos suponer entonces que un mismo objeto puede ocasionar
respuestas diversas. “Las fotografías de una atrocidad, pueden producir
reacciones opuestas. Un llamado a la paz; un grito de venganza o simplemente la
confundida conciencia, repostada sin pausa de información fotográfica, de que
suceden cosas terribles” (Sontag 2003, 21).
Muchos
colombianos somos testigos de cómo el ritual habitual de contar los muertos del
conflicto armado en noticieros y prensa, nos hace invulnerables al asombro y
más bien se hace sorpresivo que el número en determinadas ocasiones no rebase
los anteriores. Se nos ha formado un escudo que disfraza el dolor y la tristeza
como una especie de defensa psíquica; nos quedamos inermes ante la desbandada
de noticias nefastas y preferimos mantener una distancia, recordando las
imágenes que quedan y no lo que hay detrás de ellas, quedamos inermes ante el
dolor de los demás y sin saber qué hacer con el saber que aportan los
monumentos acerca del sufrimiento lejano.
El exceso de imágenes recibidas cotidianamente
contribuye a la insensibilización de los
espectadores. Esos monumentos e imágenes hablan de nuestra propia
muerte, por eso es preferible cambiar el canal, pasar la hoja del diario rápido
o simplemente contemplarlas como si de ficción se tratara.
El
monumento se convierte en un instrumento pedagógico para estimular la reflexión y la crítica en los visitantes,
además de abrir posibilidades de contemplar sentimientos acerca de la vida pues
es inevitable no pensar en la propia muerte cuando se está ahí (Korstange 2011,
425). El monumento es una plétora iconográfica que conmueve, emociona e
instruye; no obstante, no nos hablan de su dolor e historia sino del dolor que
sufrimos o podemos llegar a sufrir.
La
vergüenza y la conmoción se dan por
igual al ver el acercamiento de un horror real, da igual la fotografía o un
cuadro, dice Sontag, a lo cual sería posible agregar los monumentos, pues no en
vano los sitios de mayor concurrencia turística son aquellos donde se remembran
episodios trágicos ya sean estos ocasionados por la naturaleza o la mano del
hombre, y donde las personas tienen la posibilidad en diferido del encuentro
con los objetos y atmósferas de aquellos que vivieron los hechos.
En
el caso del monumento a las víctimas en Cararica, es notable el desconocimiento
que hay de las entidades gubernamentales; el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación no
tiene conocimiento de los monumentos erigidos en nombre de las víctimas de la
Operación Génesis, ni siquiera de las ONGs que han acompañado su proceso de
duelo y recuperación, a través del
consejo jurídico y los artistas que fueron a realizar, junto con la población,
los monumentos.
Así
las cosas, nos encontramos con un panorama descorazonador para las víctimas
pasivas del conflicto armado colombiano, pues es el estado el responsable
inmediato del conflicto y la reparación, y a la vez, ente que debería impedir
que estos actos violentos ocurrieran. Nosotros desde la televisión, seguimos
viendo pasivos los hechos que ocurren en
lugares apartados del país, como si no fuera con nosotros; como si su historia
no fuera la nuestra, creamos ilusiones del pasado, y atrapados en el presente, desplazamos nuestro miedo al futuro
y transformamos la experiencia temporal
a partir del impacto de los medios sobre nuestra percepción y sensibilidad.
Cuando integramos los actos del conflicto armado en una sola obra
conmemorativa, no silenciamos las voces pero
si reducimos con pasmosa indiferencia la
singularidad de los hechos,
fundiendo así los millones de rostros y nombres
en un único emblema sin nombre ni rostro.
Quedan los monumentos sembrados en la tierra con un
halito letal, convertidos en eternos puntos de retorno, de los cuales estamos
condenados a empezar. Lo único que deberíamos aprender de los actos violentos y
homicidas es que el mal no tiene cómo compensarse; que la experiencia de los
otros puede ser repetida en nuestra propia piel, y que aunque las obras conmemorativas nos ayuden a
tocar el pasado y a penetrar en
el horror, nunca podrán representar el espanto de la experiencia del otro pues
el dolor, agonía y martirio es exclusivo de las víctimas. No se puede
representar lo irrepresentable, sin embargo, los monumentos a las victimas
deberían ser un ejercicio de auténtico recuerdo y reflexión, deberían hacernos
recordar que conjugamos un todo y que sobre todo la obra nos obligue a
confrontarnos, a abrir espacios de diálogo y
comprometernos a que nunca más se repita la historia.
Anexo
(Fig.
1)
(Fig.
2)
(Fig. 3) (Fig. 4)
Referencias
Bibliográficas
Amnistía Internacional. (2002).
Documento - Colombia: Inauguración de Monumento de Solidaridad Internacional
con las Comunidades de Cacarica.
Disponible en http://www.amnesty.org/es/library/asset/AMR23/022/2002/es/f6fb8d3d-d88a-11dd-ad8c-f3d4445c118e/amr230222002es.html
Barthes, Roland.(2011). La Cámara Lúcida. Paidós Ibérica
Jabli, S. (s.f). Respuesta, Memorial commissioned by Amnesty
International. Disponible en http://www.salwajabli.com/index.php?page=projects&lang=en&project_id=1&project_name=respuesta
Koselleck, R.(2011). Modernidad, Culto a
la Muerte y Memoria Nacional. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales:
Madrid
Korstanje, Maximiliano.(2012) Dark
tourism and the process of resiliency post disaster contexts. A new alternative
view, disponible en
http://www.eumed.net/rev/turydes/13/mek2.html
Manguel, A. (2000). Leyendo Imágenes, La
imagen como memoria. Grupo Editorial
Norma: Bogotá
Huyssen, A. (2002). En busca del futuro
perdido. Fondo de Cultura Económico, Goethe Institut
Orejuela, J. (2008). Rap desde la selva,
una herramienta de construcción de paz. Disponible enhttp://escolapau.uab.cat/img/programas/musica/construccion_paz_jeferson%20orejuel_.pdf
Silva, P. (2008). Se muere cuando lo
olvidan. Arcadia: Periodismo Cultural N°35 (agosto 2008) págs. 22-23
[1] Mnemosine es una titánide hija
de Gea y Urano y madre de las nueve musas que engendró con Zeus
[2] Existe una diferencia muy
importante entre víctima activa y victima pasiva. La victima activa es el
mártir, aquel que pierde su vida por defender una causa. La victima pasiva es
la inocente, aquella que no tuvo oportunidad de escoger.
[3] SELVAS.org Observatorio es una
realidad privilegiada de la región andina. Privilegiado porque no está atada a
la información de mercado y por lo tanto no tiene que satisfacer una necesidad
de las ventas o jugador, pero tiene como objetivo la difusión de noticias,
eventos y hechos de los medios de comunicación tradicionales no son tratados -
o tratados folclore y superficial - pero que son de gran valor tanto para los
derechos humanos y por tanto las estrategias geopolíticas de la región. Los
Andes son el centro de muchos eventos
económico, político y social que requieren, en nuestra opinión, una
atención especial y el compromiso informativo vigilante y constante. (Selvas,
2001)
[4] Las Comunidades de
Autodeterminación Vida y Dignidad del Cacarica llevan cinco años de organización
comunitaria y acción por un retorno digno después de su desplazamiento a
principios de 1997. Llegaron a acuerdos con el gobierno para asegurar que las
autoridades tomasen medidas para garantizar la seguridad de la población
retornada, incluyendo el control de los puntos de acceso a su territorio para
evitar posibles incursiones de guerrilleros o paramilitares. Ante ambas partes
del conflicto las comunidades han insistido en que se respeten sus territorios,
ya que la presencia de cualquier actor armado dentro de éstos puede poner en
peligro la seguridad de las comunidades. Esta petición ha sido rechazada por
ambas partes en el conflicto con acusaciones de que esta insistencia representa
un apoyo implícito al enemigo. Pero
tanto las fuerzas armadas, con sus aliados paramilitares, como los grupos
armados de oposición, se han negado a respetar el derecho internacional
humanitario, y las amenazas, abusos y violaciones de derechos humanos han
continuado (Amnistía Internacional,
2002)
[5] Huyssen afirma que la memoria es
una forma de olvido y el olvido, una forma de memoria, y que en tiempos de una
cultura saturada de medios, el exceso de memoria crea sobrecarga y de esa
manera la memoria corre peligro de implosión, lo que dispara el temor al olvido (Huyssen, 2002.
Pág. 9)
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