Escape del abrazo de Morfeo ( La técnica del montaje como posibilidad de despertar del sueño colectivo)


Retrato de Walter Benjamin tomado de Internet 

Por
 Giovanna Faccini
Maestra Medios Audiovisuales
Especial para La Moviola


Indagando acerca del surrealismo y Benjamin, entendí que lo que menos le importaba era precisamente los rasgos más característicos del movimiento de Bretón: onirismo individual, exaltación del inconsciente y creencia en una realidad superior. Sin embargo, en el primer acercamiento al texto “Surrealismo, última instantánea de la inteligencia europea”, fui identificando algunas similitudes entre el manifiesto de Bretón y la postura marxista de Benjamin, pues los dos postulados están emparentados con la crisis de la inteligencia o en palabras de Benjamin, con el concepto humanista de libertad (Benjamin, 2007, pág. 301), y aunque se hable de onirismo, está claro que para Benjamin se trata del sueño profundo en el que se encontraba la Europa decimonónica a merced de las ideas de progreso; en cambio para los surrealistas se trataba del mundo de los sueños y todas las representaciones que se tejen de manera individual como mecanismo de descarga  pulsional de la psique .
Mi ruta de entendimiento no fue tan breve como se expresa en el y primer párrafo. Lo primero, entonces, fue recordar en qué marco social y político se dio este movimiento de vanguardia y los antecedentes históricos producto del cansancio de algunas tendencias artísticas. , así como también, entender la proximidad entre Benjamin y Bretón desde el marxismo, pues para Benjamin, el surrealismo no es un conjunto de sabios sino, una especie de dinamita mental para hacer saltar la mente fuera de los límites de la razón desde la literatura a partir de unas “experiencias mágicas de alcance revolucionario, libertario, iluminado” (Benjamin, 2007, pág. 302) y seguramente en convergencia con el comunismo.
I
Los temas más relevantes de la  ideología positivista: libre comercio, idea de progreso, acceso a los avances técnicos y científicos, elementos en los que estaba sustentada la sociedad del siglo XIX,  se quebrarían y se acentuarían durante la Primera Guerra Mundial por contribuir  al conflicto, cambiando el mapa europeo, provocando revoluciones y dándole el triunfo a ideologías totalitarias.  Artistas como Bretón, Aragón y Eluard,  que despreciaba la sociedad burguesa y materialista, responsables de la guerra, nada querían tener que ver con esa sociedad y promulgaban así, la importancia de los sueños y el inconsciente, los cuales habían sido relegados por el pensamiento racionalista, formando una tendencia nueva de pensamiento cuya principal característica era la de eludir el control de la razón.
Los dadaístas ya habían hecho un primer acercamiento a técnicas como el automatismo psíquico, el ready made y collages que llamaron la atención de poetas como Guillaume Apollinaire, quien frente a la obra de Marc Chagall expresó un “sobrenatural” que en una serie de eventos significativos como la obra de 1917, La tetas de Tiresias mutara al nombre de surrealista, término que se acuñara al movimiento nacido en 1924 y que fuera fuente de inspiración para los Pasajes de Benjamin .
Es pues la técnica de los surrealistas lo que interesa a Benjamin, la posibilidad de construcciones de sentido a partir de los detritos de la sociedad, así como también, su rechazo a la hostilidad de la burguesía a cualquier expresión de libertad radical del espíritu,  que diera como resultado la adhesión de Bretón y otros surrealistas al partido comunista francés en 1927, “transformando una actitud contemplativa extrema en una oposición revolucionaria” (Benjamin, 2007, pág. 304).
Sin embargo para Benjamin, este viraje a la política no significa que el surrealismo renunciara a su carga mágica y ácrata, sino que, son estas características las que le dan a la revolución “las fuerzas de la ebriedad” (Benjamin, 2007, pág. 313), ebriedad que para Benjamin significa la relación entre el hombre atávico y el cosmos, relación desaparecida en el hombre moderno y que Benjamin encuentra en el surrealismo. Sin embargo, vale la pena aclarar que Benjamin no propone un regreso al pasado, sino una variante a través del pasado hacia un porvenir nuevo; no es pues el éxtasis religioso o de las plantas de poder sino una iluminación profana de inspiración materialista y antropológica. Dicha iluminación profana consiste en la experiencia mágica sobre las palabras que se sincretizan en el concepto y el método de encantamiento, captura la embriaguez espiritual de tal suerte que se produzca una revelación que trascienda la realidad empírica.
Un ejemplo de iluminación profana es, en el texto sobre surrealismo de Benjamin, El Pesimismo, que interpela el positivismo sin consciencia del burgués social-demócrata, inspirado en la fantasmagoría de progreso. Es este pesimismo activo, organizado, la convergencia entre el surrealismo y el comunismo, pesimismo que impide por todos los caminos posibles, el acaecimiento de lo peor.
Así pues, para este autor, el concepto de pesimismo lo  centra en: “desconfianza en la suerte de la literatura, desconfianza en la suerte de la libertad, desconfianza en la suerte de la humanidad europea, pero sobre todo desconfianza, desconfianza, desconfianza en todo entendimiento: entre las clases, entre los pueblos, entre éste y aquél” (Benjamin, 2007, pág. 315).
La visión pesimista de Benjamin le permitió ver las catástrofes que el esperaban a Europa, sin embargo, su imaginación no le alcanzó para predecir la destrucción que tuviera lugar  a manos de la fuerza aérea alemana,  a las ciudades europeas, ni la invención del gas genocida que acabaría con centenares de personas. Aun así, fue el único de sus coetáneos que vaticinó los desastres de la burguesía industrial en crisis, por lo que se puede decir que su ensayo sobre el surrealismo ocupa un lugar destacado dentro de la literatura crítica de la entreguerras.

II
Benjamin entiende el surrealismo como arte alegórico que expresa la experiencia de aquello de lo que no se debe hablar, de lo soterrado, el sufrimiento y la opresión mental. Busca a través del sin sentido, una realidad nueva que supere la que devino con la modernidad y la caída de la humanidad.
“Desde el punto de vista político, la mirada del alegorista destruye las apariencias de la sociedad, la historia y la naturaleza como totalidades orgánicas y logradas; rasga, pues, el velo de los sentidos esenciales que explican y justifican el orden dado, bloqueando la reflexión crítica. sobre sus contradicciones y las oportunidades de transformación social”. (Molano, 2012. Pág. 185)
Para Benjamin las imágenes transmitían un conocimiento determinado, una experiencia que sintetizara su poder simbólico  y sirviera de catalizador a través de la creación de objetos, producto de montajes y técnicas  que atacaban la razón e invitaban a la emancipación del espíritu a través del humor objetivo, que rompe con  la rigidez de las formas únicas establecidas y de esta manera quiebra convencionalismos.
Pero estos objetos para Benjamín no son símbolos y expresiones de uno mismo sino imágenes dialécticas, constelaciones objetivas en las que la situación social se representa a sí misma y exhibe la descomposición de la historia en imágenes. La energía revolucionaria de los surrealistas se oculta en lo anticuado, en las “invenciones de lujo industrial, galerías cubiertas de cristal y revestidas de mármol” (Benjamin, pág. 865), la miseria de la ciudad y también la moral se convierten en fuente de experiencia revolucionaria, pues “solo la revuelta hace resaltar de manera absoluta el rostro surrealista” (Benjamin, 2007, pág. 316). Para Susan Buck-Morss, la imagen dialéctica se describe como “mirar por un telescopio el pasado a través del presente, no es que el pasado arroje su luz sobre el presente o el presente su luz sobre el pasado, sino que en la imagen dialéctica, el pasado se une al presente en una constelación” (Buck-Morss, 2001, pág. 319).
Estas constelaciones críticas están dentro de la pedagogía materialista, provocan una falla en el aparato histórico burgués, pues su objetivo es insuflar fuerza a la clase revolucionaria con el fin de que puedan sacudir los tesoros de la cultura, amontonados en la espalda de la humanidad y de esta manera tener la oportunidad de tomarlos con sus propias manos (Buck-Morss, 2001, pág. 317).
La imagen dialéctica contrapone dos conceptos, que opuestos,  manifiestan todas sus tensiones. Uno de los métodos predilectos es el montaje, la yuxtaposición de fragmentos históricos, que desterrados de su contexto y superpuestos con otros, generan malestar cognitivo al percibir de manera violenta algo jamás visto. Benjamin veía en el objeto histórico, una mónada, un objeto que envuelve todo el tiempo histórico, que al actualizarlo genera un rompimiento con el continuum histórico y genera una especie de despertar, concibiendo así la posibilidad de conocimiento y con éste, la crítica del presente, viable en la contemplación de los fragmentos del pasado.
Esta forma de “escritura” es posible percibirla de forma espacial-visual y bajo una noción de intuición intelectual, donde el espectador describe y prescribe, redefiniendo la acepción de lector por uno que destruye y reconstruye el texto con el propósito de obtener una forma de conocimiento que no perpetúa el dominio sobre le objeto, hablando así de una dialéctica de la mirada, donde cada lector al interpretar el texto, descubre la historia que se guarda en el texto, se cuestiona y pone en juego su memoria en consonancia con la historia, juega con las cargas semánticas con lo que se permite revelar nuevos sentidos. Al realizar el montaje, la construcción de imágenes explosivas realizadas por el ángel de la historia, se convierten en una perturbación clave que desintegra cualquier significado fijo. La historia para Benjamin se descompone en imágenes y se debe exponer como discontinuidad, que al actualizarse da origen a la imagen dialéctica.
El montaje literario es un método de trabajo para Benjamin. Dice en el libro de los pasajes “No tengo nada que decir. Sólo que mostrar. No hurtaré nada valioso, ni me apropiaré de ninguna formulación profunda. Pero los harapos, los desechos, esos no los quiero inventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la única manera posible: empleándolos” (Benjamin, 2004, pág. 462). Este método de montaje es prestado de los surrealistas y aplicarlo más allá de la dimensión estética resulta una práctica historiográfica utilizada por el historiador materialista.
“Los montajes y sus audaces metáforas visuales, los cortes y descontextualizaciones, las aproximaciones minuciosas a los fragmentos de la vida urbana, son todas estrategias que sugieren para Benjamin una actitud distinta del artista, por la cual se asemeja tanto a la figura del detective como a la del investigador científico: se trata de mostrar indicios que plantean una pregunta y requieren una interpretación”. (Molano,2012. Pág. 1878)
Según Buck-Morss, Benjamin escribe una dualidad entre tiempo mítico y tiempo histórico, términos incompatibles pues el primero, inalterable,  expresa un tiempo donde los humanos están inermes ante los avatares del destino, nada nuevo ocurre, mientras que la historia, volátil,  implica la irrupción del hombre en los eventos y su responsabilidad como mediadores de su propio destino (Buck-Morss, 2001, pág. 321).
El historicismo es una corriente propia de la burguesía que piensa el tiempo de manera mítica, natural, lineal, causal sobre la cual Benjamin descubre un peligro por cuanto el destino cubre el acontecer histórico, removiendo de esta manera de la historia al hombre mismo quien preso de esa idea acepta el presente como curso de eventos que no puede ser restringido, en otras palabras, se podía hablar del peligro como la aprobación indiscutible del presente.
Aunado al progreso histórico acrítico, se encuentra el progreso tecnológico, el cual no se puede comparar al progreso social, pues si bien es cierto la técnica y sus avances son innegables, no así lo social que se encuentra impulsado por la barbarie, la explotación. Explica Buck-Morss en la Dialéctica de la Mirada que el error está en confundir los avances de la naturaleza por los avances de la historia misma; el avance tecnológico se convierte en paradigma del progreso histórico asegurando un futuro mejor para todos.
Así las cosas se hace imperante la necesidad de buscar en los detritos del progreso técnico pues es ahí donde descansa la verdad histórica. Buck-Morss menciona que “Benjamin buscó los objetos pequeños, descartados, los edificios abandonados y las modas pasadas de moda, que, precisamente siendo la “basura” de la historia, eran la evidencia de su destrucción material sin precedentes” (Buck-Morss, 2001, pág. 93). Los despojos de la historia nos llevan a contemplar una concepción del mundo diferente, representados en la ruina y la discontinuidad, dejan de ser basura cuando son extirpados de un tiempo continuo, oponiéndose a ser olvidado, presentando el pasado como desastre y no como progreso.
De esta manera se puede contemplar la estructura monádica de Benjamin, y se entiende mejor la influencia de los surrealistas en su obra, pues ese letargo, el sueño profundo en el que se sume una sociedad a causa de la idea de progreso, es una visión de mundo inconsciente de la que es necesario despertar. “El momento del despertar sería entonces idéntico al “ahora de la cognoscibilidad”, en el que las cosas ponen su verdadero gesto – surrealista” (Benjamin, 2004, pág. 466). Sin embargo este despertar solo se da cuando el historiador reconoce el sueño como tal y procede a su interpretación, en otras palabras, a criticar el presente. Para lograrlo es necesario, según Benjamin, producir imágenes que  participen de la esfera política y que desde adentro estallen la estructura para el despertar, así encontramos en la imagen dialéctica un generador del despertar, convirtiéndolas así en ejercicio revolucionario.
III
En un ejercicio por entender la técnica del montaje en el presente y la posibilidad de ejercer como posible despertador de nuestro momento histórico, haré una revisión a la obra de León Ferrari. A través de su carrera, Ferrari sostuvo una mente abierta respecto al desarrollo del arte, sirviéndose de las nuevas tecnologías como herramienta creativa. Son varias las exposiciones que realizó valiéndose de la iconografía cristiana, oriental y política acompañadas de textos entretejidos en braille y caligrafías deformadas.
En esta oportunidad, la exposición que revisé está enmarcada en el nombre “Re(in)sistencia con palabras ajenas”, en cuyo guion curatorial se hace un reconocimiento a Ferrari “por su contribución al enriquecimiento de los valores ético-políticos de la comunidad de Nuestra América, y por el interés de reactivar las posibles instancias emancipadoras de la decolonialidad del saber cultural.” (Pérez, 2010).
El guion curatorial  tuvo como núcleo principal: la imperiosa necesidad de entablar un diálogo entre las imágenes de  “asociación libre” en torno al poder político imperial de la Serie de los Electronicartes y la potencia del collage literario elaborado para el libro Palabras Ajenas de 1967. En los últimos decenios del siglo XX, se puede observar articulación elocuente y fraccionada de un mundo contradictorio y absurdo, expresado en citas (palabras ajenas) de personajes célebres.
La Electronicartes, pertenecen a dos categorías determinadas por su modo de fabricación. Algunas de ellas son manipuladas electrónicamente mientras que otras son construidas en estudio como mini sets donde el artista combina diversos elementos con humor. En las dos modalidades los objetos son fotografiados y enviados vía internet.
Electronicartes fue concebida como respuesta a dos eventos significativos: los efectos de la corrupción y la desintegración social en Argentina y la intervención militar de los Estados Unido a Afganistán e Irak. Afirmaciones como: Ya que no quieren amarnos, tendrán que aprender a temernos, continúan en imágenes a manera de collage visual, así como también son revisados los discursos sobre la guerra del Vietnam a partir de las condiciones imperiales de la guerra en Irak. “Tales circunstancias a principios del siglo XXI permitieron a los Estados Unidos reposicionar en nombre de la paz la noción de bellum justum (guerra justa) como legitimador del poder de policía alrededor del mundo, e imponer la instalación de nuevas bases militares en Oriente y en lugares estratégicos del territorio de América Latina” (Pérez, 2010).
La serie de collage que realizó como tarjetas electrónicas y posteadas diariamente en internet le sirvió como vía efectiva para transmitir su universo visual a una amplia audiencia, una de sus preocupaciones constantes.
Muchas de las imágenes de esta serie fueron hechas específicamente contra Bush. Lombrices y Cucarachas (Ver anexo fig. 2), representa a la casa blanca siendo asaltada por una armada de gusanos vivos y cucarachas de plástico. El planeta (Ver anexo, fig. 1), un globo inflable en forma de planeta representa a la tierra siendo atacada por docenas de cucarachas vistiendo la bandera estadounidense como en una escena de película de serie B, al igual que un cráneo humano invadido por las mismas cucarachas con el distintivo de las fuerzas armadas de los Estados Unidos (Ver anexo, fig. 3).
La crítica mordaz a las estructuras de poder, particularmente a la policía de Los Estados Unidos, se expresa de manera ácida en los trabajos de Ferrari, quien emplea estas estrategias de montaje con el fin de transmitir una ideología que equipara lo siniestro con lo profético y lo mesiánico del presente con la barbarie –simbólica o real- del pasado.
En principio, Ferrari deseaba que todo el mundo entendiera lo que trataba de expresar, luego se dio cuenta de  que, “el lado racional, esa forma de locura cotidiana en la cual todo aparece como normal, era imposible. El hombre es muy pequeño y todo en él, como en el amor o un secreto, es subjetivo”  (León Ferrari, citado por Warren, 2013)
            Como resultado de su postura política y su constante compromiso de denunciar abusos en contra de la humanidad, Ferrari ha sido blanco de censura de los sectores ultra conservadores de la sociedad, especialmente de grupos religiosos fundamentalistas y católicos, quienes han protagonizado actos de vandalismo y ataques violentos en sus exhibiciones que en ocasiones le han valido la cancelación de exposiciones y posterior reapertura con órdenes judiciales que promulgan la libertad de expresión.
            La obra de Ferrari es un claro ejemplo de imagen dialéctica pues constituye un diálogo entre el presente y pasado y nos enseña que “lo que ha sido en determinada época, es sin embargo a la vez “lo que ha sido desde siempre. “Solo aparece en cada caso a los ojos de una época completamente determinada: a saber, aquella en la que la humanidad, frotándose los ojos, reconoce precisamente esta imagen onírica en cuanto tal” (Benjamin, 2004, pág. 466).
            Tendríamos entonces que esperar al futuro para ver con otros ojos y poner a dialogar con otras imágenes el exabrupto político y social de nuestro momento histórico. Toda exposición histórica debe empezar con el despertar y sus elementos oníricos, el cual según Benjamin es el canon de la dialéctica, constituyendo así un modelo para el pensador, una obligación para el historiador y agregaría personalmente, inspiración para el artista.

Anexo


León Ferrari (Argentina)
Planeta / Lombrices y cucarachas / Operación LI, 2005
Imagen digital
40 x 27 cm




Referencias bibliográficas
Alaluf, M. (1993). Pierre Naville. Recuperado de http://www.inisoc.org/Naville.htm el 13 de noviembre de 2014
Banco de la República
Buck-Morss, S. (2001). Dialéctica de la mirada, Walter Benjamin y el proyecto sobre los pasajes. Machado Libros, S.A: Madrid
Benjamin, W. (2004). Libro de los Pasajes. Ediciones Akal: Madrid
Benjamin, W. (2007). El surrealismo, última instantánea de la inteligencia europea, en Obras, libro II/vol.2, Rolf Tiedemann y H. Schweppenhäuser (eds.), págs. 302- 316. ABADA Editores: Madrid
Jennings,M. (2006). Walter Benjamin y la vanguardia europea, en Cambridge Companions Online © Cambridge University Press
Molano, A. (2012). Walter Benjamin: historia, experiencia y modernidad. Disponible en http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/31199/4452, consultado el 21 de noviembre de 2014
Pérez, Juan Pablo. "León Ferrari: Re(in)sistencia con palabras ajenas". La revista del CCC [en línea]. Mayo / Diciembre 2010, n° 9/10. [citado 2014-11-17]. Disponible en Internet: http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/177/. ISSN 1851-3263.

Warren, M. (2013). Provocative Argentine artist Leon Ferrari was 92. Artículo en línea disponible en  http://www.elpasotimes.com/juarez/ci_23738865/provocative-argentine-artist-leon-ferrari-was-92 consultado el 19 de noviembre de 2014

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