Por
Andrea Vásquez Ocampo
Corresponsal La Moviola
Buenos Aires ( Argentina )
12 silencios sostenidos
12 profundos suspiros
12 azules sin gama
12 días sin respiro…
Como un fluido permanente con efecto placentero cae sobre Buenos Aires, con una variedad que escapaba por entre los dedos de las manos, una intensidad de más de 35000 hertz y un suave pegamento que no nos permitía salir de los cines; transcurrió la 11° versión del Buenos Aires festival internacional de cine independiente (BAFICI).
Del 25 de marzo al 5 de abril se cruzaron miradas, lágrimas, bostezos, reflexiones, críticas y miles de emociones enfiladas en pasillos, que guardaban en sus bolsillos comentarios de cinéfilos, ingleses, franceses, argentinos, colombianos…Adrian Biniez era el encargado de abrir el festival con su peli “Gigante”, premiada en el último festival de cine de Berlín. Amor de un voyeur a través de la cámara…un pequeño sinsabor e interrogante para justificar su lugar en la apertura. Otra de las pelis más recomendadas y comentadas, se exhibía unas horas mas tarde, con entradas agotadas, “Excursiones” de Ezequiel Acuña, blanco y negro, grano grueso, dos amigos que se reencuentran en torno al teatro. Interesante tercer largo de Acuña, buena dirección de actores, pero nada más que para ir calentando motores…Para los amantes del “cine exploitation”, con el que Tarantino siente cosquillas en las palmas de las manos, “Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation” del director Mark Hartley es un buen “documental” del tipo de “Patrick”, “Arlequín”, “Mad Max”.
Durante ese fin de semana tuvimos mucho para digerir, miles de opciones por elegir y resignación frente a unas cuantas elegidas pero con entradas agotadas. En el Atlas Santa Fe pude ver lo que en el Hoyts Abasto no, “Sita Sings the Blues” de la estadounidense Nina Paley. Adapta del “Ramayana” (un libro hindú sobre la saga de Sita y el príncipe Rama) de una bella forma creativa, con animación independiente a partir de un estilo en 2D y nos permite jugar con figuras azules de mil brazos, tomar de la mano una princesa color lila dormido y volar en escenas de un gore alegre mezcladas con una perfecta dosis de Annette Hanshaw y algo mas de jazz de la década del 20.
“Archangel” del canadiense Guy Maddin nos remonta a plena revolución bolchevique, donde parece que Eisenstein decidiera constantemente encuadres y planos, la densidad se torna un tanto inquieta. El estilo de la densidad Lynch hubiera generado un toque de ansiedad perfecto, que levantaría la peli 39 escalones al azul intenso. Para cerrar la noche “Silencio en la sala” del argentino Felipe Gálvez Haberle, ganador del premio en la categoría mejor cortometraje selección oficial argentina. Un corto que durante 12 minutos nos deleito con encuadres cuidadosos, una dirección de fotografía que generaba ritmos latentes en amarillo, contraluces profundos. Una historia que no da para profundas reflexiones?…
Avanzan los días, cada vez más pelis y más gente…más opciones y poco tiempo, un deseo profundo por dividirse en 15 partes para alcanzar todas las proyecciones. “No subtitles necessary: Laszlo & Vilmos” donde una de las 15 partes debía estar; documental de dos excelentes directores de fotografía que estar en el exilio dan una revuelta a la fotografía del cine con pelis como “New York, New York” o “Encuentros cercanos del tercer tipo”. Reviviendo las experiencias de estos grandes artistas este documental nos acerca a su trabajo, sus logros, vivencias; permitiéndonos conocer algunos pequeños detalles que hicieron posible el grandioso estilo de Scorsese y que nos permiten recorrer calles descubriendo micro mundos lejanos de la mano de un taxi driver.
Este gran encuentro da cabida una vez más a aquellas producciones que nunca podríamos llegar a ver tan fácilmente. Laila Pakálnina quien pudo llegar a compartir la misma tierra en los zapatos con el gran Mikhail Baryshnikov, unida por el amor al séptimo arte con su compatriota Eisenstein, representante de un país ligado al socialismo por una Unión (quebranta en 1991); transmite una visión, a través de sus pelis, de una Letonia emocional, donde los detalles de sus personajes son exquisitos constructores de atmosferas como reflejo de la realidad. Buena parte de su filmografía presente en este gran festival como un hilito dorado sumergido en una piscina, donde el agua congelada es lienzo para una mujer que pinta con su cuerpo o un zapato como algo más que un pretexto para caminar.
Como agua se escapaba entre los dedos la variedad que había en las salas, desde “La Maman et la putain” del director Jean Eustache, como un adiós roto a la nouvelle vague, donde el minimalismo nos permite recorrer grises calles parisinas con flores blancas abandonas por Narciso. Un film de una excelente realización que refleja a un generación contemporánea lo que algunos habían visto ya en Cannes en 1973; hasta “Filmefobia” que recibió una mención especial en la categoría cine del futuro, del brasilero Kiko Goifman. Ensayo fóbico donde del sexo o un botón pueden llegar a ser el límite para perder algo más que el equilibrio. Allí el lenguaje audiovisual nos permite disfrutar una buena realización, y “la moral” pasa a ser una cuestión totalmente subjetiva que atrapa a más de uno en una crítica superficial. Entre tanta variedad encontramos lo que podría ser una aproximación alemana a la visión de “La piel vendida”, se trata de “9 to 5: Days in Porn” pero con una dirección y reflexión un tanto diferente. Una actriz veterana después de ser atacada por un fan abandona su rol en la industria, dedicándose a establecer standars de exigencias y controles médicos para participar en una película pornográfica. Vidas de actores, productores y realizadores que deberían tener mayor reconocimiento afirma Jens Hoffmann, director de documental.
Y como los premios son los hilitos transparentes que suben azules frente a nuestros ojos, no pueden faltar en el festival. La peli “Aquele querido mes de agosto” de Miguel Gomes, seleccionada como mejor película internacional, es una interesante propuesta del portugués, donde vemos distintas dinámicas entre música, relaciones, personajes, madres, hijos y diálogos tan naturales como las puntitas de plástico de los cordones. Crea una frontera frágil entre la ficción y la realidad imprimiendo en ella huellas digitales que la hacen “diferente”. “Breathless” una producción coreana del “multiplicado” Sang-hoon es una opera prima interesante, premiada en el festival de Rotterdam. Este director como interviene como protagonista, escritor y productor de su propia obra. Uno de los llamados “chepitos” pero esta vez sin maletín ni sombrero negro, encargado de cobrar a los morosos, encarna un mundo violento reflejado en su carácter que es dilucidado por una joven adolescente con quien entabla una extraña relación. Película aclamada por unos cuantos que afirman: “Debió ocupar el lugar de “Aquele querido mes de agosto” y no simplemente el premio SIGNIS”.
Como se debe comentar lo bueno, lo malo y lo feo “El niño pez” una coproducción argentino-española; no fue una de las favoritas, recibió bastantes críticas en cuanto a la estructura y el guión. Recursos visuales muy ricos se desaprovechan continuamente con una superficialidad abordada en muchas escenas, que parecen quedar en el aire, y no precisamente un aire de un cielo con diamantes y una niña que se llama Lucia.
De las 417 pelis exhibidas se pueden abarcar pocas, el baficito una creación importante y especial donde se acerca a los niños las maravillas del séptimo arte con escaleras verdes para que alcancen. Una propuesta valiosa, aunque no la seguí de cerca, vale la pena reconocerla y por qué no tomarla de ejemplo en muchos paises donde festivales como este tienen un gran agujero en el corazón de los cinéfilos. En términos generales una muy buena organización, con re proyección de algunas películas que tenían entradas agotadas, horarios cumplidos, algunas fallas en los subtítulos pero nada extremo; grades charlas y presentaciones de directores como Su Friedrich, que nos comparte su intimidad de una manera especial y creativa empleando distintos soportes. James Benning alumno de Bordwell, amante de los principios sensitivos que deleito con un “performance”, entre otros muchos; conciertos, como el de Coralie Clément, presentaciones de libros, cientos de pelis proyectadas que no se alcanzaron a ver, dejando un interrogante como “Rosa Patria” de Santiago Loza, entre otras y un sin número de actividades culturales que nos permitieron flotar en una alfombra de nubes por 288 horas durante 12 hermosos días.
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