Bocetos de Diseños de Danilo Donati
Por
Diana Ovalle
Corresponsal La Moviola
Roma (Italia)
PRIMERA PARTE
La historia del vestido tiene origenes remotos como las del mismo hombre, su cuerpo como medio de existencia dentro de la naturaleza se modificò con las mismas trasformaciones de la vida, y desde que el vestido dejo de ser solo una indumentarìa necesaria para proteger las propia piel de la intemperie, el hombre empezo a tocar un nuevo lenguaje para ser. Las pieles de animales no fueron màs un pedazo de uniforme con el que seguir la batalla y empezaron a ser una segunda piel
Con la apariciòn de conceptos como formas, colores, texturas y cortes el hombre empezò a manipular su forma de vestir , dandole la posibilidad de crear un lenguaje exterior al cuerpo mismo ,que liberaria el pensamiento y los sentimientos. A travès del vestido el hombre suplantaba una imagen carganda de ecos o que lo dejaba suspendido en medio de una tierra ardiente.
El vestido cubre la transparencia de un cuerpo desnudo, superpone un hàbito como antifàz para mirar el mundo, descubre la imagen proyectada del hombre y su ser como un telescoscopio y se acerca a las formas del deseo, revelando los olores y las esencias que en cada uno nacen mientras se inspecciona la textura de la tierra. Asì el hàbito, crece sobre el cuerpo y se instala en los momentos historicos de la vida del hombre.
2.
Cuando el hombre empezo a imitar o inventarse una realidad:
Cuando el hombre comenzò a estudiar la realidad circundante a travès del rito tribal experimentò este estudio como forma de subsistencia. La caza era ,entre ellas, el primer ejercicio de sobrevivencia y para cazar, el hombre comenzò a estudiar el animal depredador (imitàndolo) invocando la fuerza, el coraje, la astucia, que le darian la posibilidad a su vez de predar. En estas representaciones de caza los interpretes-cazadores, usaron la gestualidad, la mimica, la vocalidad, las màscaras, los travestimientos de pieles, plumas, coloraciones y tatuajes, para obtener el resultado mimetico y sobretodo simbòlico de aquel animal predador.
En estos ritos de imitaciòn hay ya una superficial articulaciòn de interpretaciòn y procesos de identificaciòn y de creencia que permaneceràn en juego en los siglos y a travès las civilizaciones, en cualquier forma de espectàculo.
Con el origen de la -tragedia- que proviene de los coros ditirambicos (himnos en honor al dios Dionisio) en la antigua Grecia, aparecerà en esa cultura lo que hoy el mundo occidental conoce como teatro. Fue un canto ceremonial, cantado por los secuaces del dios y dirigidos por un guia. en En el siglo VI A d C naciò el drama y con la introducciòn de un segundo actor y despues de un tercer actor, maduro por mano de Esquilo (525-456 a.C), Sòfocles (495-406 a.C) y Euripides (480-406 a.C), como maestros de la tragedia griega.
El termino –teatro- que deriva del verbo –ver- se referia no a un lugar, sino simplemente al grupo de los espectadores y el espacio que reunia la ceremonia se recogia a los pies de una colina desde el alba hasta el ocaso.
Dentro de este espacio que el hombre marcò sobre la tierra se viviò una identificaciòn con el canto, la danza y los gestos por medio del cuerpo y la màscara. (Roland Barthes la define en su libro “La Càmara Lùcida ” a travès de una fotografia de Richard Avedon “William Casby, nacido esclavo”, 1963 “La màscara es el sentido, en cuanto es absolutamento puro”. )
De estas màscaras y de estos atuendos escenicos existen innumerables trenes y juegos de artificio por el mundo, entre ellos, la tradiciòn italiana del vestuario escenico es un puerto que se abre en el mas incosciente de los suenos.
Para recordar como un diario de memorias seguidito por un atardecer de otono, se desliza entre tintas coloradas y hojas secas el nombre de Lila de Nobili, pintora, escenografa y vestuarista, que con sus lineas y colores (que sobreviven por medio de los propios bocetos) dio a las escenas
y personajes la voz de la historia, desde la “Aida” de Giuseppe Verdi, representada en el teatro La Scala de Milàn con la direcciòn de Franco Zeffirelli, al “Mercante de Venecia” de Shakespeare en Roma, al “Manon Lescaut” de Puccini con la direcciòn del “Conte” Luchino Visconti en el 1973, Lila de Nobili se ocupo de abrir las puertas a aquel mundo imaginario donde la “ficciòn” se presenta como un instrumento para llegar talvez a alguna verdad.
continuara en la próxima edición...
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