Por
Marley Cruz
Especial para La Moviola
Colaboradora habitual
RESUMEN:
El azar nos impresiona, nos seduce con su canto. Pero a veces la victoria es el silencio de las sirenas, se ausenta, se caya, va y viene sin un orden aparente. El azar se mueve, cambia de lugar y de turno como en un proceso cuántico entre el tiempo y el espacio. Incluso, en el dominio de las ciencias naturales, donde antes era tenido como paria, el azar y el caos han ganado altísima notoriedad en los últimos años. Los científicos de las ciencias exactas han debido reconocer que el papel del azar en el devenir del universo es mucho más grande de lo que se esperaba. La teoría del caos está derrumbando los paradigmas del determinismo. La diferencia entre la vida y la muerte, la fortuna o la desgracia puede estar, un gen, el lanzamiento de una moneda, o la presencia de un tormenta desencadenada por el aleteo de una mariposa. Ese gran devenir universal, regido por el azar, se reproduce a microescala en el juego. Un leve movimiento en la mano del billarista, un cambio ínfimo en la trayectoria de la garra de un gallo puede ser la variable de donde pende una vida, un destino…
Palabras clave: Juego, azar, fortuna, movimiento, rito, aleatoriedad.
Azar, juego y fortuna en constante movimiento
“Oh Fortuna, velut Luna statu variabilis, semper crescis aut decrescis; vita detestabilis nunc obdurat et tunc curat ludo mentis aciem, egestatem, potestamem dissolvit ut glaciem”1
1 Manuscrito de Carmina Burana Oh Fortuna (1100-1200). “Oh fortuna, variable como la luna, creces sin cesar o desapareces. ¡Vida detestable! Un día jugando, entristeces a los débiles sentidos, para llenarles de satisfacción al día siguiente. La pobreza y el dolor, se derriten como el hielo, ante tu presencia”
Llega la noche, las personas salen de sus labores y se reúnen para dar inicio al rito. Salen las cartas, los dados, se desempluman los gallos y empieza a girar la rueda de la fortuna. El azar hace su presencia para derrumbar el determinismo y darle paso a que lo inesperado ocurra. En las ciencias naturales hasta muy entrado el siglo XX, el azar fue visto como la viva imagen de la ignorancia, solo hasta la formulación de teorías científicas que contienen sistemas caóticos turbulentos y la aparición de la mecánica cuántica, el azar fue tomado en cuenta para las mediciones físicas. “La trayectoria de una bola de billar es solo la prolongación de la mano del jugador” es lo que nos dice Kundera, pero no siempre es así, no podemos manejar todas las variables y es ahí donde la magia de lo inesperado hace su aparición. Se puede tener el gallo mejor entrenado, el más bravero de la gallera, pero no podemos predecir el movimiento del contrincante, nunca se sabe cuándo un picotazo inesperado puede cegar a nuestro
ganador. El azar cambia de lugar, se sitúa en donde menos se espere, el azar muta y trasforma a pobres en ricos y a felices en desdichados.
Las personas suelen hacer triquiñuelas para adueñarse de la fortuna, manejar el azar a su antojo. Llevan consigo amuletos, cartas rezadas, llevan a sus mujeres a los casinos y lugares juego para que les den suerte. Pero otros optan por conocer en detalle los misterios que determinan el movimiento del azar, se adueñan de trucos para que la cantidad de movimiento sea conservada en el universo. Una bola puede pararse completamente y darle su movimiento a otra bola por contacto, así como se creería que el contacto de los objetos sagrados pueden imprimir suerte al jugador.
“Sólo se vive una vez” y nadie hace tan acorde su vida a esta fugacidad como el apostador. En la obra de Fernando Soto Aparicio “La rebelión de las ratas” su protagonista, don Rudecindo, apuesta a los gallos la posibilidad de su familia de comer pan, y en su historia de desgracias sólo la enemistad con el azar logra transformarlo en un hombre totalmente desesperado. El azar en su historia es el último bastión de la redención. Si la suerte le hubiese sonreído tal vez su odio habría desaparecido, y posiblemente su historia no hubiese tenido un final tan cargado de resentimiento como el que tuvo para nuestro deleite literario. De alguno u otro modo todos los hombres buscan la bendición del azar. Pero esta escena no sólo se repite incansablemente en toda la geografía nacional, sino también en la mayoría de lugares en donde habita la raza humana. ¿Qué buscamos tras su misteriosa predilección? Tal parece que el orden y la certidumbre hacen imposible la redención. Tras estos registros el ser humano vive una vida dominada por el azar, buscando tras él un gesto que le indique que por un instante, y tras el designio de una voluntad misteriosa, el universo se encuentra a su favor; sólo se necesita esta sonrisa para cambiar de destino, sólo se requiere este consentimiento secreto para llegar a ser temerario y absoluto. Esta es una forma de comunión con el universo. Una forma efectiva, y tan poderosa para quien la vive como en otro escenario puede ser la religiosa. Curiosamente, y tras los juegos de azar, pueden descubrirse a veces hombres elegidos. Hombres que ganan y que pierden incansablemente, como si realmente el universo se empañase en exaltarlos o arruinarlos. Nadie en medio del ritual del azar pone en duda
el pronunciamiento de esa voluntad caprichosa, y pocos llegan a poner su voluntad en duda mencionando asuntos como la técnica o la maña, o siquiera la experiencia ¿puede descubrirse un rastro de desesperación tras el rostro de estos individuos? En sus rituales, a pesar de estar incansablemente indefensos, los individuos siempre son sujetos alegres y siempre tienen esperanzas. No sabemos si el azar es un dios o una faceta de dios; los hombres, en su honor, siempre son ingenuos y soñadores como Don Rudecindo. Siempre apostarían su vida tras su bendición. Algo del designio misterioso puede leerse en sus gestos, en sus amuletos y en sus rostros, y tras ese misterio está la posibilidad de ser condenado o redimido.
Del presente trabajo existe una serie fotografica elaborada por la autora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario