con la imagen de Francisco Josè de Caldas.
Por
Marley Cruz
Colaboradora Habitual
La Moviola
Colciencias en un loable intento por hacer que los niños y jóvenes colombianos conozcan un poco más sobre los héroes de la ciencia y la tecnología en la historia de nuestro país a partir del siglo XVIII, publicó 18 volúmenes escritos por reconocidos escritores latinoamericanos como lo son: Gonzalo España, Sandro Romero, Celso Román, Carolina Alzate, Irene Vasco entre otros; libros que datan de la vida y obra de personajes importantes en la historia Colombiana como el sabio Caldas, Julio Garavito, Claude Vericel, Jose Maria Villa, Francisco Javier Cisneros entre otros. Muchos de estos grandes personajes empolvados en los libros de historia de alguna de nuestras bibliotecas.
El objetivo de esta serie juvenil es ensalzar a los héroes de la ciencia y de la tecnología en nuestra patria para que sean reconocidos por parte de nuestra juventud; son libros con hermosas ilustraciones y con una gran cantidad de sucesos veraces en la historia. Los escritores se pusieron en la tarea de mezclar la veracidad de la historia con otros hechos no tan reales para hacer de los libros un universo rico en imaginación, historia y de simbolismo dignos de emulación. Se pretende que con ello se logre incentivar a los jóvenes para que el ejemplo de vida de estos personajes sea fuente de inspiración para nuestros futuros ingenieros, científicos, artistas y Maestros.
Se le da el nombre de literatura científica a esta serie para hacer un puente entre estas dos áreas distanciadas entre sí por meros formalismos históricos. La ciencia y el arte son siamesas separadas históricamente para poder ser estudiadas con mayor profundidad. La ciencia y la literatura hacen parte de una misma y única naturaleza que nos envuelve a todos y a todo. Esta serie es un esfuerzo para unir la ciencia, la literatura y el saber común.
La serie lleva a los personajes más allá de sus inventos y descubrimientos, se adentra en sus vidas reflejando en las letras y en las ilustraciones la paciencia, perseverancia y coraje que les invadió para llevar a cabo sus cometidos. Refleja el amor de estos por la ciencia y las artes; nos muestra una cara fascinante de estos hombres que lograron avances muy significativos en diversas áreas. Con el fin de adentrarse en la imaginación de nuestros jóvenes para darles pautas a su libre imaginación.
Este trabajo está diseñado con el fin que llegue a las poblaciones más necesitadas de nuestro país; aquellas donde la educación es vulnerable, como una medida de contingencia a la falta de amor por el conocimiento. Es una manera utópica pero loable de intentar promover el amor por la ciencia y el arte en los niños de nuestra nación.
Este proyecto al igual que otros de su género, como las escuelas de música en las comunas de Medellín, tiene inconvenientes. Es difícil hacerle creer a un niño que una guitarra vale más que un arma de fuego, cuando este ha visto morir a sus hermanos mayores y aguantar hambre a los menores. Cuando este ha visto llorar a su madre por no tener que darle de comer a sus hijos, cuando ha visto a su padre asesinar por dinero y a sus hermanas prostituirse por la misma razón. La labor de llevar el conocimiento a los lugares remotos de nuestras ciudades y pueblos es una tarea titánica; pues la cultura por la que estamos permeados no es la más propicia para el auge de la ciencia y el arte. La mayoría de las chicas de escasos recursos de regiones tan apartadas como Puerto Leguizamo o Villa Garzón Putumayo, prefieren que un policía o un soldado del ejército “se las saque a vivir” que proseguir con sus estudios, pues ellas saben que las posibilidades de hacerse un futuro por medio de la educación es casi utópico. Muchas de ellas tienen que ayudar a mantener a sus familias y poco o nada de tiempo les queda para poder leer un libro, así sea un libro tan dinámico y divertido como los de la serie que tratamos.
En muchas ocasiones cuando uno entabla conversación con los jóvenes y niños de estas zonas uno termina comprendiendo que el problema de la carencia de nuevos héroes en la ciencia tecnología va más de allá de la carencia de libros que les renueven sus inquietudes intelectuales; el problema es social, la falta de espacios propicios para un sano crecimiento lejos de las hambrunas, de la violencia y de la inexistencia educativa. La vida es dura para las clases bajas de nuestro país a donde casi nunca llegan los frutos de hermosos proyectos como los libros de las historias de nuestros científicos.
Las realidades de los jóvenes de nuestro territorio son muy diversas, tan diversas como las clases sociales que tenemos en Colombia. Los más “afortunados”, monetariamente por lo menos, también son jóvenes difíciles de tratar. Si bien estos tienen más posibilidades de poder acceder a materiales como los que propone Colciencias, La influencia de los medios electrónicos hacen que los jóvenes se aparten mucho del libro en físico y esto nos lleva a repensar los medios educativos. Ayer le preguntaba a un niño de 10 años que qué quería ser cuando grande y él me respondió: “fotógrafo, o cuidador de perros, pero lo que no quiero ser es como mi papa que solo se la pasa leyendo y leyendo libros”. Luego la conversación nos llevó a un tema que está bastante de moda por estos días, había un mural con la ministra que llevaba un rifle en sus manos y de este salía una leyenda: Ley 30. Le pregunte al niño que si él sabía que era la ley 30 y este impresionado por el tamaño del mural más que por mi pregunta me respondió: “¡Ahh! es la ley que rige la educación y los universitarios están en paro por que la ministra va a privatizar la educación” ¿de dónde sabes esto? Le pregunté y él me dijo llanamente: “de internet”
Los chicos tienen ahora acceso a más información de la que tuvieron nunca, y esto lejos de ser una dificultad puede convertirse en algo a favor. Si se lograra que por medios electrónicos este tipo de proyectos llegaran a manos de los jóvenes que pasan sus días frente a una pantalla podríamos lograr un cambio en la concepción de la ciencia y el arte en nuestra sociedad. Tal vez si intercalamos nuestros medios, tan románticos y personales, como el libro en físico, por los medios electrónicos tal vez podríamos ayudarles a llenar sus soledades con una bella historia, que los inspire y que genere cambios en el pensamiento y en la sociedad. Los jóvenes tienen miedo a estar solos miedo a deprimirse y esos son vacíos que se podrían llenar con buenas historias.
Así vemos que la influencia de los problemas sociales en las inquietudes intelectuales de los jóvenes es devastadora, que la influencia de los medios electrónicos en el sentir y percibir la vida de otros tantos es inevitable y que proyectos como los de Colciencias son buenas herramientas para comenzar a cambiar la sociedad desde la educación. Si bien no son armas lo suficientemente efectivas para llevarlas a todos los lugares de la geografía Colombiana, si son alicientes que podrían ayudarnos como docentes a ejercer nuestra labor. Por eso nos queda al aire la pregunta si la literatura científica crea nuevos héroes o no, o más bien si esta nos ayuda a intentar penetrar en el universo de nuestros jóvenes, quienes cada día son más esquivos y resbaladizos, para hacer un intento de cambiar la concepción de la educación en la sociedad y por medio de esta cambiar el país mismo.
Marley Cruz
Colaboradora Habitual
La Moviola
Colciencias en un loable intento por hacer que los niños y jóvenes colombianos conozcan un poco más sobre los héroes de la ciencia y la tecnología en la historia de nuestro país a partir del siglo XVIII, publicó 18 volúmenes escritos por reconocidos escritores latinoamericanos como lo son: Gonzalo España, Sandro Romero, Celso Román, Carolina Alzate, Irene Vasco entre otros; libros que datan de la vida y obra de personajes importantes en la historia Colombiana como el sabio Caldas, Julio Garavito, Claude Vericel, Jose Maria Villa, Francisco Javier Cisneros entre otros. Muchos de estos grandes personajes empolvados en los libros de historia de alguna de nuestras bibliotecas.
El objetivo de esta serie juvenil es ensalzar a los héroes de la ciencia y de la tecnología en nuestra patria para que sean reconocidos por parte de nuestra juventud; son libros con hermosas ilustraciones y con una gran cantidad de sucesos veraces en la historia. Los escritores se pusieron en la tarea de mezclar la veracidad de la historia con otros hechos no tan reales para hacer de los libros un universo rico en imaginación, historia y de simbolismo dignos de emulación. Se pretende que con ello se logre incentivar a los jóvenes para que el ejemplo de vida de estos personajes sea fuente de inspiración para nuestros futuros ingenieros, científicos, artistas y Maestros.
Se le da el nombre de literatura científica a esta serie para hacer un puente entre estas dos áreas distanciadas entre sí por meros formalismos históricos. La ciencia y el arte son siamesas separadas históricamente para poder ser estudiadas con mayor profundidad. La ciencia y la literatura hacen parte de una misma y única naturaleza que nos envuelve a todos y a todo. Esta serie es un esfuerzo para unir la ciencia, la literatura y el saber común.
La serie lleva a los personajes más allá de sus inventos y descubrimientos, se adentra en sus vidas reflejando en las letras y en las ilustraciones la paciencia, perseverancia y coraje que les invadió para llevar a cabo sus cometidos. Refleja el amor de estos por la ciencia y las artes; nos muestra una cara fascinante de estos hombres que lograron avances muy significativos en diversas áreas. Con el fin de adentrarse en la imaginación de nuestros jóvenes para darles pautas a su libre imaginación.
Este trabajo está diseñado con el fin que llegue a las poblaciones más necesitadas de nuestro país; aquellas donde la educación es vulnerable, como una medida de contingencia a la falta de amor por el conocimiento. Es una manera utópica pero loable de intentar promover el amor por la ciencia y el arte en los niños de nuestra nación.
Este proyecto al igual que otros de su género, como las escuelas de música en las comunas de Medellín, tiene inconvenientes. Es difícil hacerle creer a un niño que una guitarra vale más que un arma de fuego, cuando este ha visto morir a sus hermanos mayores y aguantar hambre a los menores. Cuando este ha visto llorar a su madre por no tener que darle de comer a sus hijos, cuando ha visto a su padre asesinar por dinero y a sus hermanas prostituirse por la misma razón. La labor de llevar el conocimiento a los lugares remotos de nuestras ciudades y pueblos es una tarea titánica; pues la cultura por la que estamos permeados no es la más propicia para el auge de la ciencia y el arte. La mayoría de las chicas de escasos recursos de regiones tan apartadas como Puerto Leguizamo o Villa Garzón Putumayo, prefieren que un policía o un soldado del ejército “se las saque a vivir” que proseguir con sus estudios, pues ellas saben que las posibilidades de hacerse un futuro por medio de la educación es casi utópico. Muchas de ellas tienen que ayudar a mantener a sus familias y poco o nada de tiempo les queda para poder leer un libro, así sea un libro tan dinámico y divertido como los de la serie que tratamos.
En muchas ocasiones cuando uno entabla conversación con los jóvenes y niños de estas zonas uno termina comprendiendo que el problema de la carencia de nuevos héroes en la ciencia tecnología va más de allá de la carencia de libros que les renueven sus inquietudes intelectuales; el problema es social, la falta de espacios propicios para un sano crecimiento lejos de las hambrunas, de la violencia y de la inexistencia educativa. La vida es dura para las clases bajas de nuestro país a donde casi nunca llegan los frutos de hermosos proyectos como los libros de las historias de nuestros científicos.
Las realidades de los jóvenes de nuestro territorio son muy diversas, tan diversas como las clases sociales que tenemos en Colombia. Los más “afortunados”, monetariamente por lo menos, también son jóvenes difíciles de tratar. Si bien estos tienen más posibilidades de poder acceder a materiales como los que propone Colciencias, La influencia de los medios electrónicos hacen que los jóvenes se aparten mucho del libro en físico y esto nos lleva a repensar los medios educativos. Ayer le preguntaba a un niño de 10 años que qué quería ser cuando grande y él me respondió: “fotógrafo, o cuidador de perros, pero lo que no quiero ser es como mi papa que solo se la pasa leyendo y leyendo libros”. Luego la conversación nos llevó a un tema que está bastante de moda por estos días, había un mural con la ministra que llevaba un rifle en sus manos y de este salía una leyenda: Ley 30. Le pregunte al niño que si él sabía que era la ley 30 y este impresionado por el tamaño del mural más que por mi pregunta me respondió: “¡Ahh! es la ley que rige la educación y los universitarios están en paro por que la ministra va a privatizar la educación” ¿de dónde sabes esto? Le pregunté y él me dijo llanamente: “de internet”
Los chicos tienen ahora acceso a más información de la que tuvieron nunca, y esto lejos de ser una dificultad puede convertirse en algo a favor. Si se lograra que por medios electrónicos este tipo de proyectos llegaran a manos de los jóvenes que pasan sus días frente a una pantalla podríamos lograr un cambio en la concepción de la ciencia y el arte en nuestra sociedad. Tal vez si intercalamos nuestros medios, tan románticos y personales, como el libro en físico, por los medios electrónicos tal vez podríamos ayudarles a llenar sus soledades con una bella historia, que los inspire y que genere cambios en el pensamiento y en la sociedad. Los jóvenes tienen miedo a estar solos miedo a deprimirse y esos son vacíos que se podrían llenar con buenas historias.
Así vemos que la influencia de los problemas sociales en las inquietudes intelectuales de los jóvenes es devastadora, que la influencia de los medios electrónicos en el sentir y percibir la vida de otros tantos es inevitable y que proyectos como los de Colciencias son buenas herramientas para comenzar a cambiar la sociedad desde la educación. Si bien no son armas lo suficientemente efectivas para llevarlas a todos los lugares de la geografía Colombiana, si son alicientes que podrían ayudarnos como docentes a ejercer nuestra labor. Por eso nos queda al aire la pregunta si la literatura científica crea nuevos héroes o no, o más bien si esta nos ayuda a intentar penetrar en el universo de nuestros jóvenes, quienes cada día son más esquivos y resbaladizos, para hacer un intento de cambiar la concepción de la educación en la sociedad y por medio de esta cambiar el país mismo.
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