Foto de Daniela Edburg
Death by cotton candy (Drop death gorgeous)
Por
Nathaly Gomèz Prado
Redactora de La Moviola
No hubo tiempo de preguntar, cómo sería, cuando sería, que color tendría, que forma tendría, solo bastó con pensarlo para reunir todas las cosas que darían lugar al último suspiro de la vida. Fue lo primero que hizo como resultado de una obsesión, la aprobación superior le daría el pase para la gran mención.
Desde siempre la imagen acompaño a Daniela, en el camino por un país que no era el suyo, pero que adoptó, por ser el que la formó como fotógrafa del nuevo milenio.
Nación en Houston Texas en 1975, pero creció en México donde estudió Licenciatura en Artes visuales en la academia de San Carlos, allí tuvo su primer acercamiento con la fotografía. Desde el 2001 comenzó sus series fotográficas con su trabajo de tesis ''Drop Dead Gorgeus’’.
Desde ese momento hasta nuestros días, su fotografía se ha convertido en una fascinante alusión a la vida, a la muerte, a las adicciones, al paso del tiempo, todo esto mezclado con colores y puesta en escena que dan un toque de humor, nostalgia y realidad.
Daniela ha participado en diferentes exposiciones y ferias en Mexico, Brasil, China, Chile y Rusia.
Estos son los nombres de sus series: Drop Dead Gorgeus, Killing time, Remains of the day, Knit, Organs Pickles and Bombs
En su mente la artificialidad, la autodestrucción y el ser humano, eran como un flash que no paraba de estallar. La idea de matar el tiempo, de regresar cuerpos a la tierra, de tejer lugares seguros, hacían parte de su vida. Los niños, la guerra, la vida real, eran los que recreaban los espacios y daban vida a los colores y las formas que ahora ellos adquirían.
Pero serían una pocas mujeres su primer objetivo, ellas le darían a Daniela el sentido del por qué y cómo, el color y la composición influirían en su vida.
Las causas estaban dispuestas, las consecuencia no se medían y ellas ni por error pensaban que aquello que amaban las perjudicarían.
Daniela buscaba y planeaba, media, vestía y pintaba, los lugares eran sabedores de aquello que ella anhelaba. Desde su posición, no critica, no impone, solo es la voz de la sociedad que aún sabiendo lo que hace, bien o mal, no pone un límite. Ellas se convertirán en la voz, en la imagen, en las víctimas de sus propios gustos.
El consumo fue su mejor aliado, la ayudaban también las ganas que ellas tenían, la dulzura, la imagen y los prototipos complementaban sus ansias de crear.
Todo estaba dispuesto, ellas decidieron ser víctimas de sus pecados compulsivos.
Se dejaban abrazar por la luz, hacían parte de un espacio que era su propia vida, el color las envolvía y les daba las características propias de su condición.
Daniela las observaba con un ojo ajeno a ella, pero que era tan propio como las historias que a cada una les disponía. Muchos referentes fueron su inspiración, autores que sin pensarlo hicieron parte de algo que sería inevitable.
Se abandonaban al glamour, disfrutaban los placeres de la vida, mientras la muerte las seducía, las seducía con la imagen del amante paciente, que espera, que como por primera vez, se acerca con la mayor delicadeza para consumar el deseo, ellas sin sospecharlo se dejan llevar por el color, el olor, el sabor y el nombre de ese amante que las conduce a un éxtasis propio.
Daniela es cómplice de ese amante y dispone su mejor herramienta para capturar el momento en que ese deseo se consuma.
Nada podría interrumpir el hecho, las condiciones estaban dadas, un simple toque congelaría para siempre, la imagen de aquellas mujeres que se dejaron seducir y que hasta el final de sus vidas disfrutaron los placeres de aquel que aún se hace llamar consumo.
Daniela ha terminado su labor, el alma y la pasión de aquellas mujeres quedó impregnada en cada impresión, ahora son observadas por miles de ojos desinteresados, esquivos e inquietos que critican sin piedad a aquel que ocasionó el hecho y admiran las figuras complacientes de aquellas que se dejaron llevar.
Una década ha pasado y ahora Daniela, anda entre tejedores compulsivos que van hilando sus destinos con los minutos que los asechan. La desesperanza y la locura del ser humano, la llevan por caminos en los cuales encontrará su más grande inspiración.
Aquellos ojos que piden más que quieren más, podrán deleitarse con un camino más claro y maduro que Daniela ha trazado paso a paso y la ha convertido en lo que es ahora, una gran fotógrafa contemporánea.
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