Hayao Miyazaki: la otra animación















Por
Pablo Hernàndez D.
Colaborador habitual
La Moviola



El cine animado durante muchos años fue relegado al público infantil. Por razones culturales, los llamados dibujos animados han sido utilizados por la televisión como entretenimiento para los niños.
Pero así mismo han sido utilizados por miles de caricaturistas y dibujantes para ilustrar la realidad de los pueblos, en periódicos, revistas y en el vasto mundo de los cómics, que aunque comenzó para los niños, ahora tiene un rango mucho más grande y dirigido a personas de mayor edad, con temas más complejos.

Es así que surgen en Japón, a raíz de los trauma creados por la Segunda Guerra mundial, el manga y luego su versión animada, el anime. Estos han sido una base del desarrollo cultural nipón. Pero en los años setenta, empieza a surgir el talento de un hombre que lleva el anime un paso más allá adaptando varios personajes e historias conocidas a la animación. Hayao Miyazaki, nacido en Tokio, empieza a trabajar en la agencia Toei, reconocida mundialmente por creaciones originales como Dragonball y Sailor Moon. Luego saldría de allí para trabajar con otros estudios, tiempo en el cual empezaría a concebir uno de sus primeros proyectos, que de hecho nunca pudo ser realizado: la versión fílmica animada de Pippi Longstocking, el personaje central de una serie de libros escritos por la sueca Astrid Lingren.
En los años ochenta, el director fundaría su estudio propio Studio Ghibli, que ha sido la productora de casi todos sus largometrajes.

¿Pero que hace de Miyzaki un director consistente e imperdible?

Por un lado está su sentido de pertenencia con su cultura así como con la historia del país, marcado para siempre por la Segunda Guerra en la que, a pesar de haberse expandido vertiginosamente, el Imperio japonés se fue debilitando al final para terminar abatido por bombardeos estadounidenses y las terribles bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
De hecho, a lo largo de su filmografía, Miyazaki deja el rastro de la guerra de diferentes maneras. La más obvia es al introducir aparatos o seres voladores en casi todas sus películas. Su fascinación por los aeroplanos y el don del vuelo viene tanto de la guerra como de su fascinación con la libertad, la de verdad, que nos libera incluso del suelo que pisamos. En Howl's Moving Castle del año 2004, vemos su fascinación por la libertad llega incluso a que uno de los personajes principales sea él mismo un mago fantástico con la capacidad de transformarse en un ser parecido a un ave. Esta criatura batalla ferozmente con las aeronaves enemigas, verdaderos monstruos del aire hechos de puro metal y con el tamaño de un castillo.
En Porco Rosso de 1992, una de sus únicas películas que tiene lugar en el mundo real, el personaje principal es un aviador destacado que defiende a una zona del Adriático del ataque de varias aeronaves enemigas, aeronaves rápidas y certeras manejadas por “piratas aéreos” que asaltan buques y cruceros. Los aviones en esta película son protagonistas, ya que la mayoría de escenas ocurren en el aire o en algún lugar relacionado con las aeronaves.
Aparatos voladores aparecen también en Nausicaä of the Valley of the Wind (1984) y en Kiki's Delivery Service (1989). Un dirigible, la escoba de una bruja y un deslizador son los elementos voladores y de paso de libertad en estas dos películas que retratan el tema de la liberación de forma impecable.

Otro tema que encanta a Miyazaki es la preservación del medio ambiente. La naturaleza, en sus películas, se rebela con frecuencia contra los seres humanos, sea a través de la magia y por si misma. Además, el agua es otro factor esencial en todas sus películas, haciendo referencia tanto a la libertad como a por la facultad que tiene el agua para evaporarse, pasar a otros estados con facilidad. El flujo del agua, su constante cambio y su maleabilidad, son características predominantes en Ponyo (2008). El cuento de una pequeña sirena que conoce a un joven humano y el viaje que debe hacer la primera para llegar a su hogar, está enmarcado en el contexto del mar, de los siempre cambiantes flujos de la vida. En el sintoísmo, religión predominante de Japón, el agua simboliza contradicciones como el encierro y la libertad, así como la vida y la muerte, ambos círculos eternos de la vida. Esta preocupación por la vida viene también complementada por el amor de Miyazaki a la naturaleza. En la mayoría de sus obras es esta naturaleza, amenazada por la humanidad, la que se rebela contra los seres humanos. Así sucede en Nausicaä of the Valley of the Wind (1984), pelicula que podríamos llamar post apocalíptica ya que ocurre en una tierra donde solo algunos reinos se sostienen en el mundo, separados entre sí por un gran desierto contaminado, en el que algunas plantas han soltado varios químicos nocivos, impidiendo la existencia de bosques y grandes cantidades de animales. De hecho, la película es una gran oda a la lucha por el medio ambiente, ya que los antagonistas son criaturas que destruyen todo a su paso solo porque se sienten amenazadas. En el clásico My Neighbour Totoro (1988), Miyazaki muestra un lado más amable de la naturaleza, siendo esta fuente de fantasía y esperanza para Satsuki y Mei, las dos jóvenes protagonistas. Es esta mezcla de lo natural y lo religioso, relacionado al sintoísmo, que hace que criaturas como el mismo Totoro y el Gato Bus ayuden a las jóvenes a resolver sus problemas. Adquiere importancia también el hecho de que las plantas, el bosque en sí, sea considerado un lugar sagrado, algo con lo que Miyazaki no vivió por mucho tiempo ya que durante su juventud y buena parte de los comienzos de su carrera, Japón atravesó una etapa de crecimiento desenfrenado, destruyendo espacios naturales en pro de los avances económicos y tecnológicos. En Princess Mononoke (1997) y Castle in the Sky (1989) se ve una vez más la mezcla de la naturaleza amenazadas y los espíritus que viven en el bosque amenazando a los seres humanos por el daño que causan. Miyazaki manda un contundente mensaje ecológico al mostrar una fábrica que utiliza la madera sin restricción en Princess Mononoke y el paraíso solitario en el cielo, el último paraíso de la humanidad en Castle in the Sky.

Y que otro tema podría ser más poderoso y con más exposición que el del amor. A diferencia de otras películas animadas, el amor no es estereotipado ni es el centro de las historias de este director japonés. Sin embargo si es un factor que hace que las historias avancen y ciertamente se muestra como un sentimiento con un poder más grande que la guerra, la que retrata de una u otra manera en todas sus producciones. En Spirited Away (2001) el amor de Chihiro por sus padres hace que ella no desfallezca en sus intentos por tratar de salir del mundo mágico adonde llega. Además, el poder del amor es nombrado por uno de los personajes como un arma infalible para liberarse de las maldiciones de la bruja Zeniba. En Howl’s Moving Castle, es el amor el que libera a Sophie de la maldición de la bruja que la ha vuelto vieja. Al conocer a Howl, Sophie queda fascinada y es su empeño en salvarse y en salvar a su amado el que por fin la libera de la maldición. En Porco Rosso, el beso que Fio le da a Porco lo hace transformarse en hombre o por lo menos eso es lo que se nos da a entender por la reacción de Curtis al ver a Porco.

Podemos terminar por hablar de otro de los rasgos más notorios de sus obras y es el hecho de que la mayoría de los personajes principales son mujeres, heroínas en cada uno de los filmes. Personajes como Nausicaä, Sheeta, Sasuki, Mei, Kiki, Fio, San, Chihiro, Sophie y Ponyo ejemplifican las capacidades que tienen las mujeres para manejar diferentes situaciones, algo atípico a las tradiciones asiáticas en las que las mujeres suelen tener un rol minoritario en comparación con los hombres. Miyazaki pone en las manos de un sector apartado de la sociedad, la capacidad de solucionar los problemas del mundo algo que suele pasar muy a menudo en el mundo del cine. Además es darles a las mujeres la oportunidad de solucionar la guerra con la paz que caracteriza a muchas de ellas, con excepciones en las mismas películas de Miyazaki como con las brujas.
Y este es el aspecto final de las películas y quizás la característica más notoria de las películas de Hayao Miyazaki: la eterna batalla entre el bien y el mal, sea en proporciones épicas como en Princess Mononoke o en un contexto más local como en My Neighbour Totoro. Siempre hay un grupo de “malos” o de personas que por alguna razón contradicen las convicciones del personaje principal y por eso se caracterizan como “los malos” así de verdad no lo sean en su contexto social. Miyazaki traza varios mundos fantásticos como el del baño de monstruos de Spirited Away o el del mundo alterno invasor en Howl’s Moving Castle, ambos con obvias referencias a la guerra, a la paz y como las vías del dialogo y de los sentimientos deberían usarse para evitar el sufrimiento. Los personajes en cada uno de sus films no son inherentemente buenos ni malos, son lo que deben ser en el contexto de sus mundos. Es así como la bruja Yubaba o el Espíritu del Bosque no son en realidad malignos sino que siguen sus códigos sociales y convicciones personales, dados los cambios en sus respectivos mundos.

En conclusión, Hayao Miyazaki no es solo uno de los mejores y más prolíficos directores de Japón y de Asia, sino que es escritor y cineasta con una imaginación ceñida a la realidad pero con la capacidad de creación suficiente para regalarnos mundos maravillosos, posibles si nosotros mismos lo deseamos, en los cuales aprendemos que los sueños son posibles a través de sentimientos sinceros y del esfuerzo que pongamos en nuestras convicciones personales.

1 comentario:

Feng Shui en la casa dijo...

Woou! Excelente articulo, excelente la publicación la forma como logras abarcar el tema mediante el análisis que planeas. Todo un gusto visitarte.