LUDICAS DE LA RAZON

Fotografía: Arno Rafael Minkinnen


Por


Daniela Hernández


especial para La Moviola








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Diálogos entre


inmortales muertos y vivos


Hans Magnus Enzensberger


Galaxia Gutemberg


Barcelona, 2004


271 páginas


El elemento clave instaurado en Diálogos entre inmortales muertos y vivos es la razón. Es una obra que demuestra un teatro con compromiso ético primordial, ya que difícilmente se podría desligar de sus personajes la gran carga ideológica que llevan consigo al tratarse de una obra metaficcional; sumado a esto se impone la intención política que va ligada a este compendio. Por eso no es de extrañar que para los tres diálogos que componen esta obra, Hans Magnus Enzensberger haya escogido protagonistas por excelencia críticos y temperamentales. Es así como nos encontraremos dialogando con Chuan Tse, Diderot y el revolucionario ruso Alexander Herzen.


“El muerto y el filosofo” es un diálogo apoyado en un texto breve del escritor chino Lu Xun, en que se cuestionan temas como la eternidad, la libertad, la vida y la muerte, para finalmente ilustrar lo pragmático como lo contrapuesto a las cuestiones metafísicas. “Diderot y el huevo oscuro” camina entorno a las preguntas de un joven periodista del siglo XX, que pretende trasmitir su entusiasmo y admiración hacia lo que implicó la Ilustración. El autor recurre a artículos de la enciclopedia y los escritos y pasajes de la correspondencia personal del propio Diderot para estructurar en lo posible la posición del personaje. Para cerrar esta obra, nos encontramos con una pieza dividida en dos diálogos “Sobre el ensombrecimiento de la historia”, estos son una versión modificada de una serie de textos escritos por Herzen bajo el título de S. togo berega. El impecable razonamiento del aristócrata logra romper las creencias que tiene cada generación sobre la singularidad de sus crisis, haciendo que su voz tome un tinte crudo y por lo tanto visionario.


Lo que el mismo Enzensberger se ha permitido llamar “un sabotaje a la filosofía sistemática” no es otra cosa más que una excusa para adherir atractivos lúdicos y refrescantes a sus diálogos, fundados en un discurso socrático incapaz de funcionar sin la réplica. El porqué decidirse por la informalidad del diálogo contrapuesto a la formalidad de la filosofía. Se intuye de fondo que tal vez sea esta dinámica la que permite dar un campo de ambigüedad mayor y es esta tendencia hacia la duda la que nos introduce en lo que el autor llama “dramaturgia del pensamiento”. Se remite a la esencia misma del teatro intelectual, que en sus orígenes propone huir de la realidad.


La tendencia evasiva logra así funcionar en dos direcciones; por un lado se da campo a un amplio alegato tutelado por la ironía y un carácter destructivo que evidencia un afán del autor; pero a su vez esta insistencia en un implacable sarcasmo, lo único que busca es lindar con la fantasía, porque si bien el mensaje recibido es totalmente desesperanzador, la posibilidad de seguir desarrollando ideas abstractas a través del diálogo se hace posible.


Por: http://cajaxxxnegra.blogspot.com/



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