La vida sin mi

Por: Diana Carolina Moreno


Inspirada en esta preciosa película de la directora española Isabel Coixete me detengo frente al espejo y me formulo de modo sutil esa buena pregunta, ¿cómo será la vida sin mí? Usted se lo ha preguntado? Me di cuenta que no me he tomado la suficiente molestia de ver todo lo que me rodea desde un estado ausente, para mirar despacio todas las formas y figuras, acciones y modos de ser y vivir de cada una de las personas que tengo a mi lado, incluso de mi, suelo a ratos desviarme y olvidarme un poco.


Pensar no es un hábito constante, eso le pasaba a la protagonista de esta película, interpretada por Sarah Polley, una mujer de mirada azul profunda como el mar, inquieta como sus olas y suave como sus madrugadas. Ann es una joven de 23 años, madre de dos hijas y esposa de su único y primer amor. Lleva una vida entre la lluvia que sus pies sienten mientras su trabajo nocturno la distrae y divierte a medias.
Se entera que sus días están contados, no le cuenta a nadie y por ende hace una lista en la que escribe todas las cosas que le gustaría hacer, y había dejado de hacer por “vivir” lo que le tocaba y no siempre quería. Emprende la tarea de sentir y hacer sentir, de dejar una huella marcada y un recuerdo constante en sus seres queridos.


Sus ojos se van cerrando suavemente, cada respiro la hace sentir más viva, más frágil, más despierta, más noctámbula y más honesta. Su vida se deshace mientras sus sueños se reconfiguran y su corazón late más fuerte que nunca.
Entre ritmos de jazz sus últimos suspiros la ponen a rezarle a un algo que no sabe que es, que todo lo que desea para todos lo que la rodean cuando ella no este se cumplan. “Solo deseo que así sean las cosas en la vida sin mí”…


En ocasiones deseamos no estar, pero ahora me inquieto por saber que pasará luego si me quedo y observo, pero sobre todo si vivo, si planeo y no acierto, si aprendo de lo vivido y continúo por el camino que se va marcando suave, mientras la luna nos vigila y el sol nos acobija.