Por
Diana Ovalle
Corresponsal La Moviola
Roma (Italia)
sobre relatos invisibles
Entonces se cruza un cuarto y los relojes marcan como en un va y ven de olas las horas que siguen el movimiento del sol, y se descubren cùpulas a través de la ventana de un cuarto romano sobre el mapa de esta geografía.
El cielo y los colores del mediterráneo enceguecieron los ojos de ingleses y alemanes donde el invierno cruzaba las mañanas, tardes y noches de una crónica cotidiana.
Los monumentos y sus ruinas de una ciudad milenaria como Roma, despliegan hojas que se tocan en los pasos y caminar nocturno de un hombre y el silencio de la mirada; escenarios que cubren sensaciones, fantasías, culturas, narrando la misma historia que teje el cuerpo de este cuento.
Pinos y cipreses invaden la figuración de cuadros del renacimiento girando por las urbes de una tierra que encuentra hacia el horizonte “La tempestad” del pintor Giorgione, la cajita de colores como destellos de estrellas de Antonello Da Messina desde la misma isla de Sicilia. Una vez, entonces, este paisaje vio de reflejo las colinas y senderos que conquistó entre poleas y vuelos el perfil del toscano Leornardo Da Vinci. Se construyó la plaza de un arte que vio la arquitectura, la escultura, la pintura, el dibujo como cuerpos alucinados dentro el candor de este sol.
Seguir entonces las líneas de esta fuente, es recorrer entre la niebla las palabras del poeta Pier Paolo Pasolini, con el silencio y el sonido el ritmo salta en el vacio de esta inmensa libertad; porque son sus palabras las huellas de un caminar entre el terror y el amor por esta casa que llama “Mamma Roma”.
Corren los primeros del llamado “novecento” y estalla la primera guerra mundial.. que ve este pueblo desbordar como agua sin límite ni condición. El cielo se viste de gris.
Tormentas y relámpagos se estrellan con la lluvia, plazas y vías se uniforman y su superficie reclama un solo gesto, el saludo al dictador Benito Mussolini, autor del régimen (comando totalitario sobre la libertad de diferencia de cada ser humano que puebla este mismo cielo) fascista ( la ley del racismo, discriminación de raza, credo, religión, sexo), dentro un nacionalismo enceguecido. Desde la limpieza racial Benito Mussolini construye la ciudad del fascismo que ve Roma vestida a modo de Imperio. Avenidas, edificios, casas, y construcciones públicas son los caracteres por donde este dominio representa su presencia. El ser “colectivo” es entonces un bloque de individuos en masa sin distinción, gobernados por una bandera que alude al orden, la disciplina y el control.
La figura de estos líderes, con el nazismo y el fascismo construyen la propia imagen desde la base de la comunicación masiva: el discurso al pueblo desde el balcón de la plaza central, el cine y la arquitectura, como fuentes de contacto y exposición de si mismos.
Medios de propaganda. Armas de guerra.
De aquí sobre las llamas que consumieron la antigua sede de producción cinematográfica romana Cinecitta , nace el 21 de Abril 1937, “Cine-città” (la ciudad del cine) en Roma sobre la vía Tuscolana. Marchando con el régimen, Cinecittà fue la ambición de la cual Mussolini festejó la inmensidad de tal proyecto bajo sus botas de militar.
Que sería entonces de este lugar, que usará más adelante Federico Fellini cambiando la realidad de un requeim en “E la nave va”, recomponiendo el amor en “ Casanova” , disponiendo las luces para seguir la pasarela de la corte vaticana en “Roma-Fellini” .
Cinecittà, fue entonces y ahora un conjunto monumental de estudios de filmación, de departamentos de revelado, impresión y edición. El cine del régimen, llamado “ teléfonos blancos” era entonces entre la comedia y una colosal superficie de una distracción melodramática y ostentosa que se cruzaba con los eventos que abrían la puerta oscura de la segunda guerra mundial.
El cine como máquina industrial, encontró personajes que usaron este medio desde las manos de la conciencia, la moral, con la ética delante de sus cuerpos, delineando la estética de un lenguaje que capturará entonces esta escena sin velos, ni terciopelos, narrando desde una mirada profunda, el color del alma que escribe sobre la condición humana.
Cinecittà , fue entonces un laboratorio de alquimistas de la imagen, que entrarían por la puerta de la cultura a tocar las escenas, historias y personajes, cruzando el ano1942 con Luchino Visconti “Ossessione”, Roberto Rossellini “ L'uomo della croce”, Alessandro Blasetti “Quattro passi fra le nuvole”, Mario Camerini, Mario Soldati, Renato Castellani, Luigi Zampa, Vittorio de Sica; que en el recorrido de estos anos fundarían aquella visión que más adelante validará la poética del neorrealismo italiano y que por las luces de los propios documentos, saltarian a la superficie los malabares del Director de Fotografía Giuseppe Rotunno, las composiciones del músico Nino Rota, y una escuela de escenografía y vestuario con Danilo Donatti, Piero Tosi, Gastone Medin , Virgilio Marchi entre otros, descubriendo la máscara del actor a través de las voces, mímicas, gestos, que Vittorio de Sica, Anna Magnani, Totò, Marcello Mastroiani, Alberto Sordi, Vittorio Gassman imprimieron en sus películas, como hoy reclama el director de cine Mario Monicelli, “ el cine se escribió en las plazas, cafés, restaurantes, casas; se discutía, se pensaba y no existían horarios. Se leía, se robaba literatura de todas partes, se escribía”…
Las bombas de esta guerra (denominada de manera irónica “segunda “ ) que se llevo la vida por delante, cayeron sobre el tejado de Cinecittà, y un continente entero .
El ojo de la cámara salió del plató y tocó la calle, encontró las personas del común, vivió bajo las huertas de una ciudad destruida, y estos mismos autores que se despidieron unos años atrás bajo la amenaza de la guerra, se encontraron de regreso en esta misma calle
saludando un nuevo día.
Entrar en estos pasadizos es abrir la mirada hacia una humanidad que ha tocado las cuerdas de la poesía. El trabajo de esta “ciudad del cine” reconoció construyó un mundo caído en su ser humano. El cine fue entonces la posibilidad de actuar, hablar, escuchar, escribir la historia desde sus primeros rasgos de ilusión. Fue a su vez una fiesta, una ventana hacia el futuro, educación, cultura, amor, encuentro, reacción. Y Roberto Rossellini, escribiò las luces de “Roma, città aperta” 1944.
Después los ojos de la otra industria iniciarían la realización de “Quo vadis?” 1950 Di Mervyn Le Roy, “Vacanze romane” 1952 de William Wyler, con el perfil Audrey Hepburn y Gregory Peck.
Entra por via Tuscolana el director de cine Joseph Leo Mankiewicz, para dirigir “La contessa Scalza”1954 con Ava Gardner e Humprey Bogart, mientras “Guerra y Paz” de King Vidor prepara sus luces para llegar a aquella figura de musa que Fellini tomarà en la “Dolce Vita” con Anita Ekberg. El encuentro de la industria de Hollywood con la escuela italiana, despierta un escenario rico que madura y crece, las escenografías son obras de arquitectos y escultores que viven por las calles de Cinecittà como fragmentos de una pintura que se resolverá en la ilusión de la pantalla. Ciudades, plazas, cuartos, puentes, ventanas, puertas, son una forma de arquitectura de la cual se servirá el cine en su historia, descripción y acción con sus personajes. Mas surreal, donde la ficción superara si misma, encontrando el espectáculo de Federico Fellini desde el teatro 5,
plazas, cuartos, puentes, ventanas, puertas, son una forma de arquitectura de la cual se servirà el cine en su historia, descripción y acción con sus personajes. Mas surreal, donde la ficciòn superara si misma, encontrando el espectáculo de Federico Fellini desde el teatro 5,
Estos estudios serán a través de los años, una escuela que dará al cine internacional la posibilidad de encontrar más historias, mas miradas, mas visiones, perdiéndose entonces bajo la luz del sol, por las vías de “Gangs of the New York” de Martin Scorsese,.
Sentada con el viento leo el color de una ciudad perdida que sigue el ojo de una historia azul, donde “Adios a las armas” 1957(del homónimo libro de Hemingway) de Charles Vidor, pudo ser. Buster Keaton busco el sonoro, Sergio Leone trazos las secuencias de “Per qualche dollaro in più”, dando a Clint Eastwood su mejor personaje o visceversa? Luchino Visconti, siguiò “La caduta degli dei”, y el cine desde ese remoto 1937, bajo las botas del militar dictador Mussolini, dio vida a esa gran fiesta que corrio por las vias de “La Dolce Vita”.
DENSE UNA VUELTICA.....http://www.cinecitta.com/
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