¿Por qué los enanos empezaron pequeños para Werner Herzog ?






Fotografía del rodaje de También los enanos comenzaron pequeños 



Por  Diego F. Vargas D.
Especial para La Moviola










«Todas las cosas derechas mienten, murmuró con desprecio el enano.
Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un círculo.»

De la Visión y del Enigma
Así habló Zaratustra
Friedrich Nietzsche








De la plenitud al caos, una revuelta se nos figura en clave de travesura mientras las imágenes van entrando al torrente de las ideas para maltratarlas, castigarlas y ponerlas a replantearse la versión libertaria de los hechos. De muchos hechos que sumados a la historia de la humanidad, ha configurado la posición del hombre con el mundo que lo rodea, con los mundos que construye para rodear. La extravagancia se viste de frac solamente haciendo alusión a sus colores blanco y negro y justo ahí nos estalla a quemarropa el primer fotograma de la película, entonces rápidamente el postulado de Bernardo de Chartres que reza, ‘somos como enanos a los hombros de gigantes y podemos ver más, y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura’, se desplaza totalmente a los terrenos de la grotesca irascibilidad.
Auch Zwerge haben klein angefangen inicia su rodaje en el año de 1969 sobre los paisajes áridos y desérticos de la isla de Lanzarote en el archipiélago canario, o comúnmente las llamadas Islas Canarias, en España, escenario ideal desde el punto de vista cinematográfico para una puesta en escena que se nos presenta como una oda a la anarquía desde un ámbito especialmente creado por el autor para su puesta en marcha. Las condiciones se prestan entonces para observar una fotografía impecable que poco a poco nos va sumergiendo en una historia atípica y poco convencional, con unos parámetros de conducta que se van definiendo a medida que avanza el filme, pues esa pasividad y quietud de los planos iniciales (en especial el paneo de 360 grados que nos da la ubicación espacial dentro del set), se va rompiendo paulatinamente al momento que los personajes entran en acción. Y en blanco y negro, como tenía que ser el tono de esta película, pues cromáticamente esa frialdad en escala de grises nos lleva directo al caos que se avecina generando una relación directa entre el ambiente y sus personajes; de haber sido un filme hecho en colores una ruptura visual nos enfrentaría a una visión picaresca y sarcástica de un espacio en el que el cliché del mundo de los enanos siempre se ha configurado en tono jocoso y burlón, léase por su manera de vestir o de maquillarse, en esencia, como antaño y como referente en el que se ha tenido ese preconcepto de payasos de ocasión. Herzog desbarata ese planteamiento y, sin embargo, no quiere decir que no se esbocen unas sonrisas al ver ciertos apartes del filme, por el contrario, risas quizá nerviosas y cargadas de una incomodidad absurda, risas angustiosas que no denotan para nada un divertimento especial. ¿Sonreír ante un drama terrorífico que está representando parte de la humanidad y la manera cómo actúa?
Con un guion impecable y que tuvo varios cambios sobre la marcha de la película (hubo escenas que llegaron a la lente de Herzog sin estar presupuestadas en la víspera), de entrada nos encontramos con un filme de una riqueza excepcional que sumada a una serie de aciertos técnicos y artísticos, se nos presenta como una soberbia posición contestataria por parte del director sobre la condición humana. Cámara en mano, avanza la historia con la angustia de encontrarse con un acto más monstruoso que el que le precede, como si se tratara de una feria de las miserias humanas puesta sobre el celuloide; la música, ensordecedora y compaginada con los gritos y exclamaciones de los personajes que ya se rebelan bajo la cálida atmosfera de la isla, penetran en el inconsciente hasta el punto de despertar varias emociones subestimadas. Y la película sigue. La rebelión continua y cada vez el sin sentido de la estupidez humana va tomando forma y el mensaje empieza a decodificarse: esa pequeñez de lo que se entiende como agrupado o unido a una causa que a la final resulta en rebeliones sin ninguna trascendencia.
Esta película nos enseña un mundo donde la humanidad entera es enana desde el punto de vista subliminal, pues el mundo a medida que evoluciona va creciendo estrepitosamente dándole cabida a todo tipo de monstruosidades, en este caso sería pretencioso acertar en una definición donde se asuma que son los enanos aquellos los que están enfermos. Es el mundo en sí, sobre todo para la época de filmación de la película. Una sociedad vulnerada donde todos hacen su papel de caníbales fantasmas. Varias alusiones directas a este postulado se encuentran en algunos segmentos de la película, como el instante en que las gallinas (los animales más estúpidos de la naturaleza, según Herzog), escarban y picotean sobre sus cadáveres.
Pero no solo se trata de una situación instantánea dada para la época; desde la antigüedad la figura del enano ha sido considerada como un signo de morbosa atracción y repulsión. Si Diego Velázquez usó como modelos varios enanos que incluyó en sus cuadros más famosos (La enana Maribárbola itinerante de su taller y homenajeada en un costado en Las Meninas, el retrato de Sebastián de Morra, calcado años después por Goya y El Niño de Vallecas o enano Vizcaíno), no es una casualidad que Werner Herzog se de esa licencia poética para plantear su postulado, con la diferencia que en este caso esta figura no es utilizada para reivindicar acaso una suerte de belleza oculta en la deformidad, sino una deformidad latente en la imperfección del ser humano como individuo. De cualquier modo, si la corte permitía lo grotesco años después el cine también lo pondría de manifiesto, de qué manera, abriendo nuevas perspectivas dentro del discurso cinematográfico con nuevas vanguardias, como el nuevo cine alemán, volcándolo hacia el terreno de la ilusión y haciendo uso de potentes recursos visuales, sonoros y de puesta en escena y representación mezclados entre sí para darnos una gramática cinematográfica netamente alucinante. En varios comentarios referentes a este cine de los 70 y principalmente relacionados directamente con la película, muchos críticos ven en También los Enanos Empezaron Pequeños una posición crítica por parte del autor a las revoluciones inmediatas que se suscitaban por ese entonces en diferentes circuitos intelectuales y sociales de Europa, como las manifestaciones estudiantiles. El filme deconstruye esos efluvios de revolución y los minimiza literalmente, restándole importancia y dando a entender la inutilidad de ese tipo de sublevaciones; la misma historia se encargaría de darle la razón al autor.
Aunque a Werner Herzog se le considere un integrante fundamental  del nuevo cine alemán de los 70, el mismo autor ha manifestado sentir apenas una mera simpatía por aquella figuración; su cine desde los inicios ha girado en espirales donde se conjugan los temas históricos, sociales y políticos enmarcados en otras sociedades distantes a la alemana (contrario al trabajo de Fassbinder y Win Wenders), la multiplicidad en las temáticas de Herzog lo ha llevado a explorar otras geografías hacia la búsqueda de realidades poco habituales, entrando en convivencia con diversos espectros cuyos personajes se confrontan directamente con esas nuevas naturalezas exploradas; no es una casualidad entonces que sus periplos fílmicos lo hayan puesto a rodar en África, Suramérica y en este caso, las Islas Canarias, sin tratarse de una referencia turística. En conclusión, esta película filmada en esta isla va más allá de un grupo de personas pequeñas haciendo mofa de su latente inconformismo; se trata de una pieza subversiva donde al igual que los niños y los borrachos, nos está diciendo la verdad cruelmente y a su manera.


Referencias
http://es.wikipedia.org/wiki/Werner_Herzog


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