ASOMANDOME A WERNER HERZOG




Portada de Yo necesito Amor de Klaus Kinski






Por
Nicolás Sandino Moreno
Estudiante
Medios Audiovisuales
Énfasis de Cine


Querido Diario:

El sudor hace que no me divierta, ni “con encanto” ni “con primor”, como dice la canción del Gran Combo de Puerto Rico.
Intentando lucir fresco, veo en el espejo de una taquilla de una sala de cine “indie”, un sudaca que observa su reflejo, intentando lucir fresco, pagando por una película en 3D.
En los 70’s y 80’s inicialmente, Japón y América del Norte, tomaban la experiencia fílmica, esa misma que tanto nos gusta de interpretación subjetiva sentimental e intelectual, y atacaban directa y físicamente los sentidos del espectador: en una película, por ejemplo, un catálogo de colores y olores era entregado en la taquilla, y cuando en la pantalla salía el color, la gente olía el equivalente en su catálogo y podían oler a la chica o el café que prepara otro personaje. En otra película, donde un terremoto acecha una gran ciudad de América del Norte, al público se le retorcían las tripas por las graves vibraciones que emitía un novedoso y gran parlante, en las escenas de destrucción. Favorablemente para ambos, Querido Diario: si tienes los poderes mágicos que he imaginado que tienes al escribir esto, sé que si te interesa conocer más para no dejarte asombrar con “novedosos” y “experimentales” cineastas contemporáneos, y también se con certeza que tu método de búsqueda en la internet, es más eficiente que una aspirina.


2-D, 3-D, 4-D, y asombrosamente, Queridísimo Diario, he encontrado lugares en donde un ejercicio de ingeniería en una maqueta a grandísima escala, con una esfera metálica (ahora un carrito ), y la gravedad impulsándola, venden a precio de gallina, salas de cine donde “experiencias únicas” se viven cuando el personaje (según la temporada) en la pantalla estornuda, un spray de agua me “escupe” en la cara sin siquiera disculparse, y esto es llamado por algún desarrolladísimo teatro, en algún desarrolladísimo país “hermano”, en medio de una desarrolladísima técnica sensitiva: 5-D.


Ay Querido Diario, en vez de esta gallina que me vendió Rick, o Tom, o John, o Larry, o Clark, me hubiese podido comprar varias docenas de huevos para preparar ambiciosas tostadas francesas…
(Volviendo al sudaca.)
Charles le entrega unas gafas al apestoso turista que le agradece con su tosco intento de aparentar ser inglés.


- “Eres de la India?” Le pregunta Charles o Erik.
El otro no recuerda frases para responder, así que se apresura a la sala donde una película de Werner Herzog en 3-D está a punto de empezar.
Todos están listos para deleitarse con las explosiones, los cuchillos voladores y “una fauna exótica” que se acerca hasta la nariz y me puede llegar a causar alergia. Yo no. Yo soy alérgico a los perros y si me acuesto en el pasto me salen ronchas rojas en la cara. A demás, los relatos ficticios y un par de documentales del autor, me han cautivado por su utópica, Fritzcarraldamente contradictorias, búsqueda de la conquista de tierras tanto com foráneas, (Cobra Verde, 1987; Aguirre, la cólera de Dios, 1972, etc.) y locales como en su natal Bavaria (Herz aus Glas, 1976). Tanto gusto le tengo a su filmografía que el escepticismo que le tengo al 3-D, se ve parcialmente vencido por mi ansiedad. Tierras inexploradas por la cámara, pre modernas para su mundo. Una crítica apocalíptica del mundo occidental y su raciocinio instrumental; un cuestionamiento del progreso, una mirada directa entre los ojos del mito y la modernidad bajo los parámetros y los gustosos ojos de las tradiciones primitivistas y exóticas para el forastero.
Querido Diario, más allá de esta parte del discurso del autor, la fe que tengo sentado allí con esas incómodas, pero atractivas gafas, nace a partir del deseo de conquista personal, semi Dios como lo ha planteado Herzog en muchísimas de sus películas, pero a gusto personal, Querido Diario, me intriga y me apasiona, Signos de Vida (1967). Narrado a través de una subjetiva documentación, intimista, vemos como la crisis de su misma existencia se apodera de un ser humano. Donde la alienación académica de una guerra, la locura, el misticismo, la agresión del mismo escenario, y su implacable sol, hacen que un soldado herido se rebele ante sus superiores militares, ante el sol y ante el universo.

El teatro se empieza a llenar de crispetas. El aire acondicionado está a reventar. El joven sudaca ahora sí que luce fresco, yo lo sigo viendo sudar a chorros.
Esas mismas gafas que le hicieron exclamar al espectador: “Uuuuuuhh!” Aaaaaahhh!” Ahora me van a acompañar en las milenarias cavernas de Chauvet en Francia, bajo la mirada de uno de mis autores favoritos; “Uuuuuhh! Aaaaaahh!”quiero exclamar también!


Inmerso en la mayoría de planos de la primera media hora, agradecí a Herzog (como en esas plegarías personales) por permitirme ver una parte fundamental del ser humano, en su primitiva esencia; en las manifestaciones instintivas representadas por pinturas de hace más de 30.000 años atrás del aún no, ser humano, y del mundo que lo rodeaba.
Gracias Werner por hacerme ver lo que estabas viendo, con relieve y sombreado en tres dimensiones. Gracias por dejarme admirar los milenarios trazos de formas animales talladas en las piedras, que un ser inició miles de años atrás y dejó (solo en mi imaginación sabré por qué) incompleta la pintura; y otros miles años después, otro ser humano (primitivo?) pintó encima complementando la representación anterior con la suya, y otro ser humano, tiempo después con la suya, intercalándose con las garras de los osos y de más animales allí representados que llegaban a inmigrar como lo hacían los “pre humanos”. Este es el momento a cargo de Herzog, para que el ser humano moderno, plasme su impresión sobre las demás impresiones milenarias. Lo que no se olvida. Un lugar mágico, un reflejo de lo que podría llegar a ser humano; un lugar sagrado, la memoria viva y fresca, el génesis de lo que estamos empezando a conocer. Seres Humanos.


Un modernísimo (sin sarcasmo supongo) equipo técnico con el que los científicos, hasta el momento han dictaminado el volumen “total” de la zona, la edad de las pinturas en las paredes, la procedencia de las huellas en la arena junto a los cráneos animales que se conservan intactos, tal cual como murieron y descompusieron sobre esa misma arena. Carajo, parece mentira.
Varios seres, con carbones de diferentes épocas, trazaron un sombreado con volumen sobre un lienzo virgen, majestuoso y sagrado. Estalactitas y estalagmitas que por cientos de miles de años, una gota en su constante cadencia, construiría lo que para nuestros ojos modernos y occidentales veremos como una pieza similar al mármol, y llamaríamos “arte”.
Un lugar sagrado para los habitantes de aquella tierra hostil e imaginada. Ahora por el ser humano contemporáneo, respetada, parcialmente, su integridad.


Los científicos conservan la caverna tal cual como la encontraron; han construido una delgada plataforma metálica por donde recorren y analizan la caverna. El acceso a este lugar es ultra exclusivo para preservar la fragilidad de la historia. Es un lugar donde solo los científicos más capacitados de Europa han entrado. Nadie puede tocar nada, mucho menos bajarse de la plataforma. “Conserve sus manos y piernas dentro del vehículo” como le dicen en un parque de diversiones. Esa advertencia me llegó pasajeramente a la cabeza como un zapping al ver el recorrido que hace Herzog y su limitado (en número) equipo al hacer “el tour”.
Piensan hacer una réplica exacta de la caverna para que los turistas se fotografíen junto a las estalactitas y junto a las pinturas, asombrosamente modernas que hicieron los antepasados, ya que el turista promedio está acostumbrado a ver los “mamarrachos de los indios” en algún museo “famoso”.
Parece una broma; que un museo tenga “fama” como una “celebridad”, y que intenten recrear un lugar tan único, místico y sagrado para el placer del colono.
Al verme extasiado por este paseo de primera mano, antes de que construyan la réplica para turistas, muchísimo más entretenido que cualquier atracción de cualquier parque de diversiones, me viene a la cabeza un sentimiento de contrariedad al ver como la cámara en 3D le permite a la monita colorada que está a dos puestos de mí, al charlatán que TIENE que expresar todo lo que sienta y piensa durante la película, a la pareja que en EL silencio, se murmura el uno al otro “Que aburrido…”, al que en el patetismo de la belleza musical de la película está intentando lucir fresco, intercalando esporádicas miradas con la coloradita, ver en toda su tridimensionalidad, las curvaturas de la cueva, las diferencias en el relieve de su textura milenaria, los trazos de lo que somos experimentando por poco la corriente de aire inexistente del lugar. El silencio. Diástole. Sístole.


Cómo carajos llegué acá?
Por qué yo, un tipo promedio que nunca se ha ganado si quiera una medalla, puede inmiscuirse en esta caverna y lo que representa para las personas que viven y sueñan con la misma, luchando contra su ambición innata (humana?) por preservar este lugar y a su vez estudiar el origen de lo que son los seres humano? Por qué puedo apreciar en toda su textura y fuerza mística de sus trazos a temporales, los primeros visos de HUMANIDAD, los cuales antes de que esta cámara entrara, era un misterio para los que sueñan con ella y con lo que representa?
Por qué el charlatán, al ver la pinturas en las paredes de la caverna, puede exclamar: “Picasso!”? Por qué esa pareja, esos mismos que creen que se equivocaron al dejarse llevar por el aviso en 3D, está presenciando los huesos de un oso ya extinto, colocado por un ser con conciencia, agradecido u ofendido con su existencia sobre una roca en forma de altar? Por qué estará tan colorada? Por qué si quiera me importa todo esto?
Yo no soy Aguirre, ni Manoel da Silva, ni Carlos Fitzcarrald; mucho menos el actor que los interpretó; odio a Napoleón y a la iglesia cristiana, odio la conquista, la sangre me da asco, las armas alergia; “otio” a los economistas, a los jueces y detesto la idea del dinero; escupo sobre los que me intentan clasificar bajo su prejuicioso estatus social/económico/político y ni que me hagan hablar de los que mandan a comer mierda, al que ni siquiera tiene comida para fabricar la misma. Aborrezco ser “meritorio”. Aborrezco ser “no meritorio”.
Otra plegaria: quien es Herzog para atar una pequeña cámara a un palo para poder ver lo que hay detrás de una roca?
Malinterpréteme si quiere, pero recuerde invasor que este es mi Querido Diario.
Malinterpréteme si quiere usted también Querido Diario, no me asombraría, más de uno lo ha hecho. Será prejuicio, pero no envidia.
Pensándolo bien, ya esta dejando de ser usted mi Querido Diario.

La intrigantemente bella pregunta que me ronda en la cabeza, aún no le encuentro respuesta. Tendría que estudiar una de las historias creadas por los seres humanos modernos, sobre el ser humano.
Huevo/gallina? o gallina/huevo?
Qué es “ser humano”?
Cuando se puede hablar del “ser humano”?
Si sabe, por favor cuénteme, es que en verdad no sé.
Cómo es posible que Picasso pinte como un cromañón?

Herzog llama PostScript al final de la película.
“Será que nosotros somos estos caimanes albinos, mirando las pinturas de las cavernas?”. No es necesario que mi abuela tenga seis brazos para que mire con asombro y probable desagrado las pinturas de mi mundo. Se generó una mutación, saliéndonos del contexto social, político y económico que acarrea la necesaria denuncia ante las radioactividad. Es un cambio generado por el hombre y la mujer (el Ser Humano.)

Cual es la necesidad de analizar las pinturas y encontrarles la similitud con lo que conocemos como arte? Cual es la necesidad de llamarlo arte? Cual es la necesidad de irrespetar los ritos de las culturas milenarias? Cual es la necesidad de respetar? Por qué hay valores, fanatismo, modales y pudor? Cual es la necesidad de preguntarme esto? Cual es la necesidad?

Ante esta pregunta de Herzog, yo me declaro Querido Diario, un caimán blanco que mira con inquietud ese mundo en el que le tocó vivir; ese mismo mundo donde el “ser humano” me moldeó así: albino y fenómeno; culpable, exiliado y exhibido; lisiado. Un caimán albino frente al reflejo de mí imagen, pretendiendo lucir fresco. Todo un ejemplo a seguir.


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