Sangre injusta, memoria inerte. 200 años de impunidad.



Rueda de prensa Documental: Testigos de un etnocidio: Memorias de resistencia de Marta Rodríguez.


Por
Sangrona y
Yessica Lorena Ducuara
Equipo La Moviola
Especial para La Moviola





La memoria tiene que servir para recordar, no para repetir. Con estas firmes y bellas palabras contuvimos la respiración mientras nuestros ojos se quemaban ante una verdad a la que difícilmente nos enfrentábamos, verdad que llevo a Marta Rodríguez documentalista independiente y pionera de este género en Colombia a enmarcar 40 años de memorias como ella le llama en 15 documentales, impregnados de testimonios sórdidos de quienes lograron vivir para contarlo. Su trabajo constante y comprometido nos toca en lo más profundo del corazón y nos hace reflexionar una vez más ante la atrocidad y monstruosidad que sigue latigando al pueblo indígena y campesino colombiano.
“Nosotros, indios y campesinos, nos hemos dado cuenta del engaño. Ahora sabemos que si se nos enseña a olvidar quiénes somos y de dónde venimos, es para que no sepamos a donde ir; porque no le conviene a los explotadores que sigamos nuestro propio camino”. Indígenas del Cauca 1974, Documental Campesinos (1970 - 1975).
Genocidios, fumigaciones, epidemias, violaciones, Desplazamientos, más de 72 líderes asesinados en las últimas décadas en lucha por sus derechos y su territorio (Kimi Pernia Domico / Fredy Arias entre otros), desaparición de pueblos y comunidades enteras que ante la indiferencia y desatención de sus propios hermanos y dirigentes, enceguecidos con vendas negras por el poder y los intereses personales (que tanto han agobiado nuestro país) ,siguen Marchando por el camino de la historia, a través de las vastas y profundas montañas, resistiendo y trabajando la palabra. Sin embargo, el problema radica en que no solo a ellos se les ha enseñado a olvidar, sino que hemos sido todo un sinfín de generaciones restantes, que crecemos sin un propio rumbo, crecemos tranquilos de creer saber la verdadera historia, crecemos firmes en nuestras creencias; Y aun así, no nace el deseo de saber qué verdad es la que se nos ha vendido y enseñado desde la cuna. Seres humanos (y no salvajes), como todos nosotros, que simplemente esperan el día en que puedan caminar por sus tierras tranquilos y sin miedo a ser torturados por quienes dicen ser “nuestros protectores”. De no ver violadas a sus mujeres. De no ver ultrajados a sus hijos que apenas dan sus primeros pasos y aprenden a hablar con lenguas impuestas. De tener voces anexas que se abran ante un paradigma distinto del que ya conocemos y que tanto plasman en las noticias y voces nacionales.
En la rueda de prensa realizada el día 23 de marzo en la cinemateca distrital de Bogotá, Marta Rodríguez que no llevaba más que sus jeans sueltos, una camisa y su bastón acompañada de sus hermanos indígenas y colaboradores indispensables para el desarrollo de su trabajo, nos abre un amplio panorama de acontecimientos que bastaron para que los presentes supiéramos que aquella mujer, sentada en frente de todo el auditorio, no le cabía duda alguna cuál era su posición frente al mundo, una posición netamente crítica y no jactanciosa, que va de la mano con una profunda investigación y acercamientos a los hechos y personajes reales de los cuales Martha sintió su sudor, lloro sus lágrimas, sufrió sus heridas que ahora sus legados visuales nos lo transmiten intensamente. La violencia ha sido muchas veces protagonista en muchos proyectos audiovisuales, sin embargo trabajos de la calidad y entrega como los de Marta Rodríguez evidentemente se posicionan en una brecha muy ancha con las demás, ya que son hechas para generar reflexión, cambio, ideas de mejoramiento, y no con un propósito morbo que se entretenga a los espectadores para su satisfacción y entretenimiento llenando sus bolcillos con dinero acosta del sufrimiento de masas silenciadas y obligadas a ser siempre el murmullo de lo que nunca ha sido.
“No hay malos ni buenos, o por lo menos, no siempre los buenos son realmente los héroes del cuento, y no siempre el villano es la enfermedad venérea de la sociedad”.
Existen grandes preocupaciones acerca de que muchos de los grupos Indígenas, poco a poco han dejado de existir; sin embargo, aún existen grupos que ha sobrevivido, pero están al borde de perderse en el vacío, ya que el número de habitantes de cada comunidad no superan los 500, inclusive algunas comunidades cuentan con tan solo 100 habitantes. Según cifras investigadas por la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), aproximadamente 32 pueblos son los más preocupantes, que con ayuda de la violencia, el hambre y el desplazamiento ha incrementado y acelerado este proceso. Javier Sánchez, uno de los Líderes indígenas invitado a la rueda de prensa, expresaba su preocupación que a través de los años fue pasada por voz de sus antepasados: Alrededor de los años 70, (Masacre en San Rafael de Planas), apenas siendo él un niño, vivió lo que significaba huir para no ser contado entre los muertos de los genocidios cometidos, ni perdido entre las fosas comunes donde yacían los cuerpos incognitos de la guerra (como antiguamente morían los judíos a manos de Hitler). Sus muertes se asociaban a la caza como deporte y se fundamentaban en la cruel idea de que los indios ¡no son ciudadanos si no salvajes!. De 2000 asesinatos de indígenas, 1.200 se efectuaron durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002 - 2008). Otro ponente en la rueda de prensa, fue el concejero Del Departamento de Comunicaciones de la ONIC, que cita un ejemplo concreto acerca de los “Procesos de desarrollo” como la seguridad democrática que sutilmente camufla y justifica actos irracionales con celebraciones representativas: “hace unos meses se celebró el bicentenario, las calles del país se llenaron de danzas, los medios de comunicación anunciaban desfiles, los museos fueron constantemente visitados, porque todos rebosaban de alegría ante 200 años de “libertad”, pero para nosotros no fue más que el recuerdo de una danza de muertos en cada paso. Para nosotros no fue celebración, fue criminalización de los indígenas”.
Pies descalzos marcados con tierra, ojos negros y profundos que con un simple parpadear sesgado nos llenan de desazón y lágrimas, miradas y gritos que no se escuchan y se pierden entre las multitudes que ríen y no se saben el chiste, jóvenes como Luis Alberto Quintero de trece años, privado de la libertad, cargando ladrillos, atado en cadenas, sufre diarias torturas mientras trabaja en silencio mantenido con la única esperanza vivir y ser libre, mientras otros de su edad gozan del conocimiento en las escuelas y de una hamburguesa de carne y vegetales cultivados por sus propias manos, y luego monopolizadas por las grandes empresas que hoy les arrebatan sus tierras y recursos a cambio de canjes absurdos e impuestos por: 3 tableros, 5marcadores, 1 gallina, 3 migas de pan, que ni siquiera suple sus necesidades básicas.
Se alzan las armas y aniquilan corazones para derramar sangre que se olvida y se pierde entre los caños. ¿Decimos llamarnos un país multicultural?, ¿un país amigo?, ¿un país unido?; sin embargo, nos enfrascamos en vanas declaraciones, y preferencias tontas, ignorando nuestra propia sangre, rechazando nuestra memoria y borrando la huellas que ahora, con pasos forzados, temerosos, pero cargados de convicción, marcan un camino que solo busca la verdad, LA VERDADERA Y UNICA que por mucho tiempo ha sido olvidada.

A quienes no conozcan el trabajo de La documentalista Martha Rodríguez, los invitamos visitar su sitio web www.martarodriguez.org y a ver su última realización audiovisual Testigos de un etnocidio: Memorias de resistencia.
Para más información sobre las comunidades indígenas y el documental visite www.onic.org.co
http://memoriadocumental.blogspot.com/2011/03/testigos-de-un-etnocidio-memorias-de.html

4 comentarios:

kino dijo...

Con excepción de sutilezas en ciertos articulos anteriores, es la primera vez que veo en la MOVIOLA reflexiones frenteras sobre Colombia y la situación de los indigenas, no olvidemos que el arte es el medio, las letras quizas un pretexto, pero hay contingencia, violencia en paróxismo y los productos informativos tienen que dar cuentas de luchas y sangre. utilizando la contundencia de las artes. FELICITACIONES. espero ver más en proximas ediciones.
Larga vida para los pueblos Indigenas y larga vida para los filmes de esa gran matrona del CINE Martha Rodriguez.

Anónimo dijo...

gracias por sus comentarios..muy enriquecedores y contundentes...seguimos
frente al abismo de las letras.....
un abrazo
CCLM

blody dijo...

las palabras generan fuerza, la lucha sigue y lo humano no se valoriza ni se cambia por monedas.

un fuerte abrazo y buena marcha.!

Alejandro dijo...

No solo se trata de tener un gran pensamiento, sino de saber usar las palabras adecuadas para expresarlo. Gran post amigo! Saludos