EN UN MUNDO AMADO LLENO DE CARCAJADAS, LO OSCURO EXISTE, AHÍ ESTÁ.




Por

David Leonardo Mendoza B.

Estudiante Comunicación Social


Entre autores olvidados, libros jamás leídos y poemas desconocidos, encontramos la poesía gótica, la cual puede llegar a parecer un poco extraña, y más cuando las personas la identifican y conocen como un género que nos habla de amor, y que nos lleva por medio de la imaginación a otro mundo, otra dimensión. El genero gótico en la sociedad es visto como lo extraño, y este imaginario podría ir cambiando si las personas conocen realmente el significado de sus escritos, sin referirnos únicamente al estilo gótico, también en su narrativa, la cual nos abarca todo tipo de mensajes, su cultura, o hasta porque no hablar del romanticismo oscuro, que igualmente está muy ligado a lo gótico, y el cual es uno de los precursores de este género.

El acercamiento a este tipo de poesía nace en el momento en el cual las personas quieren divagar por otro mundo, quieren salir de su rutina e ir a otro lugar del espacio con su imaginación, leer y leer hasta entrar en el juego que nos lleva la poesía. Empecemos diciendo que la poesía gótica tiene muchos aspectos iguales o parecidos a cualquier otra rama del genero poético, en esta, por lo general, todo está ligado o entrelazado con el amor, pero esto no es suficiente para realizar un excelente poema, la tristeza, la desdicha, el desconsuelo, la desolación y la angustia son condimentos esenciales en la conformación y creación de un poema. Pero para la poesía gótica existen cosas más trascendentales, este género utiliza distintos lenguajes para poder llegar a las personas en una forma diferente; no el amor como el punto principal de desarrollo de los poemas: la muerte es una de las palabras esenciales en este género, acercar a las personas con vivencias con las cuales ellas pueden estar familiarizadas.

Pero al leer, el poeta no nos está indicando que camino tomar, él nos da varios vínculos, o por decirlo de alguna manera, carreteras; pero es el mismo lector quien decide que camino desea transitar. ¿Y por que uno mismo decide por cual camino emprender?, los versos y la escritura son del poeta, del escritor, pero la desdicha, la felicidad o el desconsuelo son propiedad y parte de cada una de las personas, en este caso del lector, el cual, con esos condimentos, es quien debe aportar lo más fundamental e importante: su identificación con el texto y la experiencia de la cual él quiere hacer parte. Y de esta manera se podrá sentir el verdadero significado de un poema, porque solo en base a nuestra propia vida, podremos sufrir, llorar, amar o hasta por qué no odiar por medio de un poema. Pero es necesario llegar a este punto con todos los gestos de felicidad y tristeza, porque si solo vivimos la prosperidad o tal vez solo la angustia, no vamos a poder construir una verdadera obra poética. Sin desdicha y sufrimiento no existiría este género y por qué no decirlo, no podría tener significado la vida.

La poesía gótica nace de la creación y fascinación de las personas por lo oscuro de su mente, lo perdido de su corazón, cuyo origen se encuentra en los pensamientos bienaventurados o malaventurados del mismo ser humano. El género empieza a coger fuerza en Inglaterra, allí es donde el oscuro mundo de lo gótico hace su aparición. A partir de este momento el universo de lo gótico se ha visto plagado por críticas, esas ofensas que vienen de la poesía supuestamente “pura”, donde solo se habla de amor, pero donde no se puede dialogar de vampiros, brujas, casos paranormales, temas vistos con malos ojos. Y es que la fascinación de muchas personas por la muerte va mas allá de lo que la sociedad se imagina, aunque las personas lo queramos esconder, vivimos en un mundo donde no hay momento en el cual no se piense en la desgracia. Por lo tanto, esta misma imaginación y creación en las mentes de las personas, es lo que ha hecho que este género tome tanta fuerza.

Y al entrar en este oscuro mundo de la poesía gótica, nos encontramos con una autora enfrascada en el típico estereotipo del alma rota y oscura, una de las mujeres más reconocidas por este género: Alejandra Pizarnik.

Esta reconocida poetisa, nació en Buenos Aires Argentina, el 29 de abril de 1936, hija de Elias Pizarnik y de Rosa Bromiker, juntos inmigrantes judíos rusos. Alejandra creció en un barrio de Avellaneda, pero su infancia no fue del todo feliz, esta escritora tuvo una niñez muy complicada. El hecho de ser tartamuda, y tener un marcado acento europeo la llevaron a tener varias dificultades, las cuales iban acompañadas de un mal estado físico que bajaba totalmente su autoestima, marcada en gran parte por problemas de acné y una directriz a subir de peso. Pero este estado anímico cada día iba empeorando. Sus padres tampoco la ayudaban mucho en su recuperación, lo único que hacían era compararla con su hermana, y por lo tanto, día tras día, su enfermedad crecía paulatinamente. Esto conllevó que Alejandra empezara a ingerir anfetaminas, las cuales, con el transcurro del tiempo, le iban a generar una adicción, proporcionándole también fuertes periodos de trastornos del sueño (insomnio).

“En 1954, tras el bachillerato, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Permaneció como estudiante de la Facultad hasta 1957, tomando cursos de literatura, periodismo y filosofía, pero no acabó sus estudios. Paralelamente tomó clases de pintura con Juan Batlle Planas [1]. La lectura era una de sus grandes pasiones, leer y aprender de sus escritores la motivó desde temprana edad a la escritura, y por cosas de la vida, la llevo a la exaltación por el psicoanálisis.

Pero sus enfermedades seguían latentes, y una de las más notorias en su estado físico y moral era el insomnio, por este motivo, para contraponerse a los efectos de las anfetaminas, empezó a consumir fármacos para poder dormir. “A los 36 años se quitó la vida ingiriendo 50 pastillas de un barbitúrico (Seconal) durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico "Pirovano" de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de su cuadro depresivo y tras dos intentos de suicidio”[2] .

Pero ahora es el momento de dejar atrás esos fantasmas atormentadores de Alejandra, y hablar de lo que ella nos dejó, con su piel fría y escalofriante, esta gran poetisa nos regaló muy buenos escritos, en los cuales nos transporta a un mundo infinitamente frio y frágil, en el cual por medio de sus poemas nos justificaba un poco la existencia. Pero al leer estos versos nos daremos cuenta realmente, como por medio del dolor y de la pena, ella plasmó su alma en pocos poemas, pero los cuales parecen mil experiencias.

Uno de sus escritos más conocidas es “A la espera de la oscuridad”, el cual está pensado para proponernos, que nosotros mismos lo dotemos de un significado en particular, le coloquemos nuestras experiencias y vivencias en cada línea de este maravilloso escrito, pues juega con la oscuridad interna de cada lector, inmortalizándolos en tan solo unos instantes.

A la Espera de la Oscuridad.

Ese instante que no se olvida,
Tan vacío devuelto por las sombras,
Tan vacío rechazado por los relojes,
Ese pobre instante adoptado por mi ternura,
Desnudo desnudo de sangre de alas,
Sin ojos para recordar angustias de antaño,
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma,
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego;
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies,
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro.
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada,
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca,
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.

Lo bello de descubrir una gran escritora como Alejandra Pizarnik, es que mediante sus baladas y líneas argumentales, nos da una mirada y visión distinta de lo que es el mundo. Entre sus versos nos explica su vida (el significado de lo que la vida era para ella), y nos ubica en un espacio jamás pensado por ninguno de nosotros, adentrándonos por caminos desolados y enamorándonos de la vida, nos vende una imagen de oscuridad, infierno y felicidad entre sus líneas. Cada poema de esta argentina no era más que una vivencia de su vida, y la cual le permitía jugar con los trastornos que sufría, los cuales le permitieron dejarnos tantos extraordinarios argumentos para seguir viviendo.

Sus fenomenales escritos y poemas fueron:

· A la Espera de la Oscuridad.

· Caminos del espejo.

· El Espejo de la Melancolía (ensayo sobre Elizabeth Bathory)

· El infierno musical.

· La Enamorada.

· (Lectura de Alejandra Pizarnik, poema de Arturo Carrera)

Pero el más recordado y el que más nos acerca a Pizarnik, es “el miedo”, donde a cada uno de nosotros nos transporta a una imaginación deslumbrante, y en el cual nos define lo que es temer para ella, como nadie más puede ni podrá hacerlo, solo quien viva lo que Alejandra vivió, podrá acercarse a su definición de este sentimiento.

El Miedo.
Alejandra Pizarnik.


En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

Desertemos en este momento de nuestro sufrimiento, y que los poetas nos canten y relaten nuestras situaciones de amor y sufrimiento usando nuestros recuerdos, hasta transportarnos a la tristeza y desdicha más pura.

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